GUERRA A LOS MÓVILES

La pesadilla de las fotos robadas a Leonor: así ha terminado el sueño de Letizia de darle una vida normal a sus hijas

Todavía no se ha incorporado plenamente a una vida rutinaria en Madrid, pero las escasas salidas de Leonor ya quitan el sueño a Casa Real. Sus escoltas no dan abasto para requisar móviles. El deseo de que mantenga una vida lo más normal posible se ha esfumado por completo.

La princesa Leonor, durante su visita a la Galería de las Colecciones Reales el pasado mes de mayo, con motivo de la celebración del aniversario de la proclamación de Felipe VI. / GETTY IMAGES

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

La misión es imposible de todo punto. Por mucho que Casa Real se empeñe en exigir a su personal de seguridad el celo para con Leonor que antaño protegió al rey Felipe y su hermana Elena. Entonces, cuando el príncipe de Asturias y su hermana se empeñaban en acudir a Pachá, Gabana o Joy Eslava, sus escoltas solo debían localizar a los fotógrafos y, en el peor de los casos, requisarles temporalmente sus cámaras. Este 'modus operandi', efectivo en la era analógica, hoy no tiene ni pies ni cabeza.

La escena pudo llegar a ser cómica: imaginemos a dos o tres escoltas de Leonor tratando de pasar inadvertidos en una discoteca de veinteañeros y vigilando que ninguno sacara el móvil para inmortalizar a la futura reina bailando un reguetón. Sucedió en Zaragoza y todos los esfuerzos del personal de seguridad de Casa Real fueron en vano, pues vimos a la princesa bailar. En Jaca, donde montó en los coches de choque e hizo botellón sucedió tres cuartos de lo mismo.

No es que la perspectiva de una futura reina mezclándose con la ciudadanía en el disfrute de su ocio sea algo impensable para Casa Real. De hecho, el príncipe Felipe era un habitual de la discoteca Tiffany's en Baqueira, probablemente la primera que pisó en su época adolescente. En aquellas fechas, sus escoltas debían emplearse a fondo para frenar a fans y curiosos que intentaban hablar con el heredero. Hoy pocos se atreverían a abordar a Leonor . Lo de fotografiarla ya es otra cosa.

Los cuatro escoltas que habitualmente acompañan a Leonor en sus actividades diarias deben estar bastante descorazonados por las exigencias de seguridad de la princesa. ¿Cómo impedir que se le hagan fotos en plena era del smartphone cuando cada ciudadano no solo toma sus propias fotos, sino que también las difunde con total normalidad? Por lo que parece, abordan a cada persona que trata de captar la imagen de la futura reina para impedir que lo haga o para que la borre de su dispositivo. Una locura.

Los escoltas de Leonor están incómodos

Las escenas de tensión entre los escoltas de la princesa Leonor y algunas personas que han querido tomar fotos o vídeo ya se han producido, asegura Monarquía Confidencial. De hecho, esta publicación asegura que el persona de seguridad de la futura reina se siente «violento» ante la obligación de impedir a la gente que utilice su'smartphone con normalidad. Las medidas de protección que funcionaron en los años 80 no sirven en pleno siglo XXI. Los reyes Felipe y Letizia habrán de contemplar otras.

Evidentemente, clonar la hoja de ruta del príncipe Felipe en la trayectoria militar su hija Leonor subraya esa imagen de continuidad que obsesiona a Felipe y Letizia. Sin embargo, mucho de lo que entonces funcionaba hoy no se sostiene, como vemos cada vez que Leonor trata de disfrutar de su tiempo libre como entonces lo hacía su padre. Ella no va a disfrutar de la privacidad que tuvo aquel, protagonista de múltiples crónicas sobre sus noches de fiesta y primeras novias que jamás se inmortalizaron en foto.

Sabemos que los reyes Felipe y Letizia, sobre todo Letizia, soñaba con darle a su hija una vida lo más normal posible, dentro de sus circunstancias. Seguramente, el rey aún se acuerda de sus bailoteos en Daniel, la famosa discoteca de Pontevedra a la que acudía en sus tiempos de cadete en la Escuela Naval Militar de Marín. Allí aterrizaba los fines de semana con sus amigos, todos de impecable uniforme blanco, al más puro estilo Oficial y caballero. No hay que decir que arrasaban entre las gallegas, para enfado de los lugareños.

La princesa Leonor y la infanta Sofía saludan a sus fans, pertrechados con los móviles listos para disparar sus fotografías. / GTRES

«Lo que él tomaba era gin limón, yo le puse unos cuantos», declaró José Manuel Malleiro, propietario del local hasta su cierre en 2021, en varias entrevistas a periódicos locales. «Venía de vez en cuando y la verdad es que llamaba la atención tanto por su altura, que era tremenda, como por los escoltas que traía, que eran muy notorios», aseguró a los periodistas que le preguntaron sobre su impresión acerca del entonces príncipe Felipe.

Cuarenta años después, los reyes Felipe y Letizia comprueban fehacientemente que su hija no va a poder disfrutar de su ocio con la misma libertad que ellos tuvieron. De hecho, según fuentes citadas por Monarquía Confidencial, han pedido a Leonor que tenga más cuidado en sus salidas nocturnas. Parece que no les ha gustado nada ver fotografías en las que la futura reina aparece, por ejemplo, vapeando. Cabe preguntarse, sin embargo, cómo puede tener mas cuidado en un mundo en el que cada paso puede ser documentado.

Letizia tendrá que aceptar las fotos a Leonor

Si los monarcas pensaron que Leonor podría disfrutar de cierto anonimato durante su estancia en las distintas academias militares, vemos que no va a poder ser así. Felipe y Letizia han de optar entre aceptar las imágenes que, inevitablemente, van a publicarse o impedir totalmente que su hija disfrute del ocio con el resto de sus compañeros de promoción. No es algo tan extraño entre las familias aristocráticas, de la realeza o de las grandes finanzas. Sus herederos, siempre bajo protección, circulan por lugares inaccesibles al común de los mortales.

El mejor ejemplo de búsqueda de privacidad que tenemos a mano es el de la princesa Amalia de los Países Bajos, refugiada en Madrid para escapar de la macro mafia que asola el país y habitual de las fiestas y locales para VIPs en las que no entran ni periodistas ni fotógrafos. Sabemos, por ejemplo, que ha acudido a varias cacerías del todo inexpugnables. También a alguna que otra discoteca del barrio de Salamanca en la que nadie advirtió su presencia, porque aquí su físico no es tan reconocible como el de Leonor. Una futura reina jamás podrá ser una más en su país. Para eso, tendrá que marcharse lejos. Bien lejos.

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