Magdalena de Suecia en peligro: así se convirtió en la obsesión secreta de Jeffrey Epstein, el millonario pedófilo amigo del príncipe Andrés

Están en el punto de mira de millones de personas en todo el mundo. Hablamos de las princesas, algunas futuras reinas, que destacan por su belleza hasta el punto de ocupar portadas de revista de todo el planeta. Son el cuento de hadas hecho realidad y, en el caso de Magdalena de Suecia , una increíble versión de carne y hueso de una princesa Disney. Hasta su matrimonio en 2013 con Chris O'Neill , su melena rubia y porte sexy eclipsó hasta a su propia hermana, la princesa Victoria, futura reina de Suecia. Fue la princesa más bella del mundo, un título que en breve recaerá, seguramente, en la princesa Leonor. Y, como ahora veremos, una posición que no está exenta de oscuridades que preocupan a cada familia real.

Antes de su matrimonio, las andanzas sentimentales de Magdalena de Suecia eran el comentario de la jet set y la aristocracia global debido a sus peculiaridades. No tuvo que ajustarse a los estrictos requerimientos que debía reunir el futuro marido de su hermana y dejó ver una juvenil atracción por el lado oscuro que se concretó en un nombre: Erik Granath.

Granath era el hijo de un adinerado constructor sueco que había sido compañero de su hermano Carlos Felipe en Lundsberg, un internado de élite al estilo británico. El colegio sería muy refinado, pero el muchacho venía ya con antecedentes policiales. Además de estar acusado de ebriedad al volante y delitos menores relacionados con drogas, Granath esperaba un juicio por haberle dado un cabezazo a otro chico de 21 años. Magdalena tenía 19 años.

Durante el noviazgo, que duró un año, entre 2001 y 2002, los Reyes de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia, vivieron con el alma en un vilo. En un paseo por el Hyde Park de Londres, Granath se dejó fotografiar agarrando de un pecho a la princesa Magdalena. Durante unas vacaciones en Visby, su ciudad natal, famosa por sus fábricas de cerveza, intentó tirar abajo la carpa de un restaurante. Estaba totalmente borracho. En 2004, cuando la princesa Magdalena ya estaba saliendo con Jonas Bergström, Granath llegó a pegarle en un local de moda de Estocolmo. Granath y Bergström tuvieron que ser separados por la policía secreta.

Justo de estas fechas data el comienzo de la obsesión de Jeffrey Epstein, el millonario íntimo de Donald Trump encarcelado por organizar una trama pedófila de tráfico de menores, por Magdalena de Suecia. Recordemos: Epstein se suicidó en prisión antes del juicio, en agosto de 2019, pero eso no ha impedido que su colaboradora más estrecha, Ghislaine Maxwell, esté en la cárcel ni que su amigo el príncipe Andrés haya sido denunciado por una de las presuntas víctimas. Pues bien: el nombre de la princesa Magdalena de Suecia aparece en el libro 'Sexo, mentiras y dinero sucio de la poderosa élite del mundo', escrito por el periodista Ian Halperin, quien se dedicó a recoger declaraciones de presuntas víctimas y amantes del millonario fallecido.

Parece que Jeffrey Epstein ya se había fijado en la princesa Magdalena de Suecia en la prensa internacional, pero su obsesión con la princesa comenzó en un evento solidario en Nueva York, donde esta vivía tras su ruptura con Jonas Bergström, por una infidelidad de este a los siete años de relación. «Conoció a Magdalena y a su madre en un evento solidario y se obsesionó con ella. Decía que era la 'royal' más sexy del mundo. Estaba obsesionado con ella», asegura el autor.

Jeffrey Epstein estaba acostumbrado al trato directo con la aristocracia y la realeza europea gracias a Ghislaine Maxwell, íntima del príncipe Andrés y poseedora de una agenda de VIPS envidiable. Hubiera sido facilísimo el acceso a la princesa Magdalena de Suecia en una ciudad como Nueva York. Por suerte, no fue posible. Ahora podría estar envuelta en el escándalo de pedofilia que ha puesto en crisis a la inconmovible monarquía británica.