Por qué el viaje de Charlene a África tiene más trasfondo del que creíamos: Alberto de Mónaco temía que su mujer huyera por el efecto pecera y por las comparaciones con Grace Kelly (y su pesadilla se ha hecho realidad)

La huida de la princesa Charlene no coge por sorpresa a Alberto de Mónaco. Él ya temía que se asustara por el enorme reto que tenía ante sí.

Ya no es ninguna noticia que Alberto de Mónaco y la princesa Charlene celebraron el pasado julio su décimo aniversario de boda con miles de kilómetros de por medio, los que separan Montecarlo de Sudáfrica. Todos conocemos, también, la versión oficial y la no oficial de su separación: un problema de salud que ha culminado en una reciente operación o la amenaza de la declaración de un tercer hijo ilegítimo del patriarca Grimaldi, famoso por su descontrolada vida sentimental. Sea como fuere, no se puede decir que la espantada de Charlene sea una sorpresa para Alberto. El príncipe ya temía que algo así pudiera pasar antes de casarse.

La persona que ha puesto el foco sobre este miedo del príncipe Alberto ha sido el periodista Joel Stratte-McClure, director de un documental que se emitió el pasado julio en el canal británico Channel 5. Su trabajo de investigación se llama 'The Curse of Grace Kelly's Children' (La maldición de los hijos de Grace Kelly) y parte de sus encuentros con Alberto II, al que conoció antes de su boda con la ex nadadora olímpica Charlene Wittstock. Este periodista narra en su documental que el príncipe de Mónaco estaba «temeroso» de que su prometida no pudiera soportar el 'efecto pecera' que se produce en Mónaco. La vigilancia.

«Alberto me ha dicho que sentía lástima por cualquiera que se convirtiera en la princesa de Mónaco, debido al efecto de pecera y las obligaciones que venían con ese papel», asegura Joel Stratte-McClure, corresponsal británico en la capital monegasca. Lo cierto es que en la década que ha estado ejerciendo como primera dama del Principado este temor del príncipe ha podido adivinarse o incluso sospecharse, ya que los padecimientos de Charlene han alimentado más rumores que informaciones contrastadas. Y se da por descontado que la posición de primera dama conlleva un nivel de presión, vigilancia y crítica que puede llegar a ser insoportable para una mujer que no haya crecido bajo esas circunstancias.

Vídeo. Charlène de Mónaco la vida de «la princesa triste»

En el mismo año de su boda, en julio de 2011, la propia princesa Charlene comentó sentirse «muy sola» en Mónaco; un año después se supo que tenía depresión, aunque la explicación oficial a este padecimiento fue que no podía darle un heredero a su esposo. Finalmente, en 2014 llegaron al mundo los mellizos, la princesa Gabriella y el heredero al trono, el príncipe Jacques. Desde entonces, Charlene ha intentado estar presente y cumplir con sus obligaciones de princesa de Mónaco, pero ha sido evidente lo mucho que le cuesta sonreír y verse relajada en los actos oficiales.

En el mismo documental, un experto en información relativa a la Familia Real monegasca, Phil Dampier, señaló un segundo factor que puede haber hecho mella en la princesa Charlene. «Creo que Alberto estaba preocupado por las inevitables comparaciones con Grace Kelly que se iban a producir con la llegada de Charlene al trono. Tenía miedo de que no supiera soportar el pedestal en el que se ha puesto a su madre». Sin duda, el agravio comparativo ha sido enorme, y no ha ayudado que la nueva princesa echara tanto de menos su tierra natal.

«Soy africana y esta es mi herencia. Siempre lo será. Está en mi corazón y en mis venas '', declaró a un canal de televisión sudafricano en 2017, durante una visita privada a su país. El año pasado, Charlene Wittstock admitió que la vida lejos de su casa era «muy dolorosa», y añadió: 'Tengo el privilegio de tener esta vida, pero extraño a mi familia y mis amigos en Sudáfrica y a menudo estoy triste porque no siempre puedo estar ahí para ellos'.