Felipe y Letizia, llegando a la cena ofrecida el día anterior a su boda. / GTRES

La reina ESTABA RADIANTE

Así fue la cena preboda de Felipe y Letizia: 330 invitados, los vestidos más elegantes y aquella arruga en la alfombra

Los reyes ofrecieron una cena de gala previa a la boda de los entonces Príncipes de Asturias. Una celebración que estuvo a la altura de la monarquía europea y en la que no faltaron nadie de los tronos vecinos.

Fue el 21 de mayo de 2004, en el Palacio de El Pardo, la víspera de la boda de los entonces príncipes de Asturias. Los Reyes ofrecieron una cena de gala en honor de los novios. A ella acudieron las familias de los contrayentes, y un selecto grupo integrado por representantes de la realeza o allegados muy íntimos, como los Borbón-Dos Sicilias o los reyes de Bulgaria, Siméon y Margarita, y sus hijos, muy cercanos a los Borbón, además de algunos jefes de Estado. Fue el único acto previo a la boda, ya que, por deseo expreso de los novios, se suspendieron otras celebraciones programadas en la plaza de Oriente, por respeto al luto por los fallecidos en el atentado del 11 Marzo.

Los primeros en llegar fueron los padres de la novia, Jesús Ortiz y Paloma Rocasolano, que escogió para la ocasión un vestido de Felipe Varela. Los novios llegaron a las ocho menos cuarto de la tarde, junto a la familia real. Y dieron la bienvenida a sus 330 invitados – los asistentes a la boda fueron 1400–. El recibimiento y el besamanos tuvo lugar en el patio central del Palacio, cuyos balcones estaban engalanados con los escudos de Felipe V, Alfonso XII, Carlos IV y Felipe II y dos tapices del siglo XVI.

El prestigioso interiorista y paisajista portugués Duarte Pinto Coelho, fue el encargado de la decoración floral en colaboración con el 'Taller de las flores'. Los arreglos florales estaban diseñados en rojo y azul, los colores que formaban entonces el escudo del Príncipe de Asturias. Los centros de las mesas de la cena iban a juego. La tarde amenazaba lluvia y hubo que sacar los paraguas en algún momento. Las damas, entre ellas doña Letizia, miraban al cielo.

La futura princesa, a la que se notaba emocionada, lució un diseño en seda natural de color platino, con un escote abanico, de Lorenzo Caprile, y se adornó con el aderezo de zafiros y perlas que le habían regalado sus futuros suegros en la pedida. La reina Sofía destacó especialmente con un diseño en color dorado de Manuel Pertegaz y el conjunto de pendientes y gargantilla de rubíes de su joyero. Estaba radiante, se la notaba feliz.

Vídeo. Los 5 momentos más románticos de la historia de amor de Letizia y Felipe / MUJERHOY

Entre las demás invitadas destacaron la infanta Cristina con un vestido palabra de honor de Jesús del Pozo y, por supuesto, la princesa Carolina, con un diseño de alta costura de Chanel, con falda negra de talle alto y bolero de muselina rematado con plumas. La reina Rania de Jordania, que optó por un diseño en color plata de Givenchy, fue también de las más elegantes, junto a Máxima de Holanda que optó por un diseño de gasa de Valentino, Telma Ortiz, hermana de la novia, que destacó con un vestido de tirantes y pedrería en verde lima de Felipe Varela, o la reina Noor de Jordania, que vistió un caftán color naranja y bordados en oro.

Los actuales reyes Felipe y Letizia junto a Juan Carlos y Sofía, en la cena previa a la boda de los príncipes de Asturias. / GTRES

Hubo abrazos muy emotivos de la futura princesa de Asturias a sus abuelos paternos y maternos y la anécdota del día la protagonizó el rey Juan Carlos, que se preocupó de estirar una arruga de la alfombra que recibía los invitados y que podía haber provocado más de un traspiés. En el llamado Patio de los Austrias se sirvió el aperitivo, en el que participó el cocinero Paco Roncero, y en el que había piruletas de pistacho, crocantes de maíz con guacamole, fardos de calamar con vinagreta y bocaditos de jamón ibérico. La cena, que dio comienzo sobre las nueve y media de la noche, tuvo lugar en el llamado Patio de los Borbones.

El menú fue obra de Ferrán Adriá y Juan Mari Arzak con productos de las 17 Comunidades Autónomas y fue una especie de puesta de largo ante el mundo de la mejor cocina española. Hubo yemas de espárragos blancos de Tudela con trufa de verano, rape con habitas a la menta y ravioli ibérico de tomate, pechuga de pato en escabeche ligero al vino tinto, con puré de limón. El postre incluyó «pequeñas locuras», como piruletas de chocolate u hojas de menta. Se sirvieron vinos de Navarra, de Ribera del Duero y de Málaga. En total, 84 cocineros y cien camareros estuvieron pendientes de que todo saliera a la perfección.

La mantelería, la cristalería y la cubertería eran de Patrimonio Nacional y la vajilla la prestó el Casino de Madrid. En la mesa principal se sentaron los novios junto a los reyes de Noruega y Dinamarca. El rey Juan Carlos compartió mesa con Paloma Rocasolano y los entonces príncipes de Luxemburgo y la reina con Jesús Ortiz y los reyes de Suecia y Bélgica. Finalizada la cena, se celebró un baile en el Patio de los Austrias.