Casi todos los otoños, en la época del matrimonio con Ernesto de Hannover , en los años 2000, Carolina de Mónaco acudía a cazar a España. Cáceres era uno de sus destinos favoritos. Acudía todos los años al complejo cinegético de Santa Cristina, un enclave privilegiado de 500 hectáreas, en Extremadura, propiedad del conde de Trespalacios. Su anfitrión solía ser Fernando Díaz Bustamante, gestor de la finca. La familia se desplazaba en avión hasta el aeropuerto pacense de Talavera La Real y de allí viajaban en coche a Las Golondrinas, la casa palacio enclavada en la finca Aguas de Verano, cerca del pueblo de Torremocha, a 20 kilómetros de Cáceres.
Esta casa, situada en una magnífica zona de encinares, donde se crían cerdos y vacas retintas, hoy se ha convertido en un alojamiento rural de ocho habitaciones y en lugar para la celebración de eventos con capacidad para 250 invitados. La casa pertenece a la familia Trespalacios desde principios del siglo XIX. Está rodeada por 4.000 metros cuadrados de jardines y un patio con un pozo del siglo XVI. Aquí han pasado también fines de semana de caza la reina Margarita de Dinamarca y su marido, el príncipe Henri de Monpezat, los reyes de Holanda, Guillermo y Máxima, el empresario Juan Abelló o el rey Juan Carlos.
En sus escapadas cinegéticas, la familia de Carolina de Mónaco (Alexandra de Hannover es su favorita , aunque por aquellas no la acompañaba) aprovechaba para disfrutar también de paseos a caballo y de la gastronomía española. Les gustaban especialmente la paella y las lentejas. Pertrechada con su elegante traje campero y botas monteras, Carolina es la que más ha acompañado a su padre y se convirtió en una hábil cazadora de perdices.
Fue Rainiero (que por cierto, tuvo una boda de circo con Grace Kelly ), el padre de la princesa, quien descubrió el campo extremeño, en 1975. Hizo un viaje a la región junto a Grace Kelly y sus tres hijos y, desde entonces, volvió en numerosas ocasiones para cazar perdices, su actividad cinegética favorita, una afición que han heredado sus hijos. Se dice que Carolina llegó a abatir 700 ejemplares en un fin de semana de caza, en 2002, que compartió a solas con su padre. Regresó a tierras extremeñas cuatro años después con su familia, su marido, Ernesto, y sus cuatro hijos. La escapada solía hacerse entre octubre y noviembre.
La tradición de los Grimaldi la inauguró el abuelo de Carolina, Pedro de Polignac, que cazó faisanes con el rey Alfonso XIII y dicen que se cobraron entre los dos 300. Luego lo convirtieron en un rito otoñal Rainiero y Grace. Y Carolina lo continuó, acompañada siempre de algunos amigos. Las primeras imágenes de la casi recién nacida princesa Alexandra de Hannover se tomaron, por ejemplo, durante un fin de semana de caza en Extremadura. En aquella época recibían alguna visita de la familia real española, como en 2006, cuando se acercaron a para verla y cenar juntos Elena de Borbón y su marido, Jaime de Marichalar.
España siempre ha sido un destino preferido por nobles y millonarios para cazar perdices o participar en monterías. En 2000 visitó nuestro país George Bush padre. El expresidente de Estados Unidos estuvo acompañado por el rey Juan Carlos en la finca Dehesa del Caballero, en Muñopedro (Segovia), regentada por el conde de Añover de Tormes, José Alcázar. Allí disfrutaron de una montería. Muchas de estas jornadas terminaban con una fiesta flamenca.
La llegada de los Grimaldi siempre despertaba gran expectación entre los pueblos cercanos. Un año, un grupo de mujeres del cercano Torremocha quiso entregarle a la princesa un regalo, pero está no quiso recibirlas. Otro año, se recuerda como los hijos de Carolina y varios amigos disfrutaron de la discoteca del hotel «El Labriego», situado en Plasenzuela. Habitualmente el grupo familiar se dividía en dos, por una parte los mayores, por otra los jóvenes, durante la jornada de caza. Andrea cazó su primera perdiz en 1997 en la finca «Aguas de Verano».
20 de enero-18 de febrero
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