Froilán de Marichalar y Borbón, no quiere ser influencer como su hermana Victoria Federica, pero sigue liándola: por qué no consigue pasar desapercibido

Nadie podrá decir nunca que Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón , el único hijo de la infanta Elena (que se acaba de mudar de barrio a Almagro ) y Jaime de Marichalar, Grande España y excelentísimo señor, no es un hombre de ideas fijas. Concretamente de un par de ideas, si hacemos caso a los titulares que suelen aparecer asociados a su nombre: es un mal estudiante y un buen amigo de las peleas.

El nieto más taurino y fiestero del rey Juan Carlos ha vivido «años salvajes» en su primera adolescencia (con tiro en su propio pie cuando tenía 13 años e insultos racistas en el Parque de atracciones a los 17 incluidos) que están lejos de desaparecer por mucho que el joven haya hecho propósito de enmienda y desee ser más discreto de lo que era antes. Pero no lo ha conseguido.

Mientras su hermana Victoria Federica se esfuerza por reinar en Instagram, Pipe, en menos de seis meses, ha demostrado que los titulares de los periódicos son la teoría del eterno retorno para él: si en octubre nos enterábamos a través de un compañero de clase que Froilán había acabado en comisaría por una pelea, esta misma semana se ha filtrado el vídeo de por qué le habían expulsado de una discoteca madrileña.

Los líos de Froilán son su seña de identidad, por mucho que intente huir de los paparazzis, ahora mismo cualquiera con un móvil capta al nieto de la reina Sofía liándola cada cierto tiempo y lo comparte en redes. Así pasó en su primera pelea grabada en 2017, como no, a las puertas de una discoteca que acabó provocando un debate en Sálvame sobre si la actitud del joven era la habitual en él o no. A la vista de que una vez intentó clavar un pincho moruno en su propio primo, podemos pensar que sí.

La verdad es que desde que su padre pronunció la desafortunada frase con la que fue presentado al mundo el primer nieto de los reyes eméritos (el mítico «se parece a la madre, el pobre»), las «hazañas» de Froilán han alimentado todo tipo de polémicas. Desde cuando le arreó una patada a su prima Victoria López de Quesada en la boda de Felipe y Letizia, a cuando concedió una entrevista exclusiva a Espejo público para hablar de toros sin que su propio padre lo supiera o cuando se puso a trabajar de relaciones públicas de una discoteca siendo menor de edad, Froilán va por libre.

Su incapacidad para los estudios es legendaria y el motivo que le hizo desfilar por un internado en Sigüenza y otro en Estados Unidos en el que aprobó todo milagrosamente y se fumó un puro para festejarlo. A pesar de su trayectoria estudiantil poco brillante, Froilán paga religiosamente sus costosas clases de Administración de Empresas en el The College For International Studies madrileño a las que, según sus compañeros, ha acudido cinco veces en un año.

No parece que vaya a ser empresario. Lo que sí parece es que su frase de cabecera « vosotros no sabéis quién soy» está lejos de desaparecer de su vocabulario: se la dijo a los que le pararon cuando se saltaba los cierres perimetrales durante la pandemia y se la dijo a los guardias municipales que le multaron por aparcar mal el coche meses más tarde. Seguramente también la pronunció cuando el portero de la discoteca de este fin de semana le invitó a «irse» del local.