Una monarquía sin Kate Middleton: el duro precio que paga la Corona británica por la ausencia de la princesa de Gales

Ni las previsiones más agoreras, y las hubo con el fallecimiento de Isabel II , previeron tanta desgracia para el reinado de Carlos III. La desgracia que se cierne sobre los Windsor no puede ir mucho más allá de donde está: con el monarca enfrentándose a un tratamiento de quimioterapia y con Kate Middleton, la princesa de Gales, en idéntica situación . Sin entrar en valoraciones médicas que quedan a la estricta intimidad, desde un punto de vista puramente institucional, la situación reviste su gravedad. De ahí el muro de silencio que ha levantado Buckingham Palace.

Apenas tres meses después de la confirmación de la enfermedad de Kate Middleton , vía vídeo en el que la princesa de Gales hablaba de su cáncer, vuelven a aparecer filtraciones con origen palaciego. Los fontaneros de Buckingham Palace vuelven a maniobrar, justo después de que Daily Beast publicara que la futura reina no tiene agenda para el resto de 2024. Previsiblemente, la ciudadanía británica no volverá a ver a Kate este año.

Evidentemente, una revelación preocupante debía ser contestada y la respuesta ha llegado por los cauces acostumbrados: mediante filtración de fuentes cercanas, esta vez a 'Vanity Fair'. Así hemos sabido que Kate Middleton está reaccionando bien a la medicación (a la quimioterapia, se entiende) y que ha superado una fase importante del tratamiento. Y también que ha pisado la calle y que se acompaña en sus salidas de varios miembros de su familia.

El nuevo tira y afloja de filtraciones solo vuelve a subrayar la dificilísima situación en la que la enfermedad de Kate Middleton, ese cáncer indeterminado que sufre, pone a la Corona británica. Una dolencia que puede tener más trascendencia que la del rey Carlos, debido a la obligada proyección de la monarquía a futuro. La ansiedad por volver a ver a la princesa de Gales es tal, que un rumor sin esperanza cobra cuerpo en Londres: la aparición de Kate en el balcón de Buckingham Palace en el cumpleaños oficial del monarca , el tercer sábado de junio.

Parece complicado que Kate Middleton quiera dejarse ver en pleno proceso de quimioterapia, dada la exigencia física que conlleva un tratamiento tan fuerte. De hecho, ni siquiera el rey Carlos está confirmado, aunque es previsible que haya un esfuerzo para contemplar el destile ' Trooping the Colour '. Más aún: puede ser la única oportunidad que tengamos de contemplar a la familia real británica en los próximos meses.

En un movimiento estratégico que refuerza la gravedad de la situación, Buckingham Palace anunciaba hace unos días la suspensión de la agenda oficial de la familia real con motivo de la campaña electoral y al menos hasta las elecciones, el próximo 4 de julio. Los Windsor no han querido dejar pasar esta oportunidad de desaparecer del mapa por otro motivos que no sean los de salud. Claramente la familia necesita tiempo, también Camilla, Guillermo y Ana, pero no puede justificar su baja en razones médicas para no inquietar a la ciudadanía.

En realidad, no es la desaparición del rey Carlos la que más preocupa a los fontaneros de Buckingham Palace, sino la de Kate Middleton. La princesa de Gales es el verdadero motor mediáticode la monarquía británica, no tanto por su peso específico dentro de la familia como por la viralidad de sus imágenes. Las suyas son las más publicadas y comentadas, con permiso de los reyes Carlos y Camilla. Por eso la ausencia de Kate Middleton se cobra un alto precio en visibilidad para la Corona.

«Los medios de comunicación son vitales para mantener el poder de la Corona», explica. Laura Clancy, autora de 'Running the Family Firm. How the monarchy manages its image and our money' (2021). «Producen consentimiento popular al poder real a través las imágenes que se publican y de un relato en el que colaboran todos los miembros de la familia. Dicho brevemente: para mantener su poder, la monarquía ha de producir un linaje y ha de reproducirse a sí mismaen la imaginación del público. En los Windsor, ambos procesos coinciden en la figura de Kate Middleton».

Sin duda, los cerebros en la sombra de Buckingham Palace han debido de poner sobre la mesa todos los escenarios posibles. Los Windsor viven una situación única y podríamos decir que histórica, pues jamás se ha dado la posibilidad de que un monarca pueda llegar al trono viudo. De hecho, el único caso equiparable podría ser el de l a reina Victoria , reina viuda durante 40 años y de sempiterno luto con el aplauso de sus súbditos. Los británicos vivieron su decisión como el no va más del romanticismo.

¿Podría ocurrir algo similar con Guillermo de Gales? Preguntamos a María José Rubio, autora de 'Reinas de España. Siglos XVIII-XXI. De María Luisa Gabriela de Saboya a Letizia Ortiz' (La Esfera de los Libros), y la historiadora es concluyente. «La monarquía, históricamente, soporta mal un rey sin consorte. Al menos, eso es lo que dice la tradición histórica. Era prácticamente inmediato: a reina muerta, reina puesta. Básicamente para evitar que los monarcas 'se despistaran' con relaciones que no fueran legítimas o para que las tuvieran con la cobertura de una consorte».

«La estructura de esta institución del Estado es familiar: le quitas una ficha y no funciona», insiste María José Rubio. De hecho, la obligatoriedad de esa estructura puede explicar en parte la arriesgada decisión de Carlos III de casarse con Camila Shand y la aquiescencia de su madre, Isabel II. No todo lo que conduce a un matrimonio real procede del romanticismo puro y duro. A veces, más bien poco.