La princesa Leonor tranquiliza a su madre, la reina Letizia, cogiéndola por los hombros antes de comenzar el almuerzo oficial en el Palacio Real, tras jurar la Constitución. / gtres

EL ENFADO DE LA REINA

Lo que no se vio en la jura de la Constitución de Leonor: una Letizia tensa y vigilante, Felipe pendiente hasta del pelo de su hija y un traje blanco de princesa empoderada

La princesa Leonor juró la Constitución en una larga ceremonia que superó a la perfección. No así la reina Letizia, cuyo serio gesto ha llamado la atención de todos. ¿Qué le pasaba a la monarca?

Puede que hayamos contemplado la despedida de Letizia como madre tigre versión española, un papel de severidad y exigencia que, eso también lo pudimos comprobar, ha dado inmejorables resultados en las personas de sus hijas. En la jura de la Constitución de Leonor, por fin mayor de edad, la princesa mutó en futura reina y dejó de seguir los pasos y buscar la mirada de su madre. Su referente y guía es, ya evidentemente, el rey Felipe.

El peso de la historia cayó sobre los hombros de Letizia como pocas veces hemos visto: puede que el paso adelante de su hija Leonor le impresionara más que su propia proclamación. La reina estuvo más seria y tensa de lo habitual, aunque como viene siendo habitual no dejó de estar pendiente de los ritmos del caminar y las posiciones que cada miembro de la familia real, incluido el rey Felipe, debía ocupar.

El monarca, sin embargo, presumió de prestancia, orgullo de padre y sonrisa tranquilizadora durante toda la ceremonia de jura de la Constitución. Su proverbial aplomo fue fundamental a la hora de serenar el susto de su hija primogénita, a la que dirigió gestos de aprobación constantes. Otra razón por la que Leonor debió preferir conectar, con muchas miradas de complicidad, con su padre.

A estas alturas, tratar de escudriñar en los gestos, discursos y caminares de la familia real algún indicio de privacidad es vano. Todos son muy conscientes de que, una vez fuera de Zarzuela, son objeto de un escrutinio brutal. Más allá de miradas, microgestos y murmullos contadísimos, ni los reyes Felipe y Letizia ni sus hijas, Leonor y Sofía, pierden un dominio total sobre sus personas. Ni siquiera dentro de los Rolls-Royce Phantom que, gracias a su techo acristalado, dejaban ver cómo las hermanas saludaban durante el trayecto desde su casa al Congreso de los Diputados.

Los reyes Felipe y Letizia colocaron el pelo a Leonor

Hubo, porque aún no conocemos familia real autómata, algunas pequeñísimas anécdotas que añadieron un poco de humanidad a una coreografía altamente controlada por su altísimo significado simbólico e histórico. La seriedad de Letizia, su evidente deseo de que todo saliera a la perfección para Leonor, no detuvo un gesto típicamente maternal que cualquier hija ha podido vivir en melena propia: dio un saltito por detrás del rey Felipe para retirar de los hombros parte del cabello de su hija, y que la cola cayera, como estaba previsto, sobre su espalda.

Quien opina que el rey Felipe encuentra fastidiosa esta labor de vigilancia de la reina Letizia, puede tomar nota de algo que sucedió poco después: el propio monarca sacó el pelo de su hija, atrapado bajo las medallas del Congreso y el Senado que acababan de imponerle, para que la reina no tuviera que volver a repetir la operación. Toda la familia, incluida una infanta Sofía imponente y muy consciente de su papel, estuvieron pendientes en todo momento de la princesa Leonor, mucho menos abrumada por las circunstancias que en sus últimos discursos.

Una reina Letizia que ni sonrió tanto como últimamente ni se emocionó en absoluto pudo 'robarle' la jura de la Constitución a su hija, si no hubiera sido su papel y su persona tan resplandeciente. Puede que, como dicen, la monarca estuviera molesta por no poder invitar a sus padres, abuelos de la princesa, a la ceremonia. Si hubiera sido así, sus hijas no dieron muestras de malestar. Al contrario: Leonor se llevó cuatro minutos de ovación en el hemiciclo. Tantos, que el rey le pidió un beso para romper la estupefacción paralizante de la princesa, incapaz de reaccionar ante tal explosión de entusiasmo.

Letizia y Francina Armengol coincidieron en su color

Dos circunstancias indumentarias llamaron la atención al descender la familia real de sus respectivos coches. La primera pudo ser motivo de disgusto para la reina, aunque en otras ocasiones no ha mostrado enfado por esta circunstancia: el nada memorable vestido de Francina Armengol, presidenta del Congreso y la otra gran protagonista 'plebeya' de la ceremonia, era del mismo tono azul que el famoso Carolina Herrera que Letizia estrenó en su viaje a Alemania, en octubre de 2022

La segunda, una sorpresa que devino en éxito absoluto: el traje blanco que lució la princesa Leonor. La cuadratura del círculo, pues logró contentar a los amantes de la moda que pedían una actualización del armario de Leonor y a los defensores de una actualización de la imagen de la Corona, en la figura de su próxima reina. El sorprendente look envía varios mensajes, además de reivindicar el papel de monarca profesional que Letizia ha defendido desde el mismo día de su pedida.

Leonor y Letizia fueron las dos protagonistas absolutas de la ceremonia de la jura de la Constitución de la princesa. / gtres

No se nos debe escapar que el traje de Leonor, impecablemente cortado y con el primer escote que lleva la princesa, es una creación del sastre del rey Felipe VI, Agustín García. El detalle de elegir a la sastrería Serna para vestir la entrada oficial en la institucionalidad sucesoria a la futura reina no debe caer en saco roto.

No se puede simbolizar más claramente cómo Leonor corta el simbólico cordón umbilical que la ha unido a su madre para ligarse, desde la misma indumentaria, al papel de futura jefa de Estado. Una posición que ha de relacionarse con la moda de manera muy distinta a la que lo hace una monarca consorte.

Felipe dijo a su hija que siempre tendrá a su familia

Dicen que Leonor soñó alguna vez con convertirse en abogada especializada en Derechos Humanos, un deseo que ha tenido que sacrificar para servir a un destino prefijado. A cambio, admiradores y curiosos le cantaron 'Cumpleaños feliz' a su llegada al Palacio Real, donde recibió el Collar de la Orden de Carlos III y tuvo lugar el almuerzo oficial.

Allí, el rey Felipe brindó por su hija, le deseó «larga vida y acierto» y le dijo: «No estarás sola». Antes, cuando entraban al salón, pudimos ver cómo Leonor le pasaba el brazo por los hombros a su madre, tranquilizándola. Sin palabras, le decía: «Relájate, todo ha salido bien».