Iñigo de Arteaga pertenecía a una de las familias más importantes de la aristocracia española. / Pinterest

Guapo, divertido y ejemplar: la historia del triste adiós de Íñigo de Arteaga, el soltero de oro de la nobleza española que murió como John F. Kennedy Jr.

Falleció el 14 de octubre de 2012 en un trágico accidente, mientras pilotaba su propia avioneta. Íñigo de Arteaga estaba considerado como uno de los solteros de oro de la nobleza española. Junto a él también murieron su íntimo amigo y socio Gonzalo Lapique y la joven María África de la Calle Cubillo. Parece que la causa del accidente fue un desgraciado empeoramiento del tiempo, poco antes de aterrizar.

Íñigo de Arteaga del Alcázar pertenecía a una de las familias más importantes de la aristocracia española. Era Marqués de Távara, con grandeza de España, Conde de Saldaña y Conde de Corres. Su padre, Íñigo de Arteaga y Martín, era el XIX Duque del Infantado, una de las casas nobles principales de nuestro país. Su madre era María de la Almudena del Alcázar y Armada, hija del VII conde de los Acevedos. Iñigo, primer hijo varón del Duque del Infantado y heredero inicial del título, (lo acabó heredando su hermana Almudena de Arteaga, primogénita de su familia, tras un cambio de ley) falleció a los 43 años mientras pilotaba su avioneta desde Sevilla, donde había pasado el fin de semana, a Toledo, junto con su amigo Gonzalo Lapique, primo de Cari Lapique, y Maria África de la Calle Cubillo, de 21 años que había estado en Écija en la boda de un familiar y decidió a última hora regresar a Madrid en avioneta, a pesar de que tenía un billete para viajar en AVE.

Íñigo había acudido a Sevilla por motivos de trabajo. La avioneta despegó a las cuatro de la tarde el domingo 14 de octubre desde el castillo de la Monclova, enclavado en Fuentes de Andalucía, y propiedad familiar, con destino al aeródromo de Casarrubios del Monte, en Toledo. La intención del marqués de Távara era regresar a Madrid desde allí en coche. Pero el destino lo dispuso de otra manera. Parece que el accidente se produjo sobre las seis y media de la tarde en la localidad toledana de San Pablo de los Montes. Las labores de rescate fueron complicadas porque el lugar en el que cayó la avioneta estaba situado en una ladera boscosa. El accidente supuso un fuerte mazazo en las familias y en su círculo. Sus padres y sus hermanos quedaron rotos de dolor.

Iñigo, piloto profesional muy experimentado, siempre había destacado por su pasión por la aviación. Estaba considerado un hombre muy responsable. No tenía un ápice de frivolidad, a pesar de lo que se pueda pensar a veces de ciertos nobles. Le encantaba también jugar al polo, además de recorrer España y, en ocasiones, el extranjero en su monomotor de cuatro plazas. Pero estuviera donde estuviera regresaba todos los años a Mallorca para pasar el verano. Su hermana mayor era la escritora de novela histórica Almudena de Arteaga, marquesa de Cea y actual duquesa del Infantado.

Iñigo era un piloto profesional muy experimentado. / Pinterest

Íñigo nació en Madrid en 1969. Estudió en el colegio San Patricio, pasó un tiempo en un internado en Inglaterra y estudio COU en Estados Unidos. Más tarde se licenció en Economía y Empresariales por ICADE e hizo un doctorado, que finalizó «cum laude», en el Colegio de España en Bolonia. Se dedicaba a la gestión del patrimonio familiar, tras haber pasado unos años trabajando en la «city» de Londres.

Los Arteaga tienen propiedades muy importantes, como el palacio del Infantado, en Guadalajara, o el Castillo de Manzanares El Real, en Madrid, además de una importante colección de arte y un archivo que forma parte del Archivo Histórico Nacional. Iñigo admiraba también profundamente la vida militar y pertenecía a la reserva del Ejército como alférez de Infantería de Marina voluntario, y se embarcaba todos los años unas semanas. Obtuvo su licencia de piloto en Estados Unidos junto a la de patrón de yate.

El terrible accidente dejó destrozados a sus familiares y amigos. Todos le recuerdan como un joven espontáneo, natural y muy educado, cercano, Inteligente y bondadoso. Un hombre del siglo XXI, pero siempre amante de las tradiciones. El mismo reconocía, en una entrevista concedida a Vanity Fair España un año antes, que siempre había tenido una clara conciencia de lo que estaba bien y de lo que estaba mal. Pero siempre insistía en que había que quitarse los prejuicios para hablar de la nobleza. «Somos gente normal», apostillaba.

El fuerte compromiso con su familia y su responsabilidad como destinatario de uno de los títulos más importantes de la nobleza española, el ducado del Infantado, marcaron su vida y su educación. Se formó en un conocimiento exhaustivo del Ducado y de su historia. Se desplazaba de una finca a otra, por España, para supervisar los castillos que pertenecían a la familia. Su vida social era discreta. Asistía a algunas fiestas, siempre impecable. Tenía un gran éxito entre las mujeres, aunque sólo se le conocieron dos relaciones más o menos serias. Durante unos años estuvo saliendo con la modelo y relaciones públicas María León y también se le relacionó con la «top» Eugenia Silva, cuando esta era muy joven.

El ducado del Infantado es uno de los títulos nobiliarios más importantes de España. Fue creado por los Reyes Católicos en 1475 para la familia Mendoza. Iñigo de Arteaga y Martín, XIX duque del Infantado y padre de Iñigo, falleció seis años después, en 2018, y entonces el título pasó a su hija Almudena de Arteaga. Se comentó, en su momento, tras fallecer Íñigo de Arteaga y del Alcázar, que la transmisión de los títulos que ostentaba el fallecido había generado cierta tensión en la familia, lo que la actual Duquesa del Infantado desmintió.

El funeral se celebró cinco días después del accidente, y al que asistió el entonces príncipe de Asturias, Don Felipe, además de Rafael de Medina y su esposa, Laura Vecino, Esperanza Aguirre o figuras de la sociedad como Carolina Herrera o el empresario Rosauro Varo. Sus hermanas llegaron a la iglesia del brazo de su padre, hondamente conmovido. Sus amigos le consideraban «el hombre perfecto», como escribió en ABC la periodista Alejandra Ruiz-Hermosilla. Tenía, según plasmó en un emotivo artículo, todas las aptitudes que sitúan a un hombre «en el camino de la perfección». «Era guapísimo» y un joven ejemplar, atento, generoso, divertido y familiar, que no probaba el alcohol. Su muerte prematura produjo un sentimiento de incredulidad y conmocionó a la nobleza.