El príncipe Emanuele Filiberto de Saboya, envuelto en una nueva polémica. /
El príncipe Emanuele Filiberto de Saboya, pretendiente heredero al desaparecido trono italiano, no deja de generar suculentos titulares en los últimos meses. Primero cuando le cedió los derechos dinásticos a su hija Vittoria y posteriormente se arrepintió . Y más recientemente, con su noviazgo sorpresa con la modelo mexicana Adriana Abascal , tras su secreta separación de Clotilde Courau.
Ahora el único vástago del hijo del último rey de Italia ha vuelto a primera línea de la actualidad gracias a las declaraciones de su primo, Aimone de Saboya Aosta. El duque de Aosta ha hablado largo y tendido con el Corriere della sera sobre cultura rusa, su relación con el rey Carlos III o su visión de Europa, pero un párrafo en particular de la entrevista atrajo la atención de Emanuele Filiberto.
Se trataba del apartado dedicado al destino de las joyas de los Saboya, depositadas desde hace décadas en las bóvedas romanas del Banco de Italia. Este fue el resultado de la interpretación que las autoridades italianas hicieron de la disposición transitoria decimotercera de la Constitución, según la cual «los bienes existentes en el territorio nacional de los antiguos reyes de la Casa de Saboya, de sus esposas y de sus descendientes varones serán transferidos al Estado».
Aimone de Saboya es de la opinión de que este histórico conjunto de joyas debería ser expuesto en un museo para el disfrute del conjunto de la ciudadanía, algo a lo que su primo y sus tres tías maternas, hermanas del difunto Vittorio Emanuele de Saboya , se oponen.
El príncipe Emanuele Filiberto ha refutado sistemáticamente esta interpretación de una ley decretada en 1946, estableciendo una distinción entre las joyas de la corona y las que pertenecen a su familia. Apoyándose en facturas y certificados, desde 2022 ha realizado numerosas gestiones ante los tribunales italianos para hacer valer su punto de vista.
El príncipe Aimone de Saboya Aosta, el otro aspirante al trono de Italia. /
El royal aseguró hace tiempo en una conversación con la revista francesa Point de vue que «este procedimiento, iniciado por los cuatro herederos del rey, mi padre y sus tres hermanas, implica a tres instituciones: el Gobierno italiano, el Banco de Roma y el Ministerio de Finanzas. Estas instituciones objetan que se trata de las joyas de la corona. Como tales, pertenecen al Estado, habiendo sustituido la República a la Corona. Esto es completamente falso, ya que, por el contrario, son propiedad privada que la Casa de Saboya puso a disposición de la Corona».
El pretendiente al trono del país transalpino asegura también que en ningún caso se pagó con dinero del Estado un tesoro envuelto en leyendas, cuyo valor exacto se desconoce, pero que podría llegar a los 300 millones de euros y estar compuesto por más de seis mil diamantes y dos mil perlas engastadas en todo tipo de joyas, procedentes en su mayor parte del joyero de la reina Margarita de Saboya.
En el artículo del Corriere della sera, Aimone de Saboya Aosta explica que apoya el principio establecido en la Constitución, afirmando de pasada que las demandas de su primo «no tienen sentido», ya que «el hecho mismo de que Humberto II [que duró apenas un mes en el trono antes de que llegara la república] las dejara a disposición del Banco de Italia demuestra que no las consideraba propiedad privada».
El príncipe Emanuele Filiberto de Saboya reaccionó inmediatamente tras la publicación de la entrevista, emitiendo un comunicado firmado por su abogado Sergio Orlandi, que también representa a sus tías, las princesas María Gabriela , María Pia y María Beatriz de Saboya.
En el texto se puede leer que «los herederos de su majestad, el rey Humberto II de Italia están asombrados por las declaraciones de Aimone de Saboya Aosta», antes de que se recalque que este «no es descendiente directo» del último rey del país. Posteriormente añaden, una vez más, que «las joyas depositadas en el Banco de Italia no son joyas de la corona, sino bienes personales» y que «nunca han sido confiscadas por el Estado». Sobre este último punto, serán los tribunales los que decidan entre las distintas versiones de los primos príncipes.