
la fragilidad de la princesa de gales
la fragilidad de la princesa de gales
La primera imagen de Kate Middleton y el descenso del carruaje del rey Carlos III, los dos miembros de la familia real que ahora mismo concentran toda la preocupación de la ciudadanía británica (y por descontado de sus seres queridos), era el el momento más delicado de su esperada aparición pública con motivo del desfile militar Trooping the Colour. Al bajar de la carroza escocesa, el monarca no se apoyó en el brazo de ningún asistente, como ya tiene que hacer el emérito Juan Carlos. Su asistente sostenía un pasamanos portátil para evitar el contacto. Kate no lo necesitó. Descendió como una exhalación.
Hubo aclamación al paso de los carruajes que salieron de Buckingham Palace hacia Horse Guard Parade, la gran explanada donde tiene lugar cada año el desfile. Sobre todo al ver a Kate Middleton acompañada por sus tres hijos, Jorge, Carlota y Luis, en la carroza de cristal, vestida de blanco y con su habitual sonrisa de trabajo. No tantos aplausos, pues las manos hoy se ocupan en trabajar para las redes sociales a golpe de móvil. La foto del día era la de la princesa de Gales, a la que se pudo ver brevemente.
Con su deslumbrante vestido blanco de Jenny Packham, y a pesar de su exigua silueta, la sonrisa de la princesa de Gales era radiante. Casi flotaba al descender desde el carruaje hacia las oficinas del duque de Wellington, desde las que contempló el desfile con sus hijos. Imposible no considerar e l esfuerzo que Kate Middleton ha debido hacer para dejarse ver en este evento. Por no hablar del precioso tiempo de intimidad familiar entregado a una actividad de mera exhibición.
El objetivo de este sacrificio personal de Kate Middleton, acaso el precio más alto que los royals pagan por su posición de privilegio en sociedad, era que todo el mundo pudiera contemplar a la princesa de Gales. De ahí que la sentaran en el quicio de un balcón donde pudimos avistarla hablando con algunos de sus hijos, bromeando con ellos, a veces sentada, a veces de pie. El blanco, evidentemente, buscaba subrayar una presencia.
Los comentaristas monárquicos de los medios de comunicación británicos no dejaban de destacar la valentía de Kate Middleton y de celebrar la resiliencia del rey Carlos. Cualquier mujer que haya pasado por un tratamiento contra el cáncer conoce perfectamente la debilidad que causa en los cuerpos. En todos los cuerpos: la quimioterapia no distingue títulos ni hace distingos. El esfuerzo que Kate Middleton ha tenido que hacer para componer una presencia física que se parezca al máximo con la imagen que el mundo tiene de ella es elocuente.
Tampoco es que el rey Carlos tuviera un día especialmente bueno. No olvidemos que también es aún paciente de cáncer y, por tanto, bajo tratamiento de quimioterapia. La seriedad de su rostro mientras contemplaba desde un estrado el desfile Trooping the Colour se replicaba milimétricamente en el gesto de la reina Camilla. No hubo sonrisa real en ninguno de los planos que ofreció la retransmisión del evento.
Al final del acto, el viento estuvo a punto de arrebatarle el sombrero de Philip Tracy a Camilla. Parece que la reina Camilla, vestida de verde calma quería refugiarse de la lluvia, pero el rey Carlos se resistió a abandonar el estrado cubierto antes de tiempo. Por suerte, el desfile no llegó a una hora de duración y la monarca y la princesa de Gales pudieron correr a sus carruajes para refugiarse en Buckingham Palace. El monarca, acaso contraviniendo a sus propios médicos, despidió a los regimientos desde un estrado al descubierto y aguantó estoicamente la lluvia.
También se mojaron lo suyo la princesa heredera Ana, el príncipe de Gales y el duque de Edimburgo, todos a caballo. Al final de esta celebración del cumpleaños del rey, todos los miembros de la familia real se reunieron en el interior de Buckingham Palace, para hacer su aparición final en el balcón. Allí se produjo la foto final con los duques de Gloucester, los duques de Edimburgo y su hija mayor, lady Louise; los príncipes de Gales con sus tres hijos y los reyes Carlos y Camilla. Tras más de cuatro horas en pie, Kate Middleton sonreía al lado del rey Carlos.