Rafael Medina y Fernández de Córdoba, Duque de Feria y exesposo ,de Naty Abascal -que, recordemos, tuvo un romance con Ramón Mendoza- (que está sufriendo la segunda tragedia de su vida por culpa de su hijo Luis Medina ) sufría fuertes depresiones desde la juventud y estuvo ingresado varias veces. Pero su vida se había convertido en una bajada a los infiernos desde que fue condenado por tráfico de drogas y corrupción de menores e ingresó en prisión en 1993. Salió de la cárcel dos años después, en 1995, y cinco más tarde, en 2000, intentó suicidarse, algo que ya había intentado varias veces. En esos años, el Duque se convirtió en una sombra de lo que había sido. Su historia trastornó a toda su familia, una de las casas nobles más importantes de España, los Medinaceli, al igual que a su exmujer, la modelo y estilista Naty Abascal que, a partir de ese momento, llevó el relato de su matrimonio como un peso del que ya no pudo librarse.
Tarde o temprano aparecía el tema, uno de los sucesos más traumáticos de la España de los noventa, en una entrevista o en un artículo, y los esfuerzos de Naty para dejarlo atrás se volvían vanos. Su preocupación fue siempre proteger a sus hijos, Rafael y Luis , a los que mandó a estudiar al extranjero, para evitar que oyeran las terribles acusaciones que pesaban sobre su padre.
Rafael era el segundo hijo de la Duquesa de Medinaceli y de Rafael Medina y Vilallonga. Estudió Económicas en Sevilla y Madrid y luego en la London School of Economics, en Londres. Se dedicó a la gestión de los negocios familiares, con poco más de 20 años. Rafael llevaba uno de los títulos españoles más antiguos de España, con Grandeza de España. Lo concedió Felipe II en 1567 y en 1739 se convirtió en uno de los ducados de la Casa de Medinaceli. Rafael era también marqués de Villalba.
Rafael Medina había sido el centro de atención de la vida de la nobleza. Había bailado con Jacqueline Kennedy o Grace Kelly, en las fiestas que organizaban su madre, la Duquesa de Medinaceli en la Casa de Pilatos. Fue un joven triste, convencido de que su madre no le quería. En esa época los niños eran asunto de las «nannies», las madres no se los llevaban de vacaciones, ni a dar un paseo. Se sintió marginado respecto de su hermano menor, Ignacio, actual Duque de Segorbe y envuelto en un proceso judicial con la actual heredera, Victoria Hohenlohe-Langeburg , y una parte de su sobrinos, por varios títulos y por parte de la herencia familiar. Él era un soltero de oro. Simpático, aunque tímido. Luego atormentado, adicto. Tuvo sus primeras depresiones y estuvo internado antes de casarse en la Clínica de Navarra.
El 14 de julio de 1977, se casó con Naty Abascal, en la ermita del Rocío, en Almonte, Huelva. Se conocían desde niños. Del matrimonio nacieron Rafael, el actual Duque de Feria, y Luis, marqués de Villalba. Pero duró apenas 10 años. Rafael se separó de Naty en 1988. Confesó que nunca estuvo enamorado de Naty, pero que se casó con ella por desafiar a su familia, que no consideraba adecuada a la modelo, que había dejado atrás una fulgurante carrera en Estados Unidos , donde también estuvo casada. Rafael quiso cancelar la boda días antes, pero no se atrevió. Se divorciaron cuando Naty se enamoró de Ramón Mendoza, presidente del Real Madrid en aquella época. Él apreciaba mucho a la familia Abascal y dejó de tener contacto con ella, lo que le llevó a sentirse solo y perdido. También se distanció de sus hijos adolescentes. Tras el divorcio comenzó a consumir grandes cantidades de cocaína y de alcohol y a frecuentar famosos prostíbulos de Sevilla.
El aristócrata fue de mal en peor. Se vio envuelto en un sonoro escándalo, en los últimos años de su vida, relacionado con una trama de corrupción de menores y de tráfico de drogas, a finales de los años ochenta. Varias prostitutas, una de ellas menor, le acusaron de utilizar sus servicios en un conocido local de alterne de Sevilla. Pero eso no fue todo. Lo peor llegó con la acusación del rapto, en dos ocasiones, de una niña de cinco años. La madre de la menor aseguró que la había desnudado y fotografiado. La sentencia determinó que la niña había sido secuestrada con ayuda de una tía, a la que el Duque había pagado 25.000 pesetas. Cuantos más detalles se conocían del asunto, más escabroso se volvía. La sentencia determinó que el duque estaba en posesión de sus facultades mentales.
En marzo de 1994 fue condenado a 18 años de cárcel por dos delitos de rapto, uno de corrupción de menores y otro de tráfico de drogas. Esta condena fue recurrida y quedó en nueve años. Finalmente estuvo en la cárcel cinco años. Salió en libertad condicional en 1998, aunque volvió a la cárcel días después por conducir ebrio. Naty se llevó a sus hijos a estudiar en Estados Unidos para distanciarlos del escándalo. Allí estudiaron, pero perdieron la relación con su padre, algo que ellos mismos han revelado que les costó mucho retomar. Fue muy doloroso para los dos jóvenes, pero, al final, recuperaron la figura de su padre. Luis se fue a vivir con él a Sevilla con solo 19 años.
El «caso Rafael Medina» fue uno de los más morbosos y escandalosos de los vividos en la España de finales de siglo. A los delitos de tráfico de drogas y rapto de una menor se unía el hecho de que fuera uno de los aristócratas españoles más conocidos, siempre presente en las revistas de sociedad y padre de dos chicos preadolescentes. La radio difundió su sentencia antes de que él mismo la conociera. Y la revista «Interviú» publicó varias fotos en las que aparecía el Duque con varias niñas desnudas, delito por el que también fue condenado.
20 de enero-18 de febrero
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