Con un vestido de inspiración africana y una boina a juego la princesa Delphine Sajonia-Coburgo celebró el 21 de julio su primer día nacional de Bélgica sentada al lado de sus hermanastros royals: el rey Felipe y los príncipes Lorenzo y Astrid. El viaje de Delphine Böel hasta llegar a esa imagen captada ayer es muy semejante al de otros hijos concebidos por los royals fuera del matrimonio: un largo periplo de juicios en busca de su legítimo apellido. La diferencia entre esta mujer, que consiguió ser reconocida como hija del rey Alberto II de Bélgica en enero de 2020 con la de otros, como por ejemplo los hijos secretos del príncipe Alberto de Mónaco ( Jazmin Grace y Alexandre Grimaldi-Coste), es que Delphine ha conseguido una reparación y reconciliación sentimental casi completa.
Aunque no es oro todo lo que reluce... Para poder estar en la misma foto que sus hermanastros royals, Delphine ha tenido que pasar una larga peregrinación por juzgados, con prueba de ADN incluida para que la ciencia y la justicia confirmaran lo que ella ya sabía: que era la hija del rey de los belgas.
Ella ha declarado en múltiples ocasiones que el dinero nunca fue su objetivo, que buscaba otro tipo de reparaciones más íntimas y persobales, como el hecho de poder llevar el apellido de su padre. Y esas reparaciones ya le están llegando. Apenas unos días después de que la justicia belga reconociera su derecho a ser considerada princesa de Bélgica, su hermanastro el rey Felipe la invitó a visitarle a su residencia oficial en el castillo de Laeken.
Tras este primer encuentro su propio padre, el rey emérito Alberto junto a la reina Paola, la invitaron a su residencia, el castillo de Belvedere. Y este mismo año, en febrero, la familia real contó con ella por primera vez para una ceremonia íntima que tuvo lugar en la cripta de a iglesia de Laeken, el lugar donde descansan los restos de los antepasados de la dinastía.
Estamos convencidos que ayer, mientras veía desfilar como cadete a su sobrina la princesa Isabel de Bélgica, futura heredera del trono, en el desfile militar del día nacional belga, en el mismo palco que su hermano el rey Felipe y su cuñada la reina Matilde, la princesa Delphine disfrutó ese momento en el que todo el mundo fue consciente de que ahora hay que referirse a ella como alteza real. Eso y reunirse para charlar con su padre son las dos únicas cosas que Delphine quería.