Laura Vecino, duquesa de Feria, en una imagen de su cuenta de Instsgram / instagram

La discreta pero difícil historia de amor de Laura Vecino con Rafael Medina: el duque de Feria la dejó por Karolina Kurkova, pero se arrepintió y volvió con ella

Laura Vecino ha logrado lo que se prometió cuando empezó a salir con el duque de Feria hace 20 años: ser invisible.

Laura Vecino Acha y Rafael Medina, hijo de Naty Abascal, son sin duda el par de aristócratas más elegantes y discretos del panorama nacional. Los nuevos y actualizados duques de Feria protagonizaron hace ya 12 años una de esas bodas que solo lucen en las páginas de la revistas del corazón más caras poniendo así un broche de oro a un noviazgo tan de alto standing como casi invisible.

Del hijo de Naty Abascal y Rafael de Medina y Fernández de Córdoba, el polémico duque de Feria de los 70-80, poseemos algún dato gracias al poderoso poder de atracción de sus padres. Sabemos que Rafael Medina estudió en España hasta que sus padres se divorciaron en 1988, momento en el que su madre intentó proteger a toda costa a sus hijos de la curiosidad de la prensa enviándolos a estudiar al extranjero.

Para cuando Rafael Medina decidió instalarse en España tras décadas de formación en Estados Unidos, el tiempo había pasado tanto que se había convertido en un codiciado soltero de la alta sociedad. A su innegable buena percha (herencia materna) se unía su trabajo en la banca privada y que, tan joven, ya ostentaba dos títulos nobiliarios de rancio abolengo: marqués de Villalba y duque de Feria.

Las primeras noticias que se tienen de que el joven duque estaba enamorado de una joven de Bilbao no llegaron a la prensa hasta 2003. La joven en cuestión era Laura Vecino Acha, hija del empresario Ramón Vecino, y en aquel momento era aún más discreta de lo que intenta ser hoy en día. Lo poco que se sabía de la joven es que en ese momento iba para arquitecta, se la consideraba la guapa oficial de su clase y que poseía su propio « pedigrí» aristocrático: la familia era dueña del Palacio del Negralejo (en el que Laura viviría su pedida de mano y su hermana su propia boda) y descendía por vía directa de apellidos como los Romanones, los Figueroa e incluso de una dama de la reina María Cristina.

Poco a poco, y a lo largo de los seis años que duró el noviazgo del duque y la futura duquesa, se filtraron algunos detalles, como que estudió en el Liceo francés y que pasó un tiempo por un colegio del Opus. Pero en algún punto del camino las cosas se torcieron y en 2005 la bomba estalló: el duque de Feria y Grande de España intercambiaba miradas y arrumacos con una top model, Karolina Kurkova.

Sea como fuere, el idilio entre los dos guapos oficiales del momento no pudo ser y a finales de ese mismo año Kurkova posaba sonriente en Cádiz aclarando a la prensa que ya no estaba con el aristócrata que, para más inri había vuelto con su ex, y que les desea la mejor de las suertes. El duque de Feria hizo lo mismo, pero desde las páginas del Hola y proclamando a todo el que quisiera leerlo que Laura Vecino era la mujer de su vida y que algún día se casaría con ella. Así fue, en 2010 tuvieron la boda que rellenó 80 páginas de revista en las que Laura Vecino posaba con un vestido impresionante de Giambattista Vali.

Gracias a la boda supimos que la duquesa de Feria se había decantado por estudiar diseño, que le encantaba la moda y que no tenía intención de alardear de ello pero que a eso se iba a dedicar. Dos años después del enlace quedó embarazada de mellizos y su hermética vida se convirtió en aún más hermética. La pareja se trasladó de Madrid a Barcelona por el trabajo de él en Inditex y solo les podíamos ver posar ante la prensa en contadas ocasiones, como la boda de Marta Ortega.

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Para sacarle partido a su paso por la escuela Parsons de Nueva York la duquesa comenzó a hacer sus pinitos en el mundo de la moda junto a otra habitual del mundo de la alta sociedad española, Inés Domecq. En 2014 aunaron fuerzas como estilistas y combinaron esos esfuerzos en una empresa, The Editors, que acabó de forma abrupta en 2019, momento en el que Laura decidió «tirarse a la piscina» y empezar a diseñar sus propios trajes de baño (y lo que es mejor, lucirlos imponente en su cuenta de instagram). En esas sigue, diseñando trajes de baño con su nombre, trasladándose a la ciudad a la que trasladen a su marido y luchando por cumplir lo que prometió el primer día que la descubrieron los paparazzis: «no me voy a convertir nunca en un personaje del corazón».