Su infancia aristocrática fue una combinación de «formalidad y anarquía», según han escrito sus biógrafos. Las seis hermanas Mitford, Nancy, Pamela, Diana, Unity, Jessica y Deborah, y su hermano, Tom, el menor, que murió en la segunda guerra mundial, fueron, en gran parte autodidactas. Recorrieron la biblioteca familiar para estudiar lo que les interesaba, y cada una de ellas destacó por su elevada autoestima y su alto nivel de autoconfianza. Durante los años treinta, las hermanas fueron el centro de escándalos y ocuparon las primeras páginas de los periódicos británicos sin descanso. Nancy, la mayor, fue la encargada de convertir en literatura las andanzas de la familia. «A la caza del amor», su primer libro, convertido recientemente en una exitosa serie de televisión, que se puede ver en Movistar+, dirigida por Emily Mortimer y protagonizada por Lily James y Dominic West, es una novela en clave, semi autobiográfica, en la que se reflejan las vivencias sentimentales de Nancy y las de su familia.
La novela, publicada en 1945, arrasó en las librerías y convirtió a las hermanas en un mito de la sociedad británica. Pero el resultado literario no es tan amargo como lo fue la realidad. Nancy consiguió, con su sentido del humor y su ironía, transformar a los Mitford en una pandilla de excéntricos inofensivos. Pero la verdad fue la de una guerra continua entre las hermanas, azuzada por los enfrentamientos políticos de la época, sin rastro de romanticismo.
El linaje de su padre, David Freeman-Mitford, vástago de una antigua familia aristocrática, se remonta a la conquista normanda. Se convirtió en el barón Redesdale. Junto con su esposa, Sydney Bowles, trajo al mundo seis hijas y un hijo. Todas ellas destacaron por su belleza y su obstinación. Crecieron en distintas casas de campo libres para desarrollar su personalidad, sus pasiones y su excentricidad. Solo su hermano, por ser el varón de la familia, recibió una educación formal. Los Redesdale eran unos privilegiados socialmente, pero su economía no estaba a la misma altura. Las hermanas se educaron de forma desordenada. Fue su madre quien se encargó de ello junto con varias institutrices. Les enseñaron a leer, por supuesto, además de aritmética y francés, pero sus lagunas eran importantes. Entre ellas formaron un fuerte vínculo desde la infancia: hablaban un lenguaje en clave y acuñaron apodos para sus padres (papá era «Farve», mamá era «Muv» ), para ellas mismas (Unity era «Bobo», Diana era «Honks», Jessica era «Decca», Deborah era «Debo»), sus niñeras, sus institutrices y sus mascotas.
Linda Raddlet, la protagonista de la novela, es la propia Nancy Mitford, pero muchos de los episodios que la escritora le atribuye son vivencias de sus hermanas. El tío Matthew, que odia a los extranjeros, es fiel reflejo del xenófobo barón Redesdale, y su madre, apodada «La desertora«, por abandonar a su hija en busca de una vida más «glamourosa», está inspirada por su hermana Diana, que protagonizó un sonado adulterio. Considerada la más bella de las hermanas, Diana abandonó a su marido, el heredero Bryan Walter Guinness, futuro barón de Moyne, para casarse con Oswald Mosley, fundador de la Unión Británica de Fascistas, también casado. Lord Redesdale, horrorizado, prohibió a sus hermanas todo contacto con ella. Pero fascinada por la ideología de su amante, Diana entró a formar parte del círculo íntimo de Hitler, que en 1936 fue testigo de su boda, celebrada en casa de Goebbels. Cuando estalló la guerra, ambos fueron encarcelados en Londres, gracias en parte a que Nancy les denunció.
Unity Mitford, que se llamaba Valkyrie de segundo nombre en homenaje a Wagner, también quedó fascinada por el nazismo. Durante un viaje a Alemania en 1934 se convirtió en amiga personal de Adolf Hitler. Su destino cuando estalló la guerra no fue mucho mejor que el de Diana: se disparó un tiro en la sien, con una pequeña pistola que le había regalado el Fuhrer. La bala quedó alojada en su cerebro y tardó ocho años en morir, con sus facultades mentales mermadas. Pero, ni Diana, ni Unity renunciaron nunca a su pasado. Diana dijo que ser odiada no significaba nada para ella y que el Holocausto era una exageración, y Unity se autoproclamó «anti judía» hasta el final de sus días.
En el extremo opuesto, Jessica Mitford abrazó el comunismo, se puso del lado de los republicanos en la Guerra Civil Española y fue defensora de los derechos civiles estadounidenses cuando se mudó a Estados Unidos. Nunca perdonó a Diana por su militancia fascista, aunque sí simpatizó con Unity, a pesar de su relación con Hitler.
Las demás hermanas, Deborah y Pamela, se puede decir que fueron las más «convencionales». Deborah se convirtió en duquesa de Devonshire tras su matrimonio, a los 21 años, con Lord Andrew Cavendish, y ganó popularidad por su cuidado de Chatsworth, una majestuosa mansión de 126 habitaciones con jardines de más de cincuenta hectáreas. Pamela, quizás la más se instaló en el campo para criar gallinas, tras casarse con el millonario Dereck Jackson, que se casó seis veces y no ocultaba su bisexualidad. Tras el divorcio, ella misma se unió a la amazona italiana Giuditta Tommasi. Sus hermanas siempre dijeron entre susurros que era lesbiana.
Nancy, de inclinaciones socialistas como Jessica, se convirtió en un clásico de la literatura inglesa con sus novelas. Enamorada de un político francés de origen polaco llamado Gaston Palewski, se mudó a París para que pudieran estar juntos, y así fue, pero nunca se casaron. Él le fue constantemente infiel y se casó finalmente con una aristócrata francesa con el rimbombante nombre de Hélène Violette de Talleyrand-Périgord. Todos sus libros están escritos con la misma mezcla de humor, crítica, agudeza, ironía y romanticismo para tapar la cruda realidad.