Primero amigos, después amantes y ahora enemigos por los escándalos públicos y las infidelidades: la tormentosa historia de amor entre Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover

Ernesto de Hannover parecía el marido ideal para Carolina de Mónaco. La princesa Grace ya había intentado unirlos en los años setenta, pero el amor surgió a finales de los noventa. Eran amigos desde la juventud, pero su matrimonio duró, apenas una década. Así es como nació su amor.

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Elena Castelló
Elena Castelló

La historia de amor entre Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover podría haber sonado casi como un cuento de hadas. Casada ​​en 1999, la pareja, ahora separada, representaba todo lo que Grace de Mónaco había soñado para su hija mayor: la unión con una casa real europea cuyo linaje que se remonta a la Edad Media, una de las familias aristocráticas más importantes de Europa. Los Hannover habían sido la dinastía reinante en Gran Bretaña hasta la muerte de la reina Victoria. Pero la esposa del príncipe Rainiero III muere trágicamente el 14 de septiembre de 1982 en un accidente automovilístico y tienen que pasar diecisiete años para que Carolina se case con el actual cabeza de la Casa de Hannover. Fue una boda a la que la princesa Grace hubiera soñado con asistir. Diez años después del nacimiento de su hija Alexandra, sin embargo, el matrimonio decide tomar caminos separados. Sin embargo, nunca han firmado oficialmente los papeles del divorcio.

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Carolina y Ernesto se conocen desde siempre. Se encuentran, en verano, en la Costa Azul, y en Invierno en las pistas austriacas de esquí. En los años setenta, Grace había intentado unirlos, pero su destino estaba escrito de otra manera. Hannover había estado casado durante 16 años con Chantal Hochuli, hija de un multimillonario arquitecto suizo, con la que tenía dos hijos, Ernesto Augusto y Cristián, y de la que se había divorciado en octubre de 1997. Chantal no tenía sangre real y el propio Ernesto tuvo que convencer a su padre para que permitiera su matrimonio con una plebeya. Pero el casamiento no fue ningún éxito, porque Ernesto demostró ser un adúltero compulsivo.

Chantal y Carolina habían sido amigas íntimas y continuaron su relación estando casadas con Ernesto y Stefano Casiraghi. Después de la muerte de este, en octubre de 1990, Ernesto y Chantal continuaron la amistad con la princesa y sus tres hijos. Fue a principios de 1996 cuando empezó a correr el rumor de que Carolina y Ernesto estaban juntos. Carolina todavía vivía en Saint-Rémy, en la Provenza, a donde se había retirado con sus hijos, tras la muerte de Casiraghi. Parece que Chantal sufrió un duro golpe y se sintió traicionada. Negó la relación en varias ocasiones, hasta que, en febrero de 1996, los «paparazzi» captaron imágenes de Carolina y Ernesto en un hotel de lujo en Bangkok. Los interesados trataron de desmentirlo asegurando que se trataba de un «viaje cultural». El divorcio llegó en septiembre de 1997. Carolina y Ernesto fueron fotografiados juntos, por primera vez, en un evento social, en la boda de Pierre D'Arenberg y Sylvie de Castellane. Pasaban sus días entre Francia, los castillos de Hannover de Alemania y Austria, y la isla keniata de Lamu.

La boda, una unión civil, tuvo lugar el 23 de enero de 1999, en el palacio de Mónaco, coincidiendo con el 42 cumpleaños de Carolina, vestida con un traje de chaqueta gris perla de Chanel. Pero solo se dio a conocer al día siguiente. La princesa de Mónaco se convirtió Alteza Real, Princesa de Hannover y Duquesa de Brunswick-Lüneburg. El enlace había sido oficiado por Patrice Davost, entonces presidente del Consejo de Estado, y los invitados se habían limitado a los tres hijos de Carolina, los dos de Ernesto, el Príncipe Rainiero, el príncipe Alberto, la princesa Antoinette, hermana de Rainiero, y dos íntimos amigos de la pareja –Albina de Boisrouvray y Spyron Niarchos– que actuaron como testigos. Faltaba Estefanía, con la que entonces la familia no tenía relación. Carolina estaba embarazada y su hija Alejandra nace en el mes de julio. Los príncipes de Hannover dividen su tiempo entre sus residencias en París y Mónaco, así los palacios de Alemania y Austria. Todo parece ir sobre ruedas. Carolina ha encontrado la estabilidad que no tuvo desde la muerte de Andrea Casiraghi.

Sin embargo, con los años, Ernesto de Hannover muestra una cara poco amigable. Parece que no llevó bien convertirse en objetivo de los fotógrafos por su unión con una de las mujeres más famosas del planeta. Los problemas empiezan a evidenciarse ya en 1998, cuando as condenado por agredir a un fotógrafo en el Festival de Salzburgo. Bebe en exceso y se muestra violento con los periodistas que le siguen: orina en público, amenaza a los policías o a los empleados que trabajan para él... La prensa alemana le apoda «el príncipe peleas«. Carolina hace todo lo posible para apoyarlo, pero en 2009, empiezan a hacer vidas separadas. Las denuncias, los juicios, las decisiones equivocadas, los problemas de salud y las estancias en clínicas de desintoxicación se suceden en la vida del Príncipe. A pesar de las apariencias, es la Princesa Carolina, que mantiene una relación muy estrecha con los hijos del Príncipe, quien hace lo imposible por apoyarlo. El príncipe ha sido condenado, en su último escándalo, a diez meses de prisión condicional por un tribunal austríaco, por insultar, amenazar y agredir en estado de embriaguez a agentes de policías y otras personas el pasado verano. La sentencia le prohíbe beber alcohol durante ese tiempo, le exige abandonar su actual residencia en Austria y someterse a un tratamiento de psicoterapia. En el transcurso del juicio el aristócrata se proclamó »no culpable»«, pidió disculpas por lo acontecido y se acogió a su derecho a no declarar.

Chantal se casó posteriormente con el aristócrata inglés Nick Scott, con quien compartió su vida 15 años, hasta que murió en la India, en 2017, de una pancreatitis. Chantal ha vuelto a aparecer ante los fotógrafos con motivo de las recientes bodas de sus dos hijos. El reencuentro de Chantal y Ernesto se produjo en la boda de Christian de Hannover y Alessandra de Osma que tuvo lugar en Lima, pero no quedó constancia fotográfica del momento. Su relación nunca volvió a ser amistosa.

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