Tras cuatro días de capilla ardiente en el palacio de Westminster, los restos de Isabel II se trasladarán esta mañana al mítico lugar donde la reina de Inglaterra descansará finalmente. Al común de los mortales nos sorprende mucho, pero en las familias aristocráticas y de la realeza no extrañará que ese lugar sea el mismo en el que se celebran los felices bautizos y los casamientos. En la capilla de san Jorge del castillo de Windsor, el lugar donde se celebrará esta mañana el entierro de la reina Isabel, se han casado Harry y Meghan, Carlos y Camilla o Eduardo y Sofía.

La abadía de Westminster es el primer gran lugar de enterramiento para los reyes británicos, aunque ninguno ha elegido este lugar desde 1760. Allí descansa desde 1760 el fundador de este gran templo, Eduardo el Confesor, y Eduardo III, quien lo reconstruyó al grandioso estilo gótico. Prácticamente todos los monarcas de las dinastías Plantagenet, Tudor, Estuardo y parte de la Hannover (Jorge I y II) están allí, excepto Eduardo IV, Enrique VIII y Carlos I, que están enterrados en la capilla de san Jorge del castillo de Windsor.

Tenía que ser el castillo de Windsor el lugar elegido por la reina Isabel II para convertirse en su destino final, aunque es de dominio público que prefería su residencia de verano en el castillo de Balmoral, una propiedad de 260 kilómetros cuadrados a las puertas de las Highlands escocesas. Sin embargo, la imponente fortaleza de Windsor, situada a 40 km al oeste de Londres, en el condado de Berkshire, era el refugio de Isabel II al que se escapaba cada fin de semana desde el palacio de Buckingham, su residencia oficial.

Windsor sirve de residencia de los monarcas británicos desde hace mil años, lo que lo convierte en el castillo habitado más grande (ocupa más de cinco hectáreas) y antiguo del mundo. Recorrer todo el complejo amurallado puede llevar unas cuatro horas, ya que en él, además de la residencia, se encuentran desde jardines, un montículo con foso y la torre del homenaje y una capilla gótica. Se dice que también era el lugar preferido de su esposo Felipe de Edimburgo, en donde murió en abril de 2021.

Precisamente en Windsor se encuentran los tres lugares disponibles para el enterramiento de la reina Isabel II. El primero y más antiguo es la Cripta Real situada bajo el altar mayor de la Capilla de San Jorge. La construyó Jorge III tras descubrir bajo el coro el ataúd de Enrique VIII, el rey que tuvo ocho esposas (una de ellas, Catalina de Aragón) y emancipó la nación del control vaticano en Roma. Su hijo Eduardo VI lo abandonó allí, lejos de Londres, donde ya había sido enterrado Carlos I tras su decapitación y el bello Eduardo IV.

Prácticamente todos los monarcas de la casa Hannover se han enterrado en la Cripta Real desde 1820. La primera monarca que decide no utilizar la Cripta Real y habilitar su propia capilla es la reina Victoria, que en 1862 ordena construir el Mausoleo Real de Frogmore inspirado en un mausoleo erigido en Coburgo para el padre del príncipe Alberto, Ernesto de Sajonia-Coburgo. En la parte superior de la entrada, una inscripción que decía «Adiós, mi amada, aquí por fin descansaré contigo, y contigo en Cristo volveré a levantarme».

El siguiente monarca, Eduardo VII, inaugura la etapa de la casa Sajonia-Coburgo en el trono británico, pero en vez de enterrarse con sus padres decide hacerlo en el Cripta Real. Sin embargo, el Mausoleo de Frogmore supuso una salida honrosa para el descanso final de Eduardo VIII y Wallis Simpson, la mujer por la que abdicó su trono. Eduardo pactó con Isabel II ser enterrado junto la pareja romántica por excelencia de la monarquía británica.

El hijo de Eduardo VII, Jorge V, cambió el nombre de la casa Sajonia-Coburgo por el de Windsor para distanciarse de su origen alemán y también decidió enterrarse en la Cripta Real. Sin embargo, desde Jorge VI todos los Windsor se han enterrado en la Capilla Conmemorativa del rey Jorge VI, un anexo construido en 1969 por la reina Isabel II en homenaje a su padre, que fue trasladado allí 17 años después de su fallecimiento (hasta entonces, yacía en la Cripta Real).

Esta pequeña capilla en la zona norte de la Capilla de San Jorge de Windsor fue el lugar elegido por la princesa Margarita, quien aceptó cremarse por situar allí, junto a sus padres, su memoria. Pensaba, además,que el Mausoleo Real de Frogmore era un lugar «demasiado sombrío». En la capilla en memoria del rey Jorge VI reposarán también Isabel II y Felipe de Edimburgo, quien hasta ahora esperaba traslado en la Cripta Real.