Tras cuatro años de espera, el Palacio de Buckingham acoge por fin la visita de Estado del Emperador y la Emperatriz de Japón , después de que el viaje inicial previsto para 2020 se cancelara a causa de la pandemia. La familia imperial nipona, que afirma ser la monarquía ininterrumpida más antigua del mundo, sigue siendo muy popular en su país, a pesar de lo que se consideró una controvertida unión entre Naruhito y su esposa Masako en 1993. Una relación de la que tuvo su cierta dosis de culpa nuestra infanta Elena.
Naruhito es la cabeza visible del conocido como trono del crisantemo, con sus excéntricos intereses y su reputación de cultivado hombre del Renacimiento. Tras pasar unos años en Australia y en el Reino Unido, convirtiéndose en el primer miembro de la realeza japonesa en estudiar en el extranjero, se le considera una figura modernizadora de la casa imperial.
Nacido en 1960 en el Palacio Imperial de Tokio, durante el reinado de su abuelo, Hirohito, de niño le gustaba escalar montañas, montar a caballo y tocar el violín. Durante su adolescencia, se aficionó al tenis y a la escalada y desarrolló también una fascinación por la historia del transporte, que acabaría convirtiéndose en el tema de su tesis de máster en Oxford.
Naruhito conoció a su futura esposa, Masako Owada, durante una tradicional ceremonia del té organizada en honor de la infanta Elena en noviembre de 1986. Aquel fue un viaje «de carácter privado», tal y como confirmó la agenda de la Casa Real por aquel entonces, con motivo de la inauguración en Tokio de una exposición dedicada a El Greco.
La hija de los reyes eméritos fue invitada a tomar el té por el entonces emperador Akihito en el complejo de Kōkyo, que lleva siendo la residencia imperial desde 1869. Pero el evento tenía una intención oculta: invitar a un selecto grupo de jóvenes casaderas para encontrar novia al joven príncipe. No podemos decir que Elena hiciera las funciones de casamentera en aquel momento, pero sí que jugó un papel fundamental en la futura historia de amor.
Cuenta la leyenda que el nombre de la entonces diplomática de 22 años que había estudiado Económicas en Harvard no estaba en la lista inicial de invitadas y su nombre fue añadido a mano a última hora. Pero aquella decisión fue afortunada y ambos jóvenes se enamoraron. Pero como ocurre en las historias de amor más épicas, la casa imperial no aprobó su emparejamiento, debido en parte a la controversia sobre la conexión de su abuelo materno, Yutaka Egashira, con la Corporación Chisso, que vertió plásticos químicos en el agua que rodeaba a la ciudad de Minamata en la década de 1930, causando todo un escándalo nacional.
Sin embargo, Naruhito no cejó en su empeño de cortejar a Masako, a pesar de las reticencias de su familia. Durante el noviazgo de la pareja, la futura emperatriz fue acosada por los periodistas e incluso convocó una rueda de prensa improvisada en las escaleras de la biblioteca mientras estaba en Oxford, para negar cualquier relación romántica con el príncipe.
La propia Masako se mostró inicialmente reacia a casarse con Naruhito. Recién iniciada su carrera diplomática, un matrimonio imperial la obligaría a abandonar su carrera, coartando gran parte de su libertad. Tras un largo noviazgo, en el que Naruhito se le declaró hasta tres veces, su compromiso se anunció en 1993 y la boda se celebró ese mismo año en el Salón Imperial Sintoísta de Tokio, ante 800 invitados, aunque no se invitó a ningún dirigente extranjero.
La boda convirtió a Masako en la segunda plebeya de la historia de Japón en casarse con el primero en la línea de sucesión al trono, después de su propia suegra, Michiko. En unas declaraciones a la prensa tras el enlace, la princesa heredera Masako dijo: «Su Alteza me dijo que 'puede que tengas muchas preocupaciones y ansiedades por entrar en la casa imperial, pero haré todo lo que esté en mi mano para protegerte mientras viva'».
Sin embargo, Masako tuvo problemas para adaptarse a la vida en la corte imperial. A principios de la década de 2000 se le diagnosticó un «trastorno de adaptación», relacionado con síntomas de depresión o ansiedad. Etiquetada por la prensa japonesa como la «mariposa rota», se retiró de la vida pública ante los rumores de una crisis nerviosa.
En julio de 2008, durante un viaje de ocho días a España sin su esposa, Naruhito dijo de ella: «Me gustaría que el público comprendiera que Masako sigue esforzándose al máximo con la ayuda de quienes la rodean. Por favor, sigan velando por ella amablemente y a largo plazo».
Algunos han atribuido su débil estado de salud a la presión que ha sentido para tener un heredero varón, ya que las normas de primogenitura masculina de Japón dictan que sólo los hijos de los monarcas están incluidos en la línea de sucesión. Tras un tratamiento de fertilidad, su hija, Aiko, nació en diciembre de 2001, ocho años después de su matrimonio. Única hija de la pareja, la joven de 21 años estudia actualmente literatura japonesa en la Universidad de Gakushuin.
El nacimiento de su hija suscitó un debate en Japón sobre si debía modificarse la ley para permitir que una mujer accediera al trono del crisantemo. Los planes iniciales para cambiar la ley de sucesión imperial exclusivamente masculina se archivaron tras anunciarse en febrero de 2006, y el hermano de Naruhito, Fumihito, de 57 años, sigue siendo el siguiente en la línea de sucesión.
Masako ha pasado periodos de tiempo alejada de los focos, pero ha asumido un papel más público desde la proclamación de su marido en 2019 , acompañándole en actos oficiales, como una visita a Estados Unidos para reunirse con Donald Trump en abril de ese año.
Aunque se había especulado con que la visita de Estado, la primera desde 1998, se pospondría de nuevo debido a las elecciones generales del Reino Unido que tendrán lugar el 4 de julio, finalmente ha tenido luz verde. Así, ha acabado convirtiéndose en el primer viaje de este tipo que tiene lugar durante una campaña electoral en Inglaterra.
A pesar de que hace más de dos décadas que la realeza japonesa no toca suelo británico con carácter oficial, los emperadores mantienen profundos lazos con el Reino Unido. Además de su pasado común como estudiantes en Oxford, la pareja también asistió al funeral de Estado de la reina Isabel II en septiembre de 2022, en su primer viaje al extranjero desde su coronación. Por su parte, Carlos III también ha visitado Japón en cinco ocasiones como príncipe de Gales, incluidas las entronizaciones de Naruhito en 2019 y de Akihito, en 1990.
Esta nueva visita de Estado incluirá un banquete de gala ofrecido por el Rey, un desfile en carruaje por The Mall y un desfile de la guardia de honor. Los emperadores también visitarán la Capilla de San Jorge, en el Castillo de Windsor, para depositar una corona de flores en el lugar donde está enterrada la difunta Isabel II .
20 de enero-18 de febrero
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