Muchos la conocen, sin embargo, por ser la hermana menos conocida de Bianca Brandolini, la «socialité» y modelo que saltó a las páginas de las revistas del corazón en 2008 por su relación con Lapo Elkann, que se acaba de casar en Portugal tras cambiar radicalmente de vida y pasar de las drogas y los excesos a una vida resevada y feliz. Daba la casualidad de que, además de novios, Lapo Elkann y Bianca Brandolini d'Adda eran primos. En esos tiempos, mietras ella acudía a los desfiles de moda, él era el responsable de la imagen y el marketing de Fiat, la empresa que su abuelo, Gianni Agnelli, convirtió en una de las más importantes de Italia. En su círculo de amistades se contaban tamibén los hermanos Casiraghi y las hermanas Borromeo.
Pero a Coco Brandolini d' Adda no le importa la publicidad. Todo lo contrario, prefiere mantenerla al margen. Su cuenta de Instagram es privada y su trabajo tiene que ver, no con la parte de exhibición de una pasarela o una portada, sino con la labor oculta que lleva a una marca a diseñar una buena colección. Esa es su labor, buscar la belleza y hacer que se convierta en una prenda, en una joya, en un bolso. Coco descubrió su amor por la moda cuando había terminado sus estudios universitarios, pero su apellido es el de una de las dinastías más importantes de la aristocracia italiana, unida por familia a los Agnelli, aristocracia empresarial, y le ha permitido estar en contacto con el arte, la Alta Costura y las antigüedades desde niña.
A sus 42 años –nació el 27 de junio de 1979, en París– , vive en Milán con su familia – marido y tres hijas–, pero gracias a su trabajo como consultora de moda viaja por todo el mundo, desde La India a Nueva York, algo que adora, especialmente si puede hacerlo con una mochila al hombro, una inclinación exótica para quien ha vivido, desde niña, en «palazzos» y mansiones. Pero es que Coco pertenece a una estirpe de aristócratas para los que lo más importante son la vida y el arte, no el protocolo.
Coco es la hija del Conde Rodrigo Tiberto Brandolini d'Adda, conde de Valmareno, y de la princesa Georgina Maria Natividad de Faucigny-Lucinge et Coligny, nacida en Rio, un ícono de la moda italiana, musa de Valentino durante 20 años. La niña Coco estaba acostumbrada a asistir a los desfiles de Valentino y a apreciar la riqueza y el arte de sus diseños. Luego, Coco trabajó para Oscar de la Renta durante cuatro años antes de convertirse en consultora de Alberta Ferretti. Confesó a Vogue Italia que le gusta tanto la moda que cuando su esposo, el empresario Matteo Colombo, le propuso matrimonio en 2008, una vez que dejó de llorar, su primer pensamiento fue para Oscar de la Renta. La pareja celebró su ceremonia civil ante cuatrocientos invitados en la Embajada de Italia en París, el 13 de septiembre de 2008. Por supuesto, la novia vestía un de la Renta. Unos días más tarde, el 27 de septiembre, se casaron por la iglesia en una ceremonia privada, solo para la familia, en Vistorta, la casa familiar de los Brandolini d' Adda a las afueras de Venecia. Hoy tienen tres hijas.
Ella misma reconoce que no tomó un camino tradicional en la industria de la moda. Estudió Ciencias Políticas y Filosofía en la Universidad de París, y nunca pensó que trabajaría en la moda, aunque fue becaria en la revista Harper's Bazaar y asistió a la Escuela de Arte y Diseño Central Saint Martins, en Londres. Pero fueron sus prácticas en Oscar de la Renta, en Nueva York, como asesora de moda y asistente de diseño, las que le introdujeron el verdadero gusto por la ropa. Esas prácticas se convirtieron en un trabajo que duró cinco años. Su vida cambió por completo, se mudó a Nueva York. «Fue maravilloso», ha explicado a Vogue Italia. «Pero, sobre todo, me hizo entender que la moda y la ropa eran la única carrera que yo quería hacer. Empecé a investigar tejidos y diseños y así empezó mi carrera…» Después se convirtió en consultora para Alberta Ferretti y, más tarde, para Nina Ricci y Bottega Veneta. Trabajó también para Giambattista Valli y, en 2012, empezó a trabajar para la parte de Alta Costura de Dolce&Gabbana.
Los primeros recuerdos de Coco sobre la ropa provienen tanto de su madre como de su abuela, la condesa Cristiana Brandolini D'Adda, hermana de Gianni Agnelli. Pasó mucho tiempo con ella durante su infancia. «Siempre vestía de Balenciaga y Christian Dior, por supuesto a medida, era lo que se llevaba en aquella época», recuerda. Dos de los palacios más importantes de la familia son el Palazzo Brandolin Rota y el Palazzo Morosini Brandolin, situados en el Gran Canal de Venecia. Coco creció en París, pero pasó largas y frecuentes temporadas en la finca familiar de Vistorta, en el campo. «Ella me influyó para que viera las cosas no de una manera obvia, sino para buscar siempre algo especial, algo fuera de lo común», contaba a Vogue Italia. «Tiene una forma mágica de mezclar la ropa, pero también las joyas. Por ejemplo, usa una pulsera de piedras preciosas junto con otra que encontró en un mercadillo. Pero nunca juzga a pesar de que tiene el mejor gusto del mundo».
Cristiana fue una de las mujeres más elegantes y con mejor gusto de su época, un auténtico icono que adora el refinamiento sin ostentación y el lujo sin exhibicionismo. La retrató uno de los fotógrafos más emblemáticos del momento, Cecil Beaton.«Cristiana era excéntrica y curiosa, muy distinta de otras mujeres de su época».
Gracias al trabajo de su madre, Georgina, en la moda, Coco estuvo rodeada también de ropa hermosa. Y desde muy temprano entendió cómo el estilo puede expresar la personalidad. La familia tenía casas en París, Ginebra y Trancoso, Brasil. La joyería es otra de sus pasiones. La descubrió, por primera vez, en una exposición del Museo V&A, de Londres. «Fue hace mucho tiempo, pero recuerdo que me quedé impresionada por el trabajo artesanal y por su fuerza estética», explicaba en una entrevista.
El estilo de Coco es el epítome del «boho chic». Mezcla muchas cosas, nunca lleva un «total look», pero siempre busca que su estilo sea femenino y cómodo. Le encanta apreciar los tejidos e investigar la fabricación de cada pieza. En los últimos años, su trabajo con Dolce&Gabbana le ha influido mucho a la hora de escoger sus prendas. En su círculo –Brandolini d'Adda es la madrina del hijo de Margherita Missoni, Otto Hermann Amos, y recorre las tiendas de antigüedades de Roma o Nueva York con Ginevra Elkann o Tatiana Santo Domingo– su estilo relajado y personal es considerado uno de los más imaginativos y elegantes.