Carolina de Mónaco y Vincent Lindon: el romance secreto de la princesa de Hannover tras la muerte de Stefano Casiraghi (que acabó con las cosas del actor metidas en una caja)

Como le sucedió al actor Rob Lowe con la princesa Estefanía de Mónaco (a la que definió como una maestra de la infidelidad), el actor Vincent Lindon fue el «cazador cazado» en su relación con la princesa Carolina de Mónaco. La hija mayor de Rainiero y Grace Kelly no llegó hasta los brazos del actor francés con la inocencia con la que cayó en su casi adolescencia en los de su primer marido Philippe Junot , sino después de haber sufrido la brutal pérdida del amor de su vida, Stefano Casiraghi.

La Carolina de Mónaco de 1990, año en el que se produce el primer encuentro entre el actor y la princesa, era una mujer que no atravesaba su mejor momento. Viuda doliente de Stefano Casiraghi, refugiada de las miradas ajenas en la Provenza francesa para proteger su intimidad y la de sus hijos, el periodo más triste de la vida de la princesa parecía extenderse ante ella hacia el infinito.

Fue entonces cuando conoció a Vincent Lindon, en aquel momento uno de los galanes del cine francés. Él llegaba a la relación con su propio bagaje: acababa de despedirse de diez años con la hija de Jacques Chirac, Claude Chirac, que para más inri era amiga íntima de la princesa Estefanía. Pero ni las amistades ni los vínculos del pasado supusieron nada para el actor: sus íntimos afirman que se volvió loco por la hermana mayor de Alberto de Mónaco.

Por ella convivió en el cuasi anonimato del Mas de la Source provenzal y colabora en la crianza de los tres Casiraghis huérfanos. Por ella aguanta el protocolo de seguridad y a los fotógrafos agazapados en sus vacaciones juntos en la isla de Ré o cuando intentan esquiar juntos en los Alpes.

Por ella acata las órdenes del padre de la princesa, Rainiero, y está dispuesto a cumplir el listado de «normas» que el patriarca exige al futurible marido de su primogénita: que se convirtiera al catolicismo, que se comprometiera a mantener económicamente a todos los hijos de la princesa, que de casarse, el actor residiera en Montecarlo, y que en caso de separación el actor cedería los hijos de la pareja a Rainiero o Carolina y jamás comentaría públicamente nada sobre la intimidad de la pareja ni reclamaría indemnización alguna.

Pero a pesar de los esfuerzos de Vincent Lindon no todo iba viento en popa en la nueva pareja. « Carolina y él tenían una relación muy complicada. Es una de las pocas historias que Vincent no ha controlado », explicaría en 2017 el hermano del actor, Sylvain Lindon, en un programa televisivo.

Contra viento y marea el 28 de mayo de 1995 la pareja aparece junta viendo el Gran Premio de Fórmula 1 de Mónaco, junto al mismísimo príncipe Rainiero, haciendo la relación oficial y augurando en todos los medios que la boda era inminente. Nunca estuvieron más equivocados. Seis meses más tarde de esa presentación pública llegó la sorpresa: Carolina deja a Vincent sin mediar una explicación. O quizá la explicación llegaría un año más tarde, cuando ya todo el mundo relacionaba a la princesa de Mónaco con su amigo íntimo, Ernesto de Hannover.

La ruptura fue especialmente dolorosa y humillante para Vincet Lindon que tuvo que irse del lado de la princesa en plena noche. «Ella hizo que le entregaran una caja con todas sus cosas. Fue muy violento », explicó France Bizot, amiga del actor, en un reportaje televisivo. «Había invertido tanto en esta relación que estaba muy decepcionado (tras la ruptura). Quizás ella no le dio la misma importancia a esta historia que él », enfatiza su hermano Sylvain Lindon. Desde luego, ella nunca ha hablado sobre él y él, cumpliendo lo prometido a Rainiero, jamás ha hablado de ella.