Los reyes Felipe VI y Letizia viajan a Angola, en su primer viaje de Estado a un país subsahariano, el segundo productor de petróleo de África. /
La expectación es máxima ante la primera visita oficial de los reyes Felipe y Letizia a un país subsahariano, Angola. Si tiramos del hilo de nuestra relación última con este país enseguida encontramos que los monarcas devuelven la visita que el presidente João Manuel Gonçalves Lourenço (68 años) y la primera dama, Ana Afonso Dias (63), hicieron en abril de 2021, cuando almorzaron en el Palacio Real junto a gran parte del gobierno. El interés, como vemos, es máximo.
Angola no ha estado en la órbita reciente de la Corona española, aunque la vocación cooperante de la reina Letizia la convierte en una de las monarcas europeas que más atención dedica al continente africano. Eso sí: desde la perspectiva de la ayuda no gubernamental y no tanto desde intereses empresariales. La monarca ha estado en Senegal (2017 y 2021), Mozambique (2019) y Mauritania (2022), con lo que está familiarizada con el contexto.
La primera dama angoleña, Ana Afonso Dias, tiene seguramente una buena sintonía con Letizia , pues ambas poseen interesantes avales profesionales. Afonso Dias es licenciada en Economía y cursó un posgrado en Estudios Africanos y Desarrollo. Ejerció como viceministra de Planificación y ministra de Planificación de 1997 a 2012 y fue miembro del Directorio del Grupo del Banco Mundial, como directora ejecutiva en representación de Angola, Sudáfrica y Nigeria, de 2012 a 2016.
Desde septiembre de 2017, Ana Afonso Dias desempeña el papel de primera dama, con una agenda centrada en la educación, la salud, el medio ambiente y la igualdad de género, con especial atención a las niñas. No necesita traductores, habla portugués, inglés, francés y español, y tiene seis hijos. La denominan 'superwoman' y es un buen ejemplo del impresionante curriculum de las mujeres de algunas élites africanas.
Obviamente, la presencia de los reyes Felipe y Letizia en Luanda discurrirá por derroteros que poco tienen que ver con la realidad de un país que ha estado en guerra civil hasta 2002. Todos recordamos la campaña contra las minas personales que llevó a Diana de Gales a Angola, en 1997. Se paseó con un chaleco gris sobre su camisa de Armani por un campo plagado de banderas rojas que advertían: «¡Peligro, minas!».
Diana de Gales murió antes de conocer que 157 países firmaban el Tratado de Otawa que prohibió las minas (muchas, de fabricación española) y que su campaña obtuvo el Premio Nobel de la Paz. De hecho, el gobierno angoleño se ha propuesto culminar en 2026 la eliminación de los 10 millones de minas antipersonas que tenía en los años 90.
Diana de Gales visitó Angola en 1997 para hacer campaña por la erradicación de las minas personales. /
Colonia portuguesa hasta 1975, el presidente João Manuel Gonçalves Lourenço ha liderado una fuerte campaña contra la corrupción que ha fiscalizado el círculo de poder del anterior mandatario, José Eduardo dos Santos, y su hija Isabel, la mujer más rica de África, según Forbes. Su boda, celebrada en 2003, costó cuatro millones de dólares: dos aviones privados trajeron el catering desde Francia.
Nick Kristof escribio en The New York Times, que «solo con el dinero que los líderes angoleños gastan en Don Pérignon se podría evitar la muerte de 150.000 niños al año en el país». Todo este dinero acumulado en poquísimas manos proviene del petróleo: Angola es el segundo país después de Nigeria con las mayores reservas petrolíferas y de gas de África.
Los ingresos de Sonangol, la compañía nacional de Angola dedicada a la extracción petrolífera, aporta alrededor del 85% del PIB. Sin embargo, el 68% de la población vive en situación de pobreza (el 40% en pobreza extrema). Luanda es una ciudad durísima: allí vive el 60% de la población nacional.
Desde el fin de la guerra, Angola está siendo cortejada por todos los países interesados en suplementar sus reservas energética, en especial China, Estados Unidos y Francia. Enlazarse de alguna manera en su línea de negocio energético está sin duda en el horizonte español, razón por la que Pedro Sánchez viajó a Angola en abril de 2021, pocos meses antes de que el presidente angoleño y su esposa visitaran a nuestros reyes.
Los reyes Felipe VI y Letizia recibieron al presidente de Angola y a su primera dama en el Palacio Real, en septiembre de 2021. /
Pocas veces podemos visibilizar de manera tan clara el papel esencial que los reyes Felipe y Letizia desempeñan en los esfuerzos diplomáticos de España, en misiones tan importantes como la que ahora les ocupa. Sin duda, su interlocución supone una ventaja inigualable en la estrategia que se está desplegando para poder jugar un papel relevante en el concierto energético internacional. Y no solo energético.
El trabajo conjunto del gobierno y los monarcas pretende convencer con un plus al presidente Gonçalves Lourenço para que privilegie la entente con España: la promesa de un desarrollo de país más allá del petróleo mediante una diversificación empresarial y en desarrollo de energías sostenibles. En suma, ayudar al presidente a generar riqueza más allá de la industria del petróleo, cuya riqueza queda en manos de las riquísimas élites del país.
«España estará a vuestro lado para lograr esa diversificación, no sólo desde el ámbito financiero, sino también a través de nuestras empresas», dijo el rey Feliipe VI al presidente angoleño. En su visita a España en 2021, concedió además el Collar de la Orden del Mérito Civil a João Manuel Gonçalves Lourenço y la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil a Ana Afonso Dias.
El viaje de los reyes Felipe y Letizia no solo subraya el apoyo de un gobierno socialista a un país también gobernado por un presidente socialista. A largo plazo, a España le importa jugar un papel relevante en las relaciones con el continente africano, más allá de Marruecos.
Senegal y Angola están en el horizonte inmediato de los esfuerzos diplomáticos españoles, en los que participan los reyes Felipe y Letizia. También como una advertencia a los funcionarios en Rabat: Marruecos puede dejar de ser la única y más importante parada de la diplomacia española en África.
20 de enero-18 de febrero
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