La vida sigue, y la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin recorren ya los restos del naufragio matrimonial para ver qué pueden rescatar del desastre. La interrupción matrimonial sigue su curso y pocos apuestan ya por una reconciliación, visto el escándalo de sus fotos con Ainhoa Armentia, la administrativa con la que comparte destino laboral en un despacho de abogados de Vitoria. En la reunión nada secreta que ya han mantenido Iñaki y Cristina en Barcelona, aprovechando las vaciones invernales de su hija Irene (16 años), los ex duques de Palma han coincidido lo justo y cada uno ha pernoctado en una casa distinta (él, en la de su hermana Ana y ella, en la de unos amigos). Probablemente en esta visita se habrán tomado decisiones importantes para la pareja. Sobre todo, porque la presión de los medios de comunicación sobre sus hijos, Juan Valentín (22), Pablo Nicolás (21) y Miguel (19) es enorme.
Vídeo. Luces y sombras en la relación Urdangarin - Cristina
La infanta Cristina acudió al encuentro con Iñaki Urdangarin después de un viaje exprés a Abu Dabi, donde habría recabado el consejo de su padre, el rey emérito Juan Carlos. No tanto en lo sentimental, pues poco puede hacer un padre para recomponer un corazón real roto, como en lo económico, pues ahora mismo la brecha salarial y de estilo de vida entre Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin es abismal. El ex duque de Palma cobra, por su trabajo de asesor no especializado, 900 euros al mes.
Iñaki Urdangarín en una foto reciente. /
Ahora mismo, Iñaki Urdangarin está arropado, sobre todo, por su madre, Claire Liebaert, la mujer que le acompaña en sus paseos por la ciudad de Vitoria y que le ha ofrecido refugio en la casa familiar. Su sueldo de asesor en el bufete en el que trabaja apenas llega, como decíamos, a los 900 euros, con lo que no es ninguna exageración considerar que está prácticamente arruinado. El ex duque de Palma ha pasado de asistir a las fiestas de la alta sociedad europea, vivir en mansiones de lujo y viajar en jet privado, a verse despojado de privilegios y títulos, encarcelado y sin trabajo.
De hecho, Urdangarin pasó de triunfar como deportista de élite a presidir un instituto dedicado a conseguir patrocinios y mecenazgos, basándose exclusivamente en su vinculación con la casa real. No posee, por tanto, experiencia alguna en el ámbito de la creación y gestión de empresas, la formación que le capacita para entrar en el mercado laboral (estudió empresariales). Seguramente lo va a tener complicado para lograr un empleo que no proceda de su propio emprendimiento.
Desafortunadamente, el paso por la cárcel de Iñaki Urdangarin tampoco le va a permitir hacer valer su experiencia olímpica y su brillante curriculum deportivo para ocupar, como han hecho tantos otros atletas de élite, alguna posición en el organigrama del Comité Olímpico Español. Tampoco parece plausible que quisiera poner en entredicho la carrera deportiva de su hijo Pablo en el equipo de balonmano del FC Barcelona, aspirando a un retorno como directivo a su antiguo equipo. Con un panorama tan complicado, el ex duque de Palma va a tener que tirar de contactos familiares para lograr un trabajo que le permita sostenerse con la dignidad que se le supone a un (aún) miembro de la familia del rey.
Urdangarin jamás podrá alcanzar el estilo de vida de la infanta Cristina, quien recibe unos 400.000 euros anuales por su trabajo en la Fundación Aga Khan y, además, seguramente tiene el apoyo financiero de su padre. Es probable que tanto Cristina como el rey emérito arrimen el hombro para encontrar un buen destino para Urdangarín, un trabajo con remuneración suficiente como para llevar una vida discreta, alejado de cámaras de televisión y paparazzi. Un hipotético acuerdo de divorcio puede contemplar, también, una pensión compensatoria para el padre de Irene, Miguel, Pablo y Juan Valentín.
La negociación del divorcio entre la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin debe evitar algo que, según todas las fuentes, no está en el ánimo del ex deportista: la notoriedad en forma de entrevistas, filtraciones o incluso un posible libro de memorias o un documental para un productora española o extranjera, por el que le sumarían una suma multimillonaria. Más allá del régimen de separación de bienes y las capitulaciones matrimoniales que seguro ya ordenan la mayor parte de lo económico, lo fundamental es lograr la retirada de la vida pública de Urdangarin, del que se espera una posición tanto o más discreta que la de Jaime de Marichalar.
Urdangarín seguramente deberá firmar, además, un acuerdo de confidencialidad que protega a la Casa Real de todo aquello que el ex de la infanta Cristina haya podido ver y oír sobre la familia real durante los años de bonanza (adiós a la posibilidad de escribir un libro de memorias no autorizado por Casa Real). Es en esta delicada negociación en la que el consejo del rey don Juan Carlos puede resultar vital, pues puede respaldar financieramente y con contactos cualquier petición. En todo caso, seguramente el ex duque de Palma pondrá de su parte por el bien de sus hijos para pasar página de manera rápida y limpia. Cualquiera en su lugar querría, inmediatamente, desaparecer.