Estatus, contactos en la élite y negocios de alto nivel: para qué sirve el exclusivo club privado y secreto en el que ya puede entrar Carlos Fitz-James Stuart y Solís, hijo menor del duque de Alba

El duque de Alba ha traspasado a su hijo su sillón en el consejo de administración de Nuevo Club, el club secreto de los aristócratas de Madrid.

Carlos Fitz James Stuart y Solis y Belén Corsini acudieron en en septiembre de 2021 a la boda de Marta Corsini y Diego Osorio. Pincha en la foto si quieres ver todos los invitados a su boda. / gtres

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Los clubes privados, una institución de socialización para la élite británica que conocemos, sobre todo, por la literatura y el cine, no han tenido en Madrid demasiado arraigo. Así lo reconoce el escritor Arturo Pérez Reverte en su último libro, 'El italiano' (Alfaguara), donde afirma que la aristocracia española siempre ha preferido los cafés y los tablaos a los salones llenos de humo para caballeros. Sin embargo, en los más prestigiosos clubs de Bilbao (La Sociedad Bilbaína), Barcelona (El Círculo Ecuestre) o Sevilla ('El Aero'), hombres de negocios, comerciantes y banqueros se reunían para charlar, comer o practicar deporte.Y aún lo hacen. En el Madrid escaso de industria del siglo XIX no había tanta demanda de clubes, aunque dos han destacado por su longevidad: La Gran Peña, en el número 2 de Gran Vía, y Nuevo Club, en la calle Cedaceros. Este es el club privado que ha saltado a la prensa a saberse que Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo , duque de Alba, ha traspasado a su hijo menor, Carlos , su sillón en el Consejo de Administración.

Aunque hoy la influencia social se exhibe más que se oculta en salones secretos, estos añejos lugares continúan ejerciendo cierta fascinación en 'su parroquia', más por su exclusividad, pues la membresía suele heredarse como una prerrogativa más del apellido, que por sus instalaciones, actividades y concurrencia. Nuevo Club Se fundó en 1870 como lugar de reunión de aficionados a los coches de carreras, siempre hijos de familias nobles madrileñas, empresarios y aristócratas. Los que lo conocen dicen que está algo ajado, pero al no estar demasiado concurrido permite encontrar en sus salones y reservados tanto butaca tranquila para leer como una agradable conversación. Eso sí: parece que su restaurante es sobresaliente, con una carta en la que destacan los huevos poché y el cocido, una vajilla espectacular y un servicio a la altura. La edad media de los socios es elevada, con lo que las actividades más exitosas son las tertulias. Por supuesto, es impensable ver en Nuevo Club a alguien sin corbata y las mujeres solo pueden entrar como invitadas.

Se sabe que, en las Navidades de 2016, se celebró una fiesta en Nuevo Club a la que asistieron Ana Obregón, Carmen Lomana, María Zurita, Arancha del Sol o Cristina Pedroche. También que el rey emérito Juan Carlos ha pasado en alguna ocasión por su restaurante. Presidido por Tomás Gaytán de Ayala, conde de Valdellano, el Nuevo Club arraiga su atractivo en sus costumbres y maneras de otro siglo, cuando los caballeros no hablaban de negocios constantemente, cultivaban una vida segregada del otro sexo y nisoñaban con Instagram. Pensado como lugar de charla, lectura y ocio sin intromisiones de hermanas, madres y esposas, su papel en la vida social madrileña hoy es mínimo, aunque sus socios continúen visitando asiduamente sus instalaciones. Si acaso, sirve como nota de estatus elitista para los jóvenes cachorros de la aristocracia, unos chicos que, probablemente, preferirán compartir su tiempo con personas que les agraden, indistintamente de su género.