
CELEBRACIÓN A SOLAS CON LETIZIA
CELEBRACIÓN A SOLAS CON LETIZIA
Decenas de ayuntamientos de toda España iluminarán hoy de rojo sus fachadas para celebrar el 56 cumpleaños de Felipe VI. Se trata de un gesto cada vez más frecuente en los consistorios que subraya cierto cierre de filas en torno a la figura del rey y, por extensión, de la familia real. La iniciativa corresponde a la asociación Concordia Real Española y el momento no puede ser más propicio. El monarca no ha recibido demasiadas buenas noticias últimamente.
Tenemos a un rey ciertamente atribulado, como muestran las canas que ya cubren prácticamente por completo pelo y barba. Las preocupaciones son inherentes a la posición de jefe de Estado, lo mismo que los fallecimientos resultan inevitables a partir de cierta edad. Felipe de Borbón tuvo que despedirse recientemente de un amigo del alma, el teniente coronel Manuel Rueda Valido, compañero durante su formación militar en la Academia General de San Javier. No son días fáciles para el monarca ni para la familia real.
Quizá para exorcizar de demonios estos días de invierno, Casa Real anunció a pocos días del 56 cumpleaños del rey Felipe el nombramiento llamado a revolucionar Zarzuela en los próximos años. Hablamos de Camilo Villariño, nuevo jefe de la oficina del rey en sustitución de Jaime Alfonsín, jefe de la Secretaría del Príncipe de Asturias desde 1995 y, desde 2014, al frente de la oficina que acompaña y coordina la agenda del monarca. Hablamos de casi tres décadas de servicio en Zarzuela.
La demanda de nuevos modos y estilos en la comunicación venía repitiéndose desde hace algunos años, pero con mucha mayor intensidad en el último lustro. Un giro que quizá ya no estaba en la mano de Jaime Alfonsín, probablemente una figura de transición tras la inesperada abdicación del rey Juan Carlos I, más dedicado a apagar fuegos y atemperar polémicas que a realizar actualizaciones importantes. Villariño, sin embargo, ha de llegar con empuje e ideas.
El nombramiento de nuevo jefe en Zarzuela llena de significado el 56 cumpleaños de un rey Felipe que parece deseoso de marcar una nueva etapa. Y, a decir de sus últimos discursos, absolutamente influida por el criterio, las preocupaciones y las necesidades que le marca su hija Leonor, a la que no deja de referirse en sus intervenciones institucionales. Cabe pensar que el monarca desee para su primogénita la sucesión alejada de polémicas que él no pudo tener. Y, quizá, algo más.
Felipe de Borbón inicia su segunda década como monarca y jefe de Estado. /
Indudablemente, asegurar la sucesión se ha convertido en la preocupación número uno de los reyes Felipe y Letizia. Esa es la clave del programa de actualizaciones que desplegará el nuevo jefe de Casa Real en coordinación con el monarca y en el que, necesariamente, han de impulsarse los cambios en comunicación que llevan ensayándose tímidamente en los últimos tiempos. En resumen: más naturalidad, más inmediatez, menos encorsetamiento y la máxima transparencia.
Pero, además, puede que percibamos en la presencia renovada del rey Felipe una nueva tonalidad, sintonizada con la generación Z que representa Leonor. Quizá veamos un monarca que, frente a un medio ambiente político que hiere y rasca, devuelva sensibilidad, conciliación y escucha para convencer a esos jóvenes preocupados por el cambio climático, la salud mental y la dificultad para llevar adelante sus proyectos de vida.
Situarse ahí, en ese futuro inmediato donde Leonor se va a desenvolver como inminente monarca, puede ser la herramienta principal para un rey Felipe al que conviene más la discreción que situarse en el ojo de cualquier huracán. Un buen ejemplo de este papel paternal del jefe de Estado puede ser el rey Carlos III, implicado en causas sociales como la pobreza de alimentos y siempre entrañable en sus apariciones en televisión y mensajes a la ciudadanía británica.
El rey Felipe VI y la princesa Leonor, tras la jura de la Constitución el pasado mes de octubre. /
Evidentemente, los Borbón, como los Windsor, han de lidiar con tensiones en el seno familiar que están en los titulares día sí día no, aunque en el caso español parecen reconducirse hacia algo parecido a la normalidad. Puede que este año veamos mayor fluidez en la relación del rey Felipe con el emérito Juan Carlos o, al menos, una mayor coherencia entre la realidad de la relación privada y la escenificación pública de la misma.
Habrá, sin duda, la lógica llamada de teléfono entre padre e hijo, aunque este no pueda celebrar su cumpleaños al lado de la princesa Leonor y la infanta Sofía, ya que ambas están en clase a muchos kilómetros de Zarzuela o en la academia militar. La fiesta quedará entre el rey y la reina, ambos seguramente con la mente puesta en la recepción al cuerpo diplomático que tendrá lugar en el Palacio Real el miércoles. Felipe VI pronunciará un discurso que se espera con expectación cada año, pero este aún más.