Alberto de Mónaco tenía miedo de que Charlene huyera del Príncipado por el 'efecto pecera' , y esos temores se hiceron realidad con la larga estancia de la Princesa en Sudáfrica, oficialmente por una dolencia que le impide viajar de vuelta a su hogar y, según la rumorología avivada por familiares oportunistas como Christa Mayrhofer-Dukor , como antesala de un divorcio esperado por muchos. Charlene se empeña en negar la mayor y defiende la unidad de su familia, y la última prueba ha sido una publicación en Instagram en la que la 'princesa triste' se muestra feliz por la visita de su marido y sus hijos. Eso sí, las imágenes son de lo más inquietantes.
Como decíamos, Charlene parece ser la única empeñada en defender la solidez de su matrimonio. Mientras, Alberto II calla (¿y otorga?) esperando la sentencia del juicio de su tercera demanda de paternidad extramatrimonial . Y no sabemos si es por el jet lag, por la preocupación por el estado de salud de su esposa, por este nuevo hijo secreto que va a ver la luz, por una familia que hace aguas por todos lados o porque los rinocerontes de Sudáfrica le quitan el sueño, pero nunca habíamos visto tan desmejorado al Príncipe de Mónaco que parece que se ha echado 20 años, y muchos kilos, encima en estas instantáneas.
Los hijos de la pareja, mientras, parecen disfrutar de la naturaleza en el país de origen de su madre. Según detalla Charlene, la pequeña Gabriella «decidió cortarse ella misma el pelo» y la Princesa ha intentado «hacer lo que he podido por arreglarlo», de ahí ese flequillo que nos recuerda a Wonderwoman. El Príncipe Jacques, por su parte, luce chándal con chaqueta de camuflaje, un atuendo cuanto menos sorprendente para un heredero al trono.
Y entre tanta imagen aparentemente idílica, la sonrisa forzada de Alberto II y una Charlene que intenta irradiar felicidad y dar la apariencia de una familia bien avenida: «emocionada por tener a mi familia de vuelta conmigo», reza el texto que acompaña a las fotos que ha compartido la Princesa en su cuenta oficial de Instagram. ¿Este intento de acallar las malas lenguas será el definitivo o, por el contrario, será el último capítulo de esta crónica de un divorcio anunciado?
20 de enero-18 de febrero
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