Pablo de Grecia y Marie-Chantal Miller escogieron Londres, donde vivía entonces toda la familia real griega, para celebrar su boda, el 1 de julio de 1995. Su vestido de novia, un impresionante diseño de Valentino Alta Costura, fue uno de los más admirados de la realeza. De seda color marfil, con un romántico aire «fin-de-siècle». El cuerpo era ajustado, de encaje, con un bordado de flores sobre redecilla que se alargaba sobre las mangas, y la falda, en forma de tulipa, con bordados artesanales en la parte inferior. El equipo de Valentino integrado por 25 costureras tardó cuatro meses en terminarlo. El velo llevaba bordados arcos y mariposas y media cuatro metros. Lo llevaba sujeto con la tiara Corsario, de la reina Ana María. Pertenecio a la reina Victoria de Suecia, bisabuela de Ana María, y fue un regalo de sus padres, el rey Federico IX y la reina Ingrid, por su mayoría de edad. Y está compuesta por diamantes y perlas, y originalmente fue un broche.
Abril de 2011, Londres. Marie-Chantal eligió un vestido de color maquillaje para la cena de gala previa a la boda del Príncipe Guillermo y Kate Middleton, en el Hotel Mandarin Oriental Hyde Park. El vestido, con mangas francesas con volante y corte sirena con amplio escote que terminaba en drapeado fue un diseño de Marc Jacobs para Louis Vuitton, hecho en exclusiva para Marie-Chantal. Era una cena privada, por lo que las damas no llevaban grandes joyas. La princesa optó por unos pendientes en forma de criollas con diamantes engarzados y piedra rosa en el centro del joyero Joel Arthur Rosenthal, una de sus piezas favoritas. El bolso también era un diseño de Louis Vuitton.
Para la fiesta de los Oscar de Vanity Fair de 2015, Marie-Chantal escogió este diseño de de Sarah Burton para Alexander McQueen de seda y flores bordadas en color maquillaje y gris perla con aberturas en el cuerpo y en los laterales de la cintura, que resultaban muy sexys. Como aderezo escogió de nuevo sus criollas de diamantes.
Para la boda de la princesa Magdalena de Suecia con Chris O'Neill, en 2013, Marie-Chantal volvió a brillar con un diseño ajustado en gris perla, firmado por Chanel, muy minimalista, impecable. Este es un modelo que ha escogido en otras ocasiones con alguna variación: en este caso, lo aderezó con un fino cinturón trenzado, un motivo que se repite en torno al cuello a la caja y las mangas francesas. Lo combinó con un «clutch» joya. La tiara es una kokochnik –de estilo ruso– del joyero de la familia real griega. Es un modelo, en la misma línea que el que llevó a la boda del príncipe Philippos y Nina Flohr este fin de semana, pero aderezado con bordados en el cuello y con un cinturón dorado, en un color azul muy pálido. De hecho lleva el mismo collar largo y fino.
Copenhague, enero de 2012. Para la cena de gala que conmemoraba los 40 años en el trono de la reina Margarita de Dinamarca, en el Palacio de Christiansborg, con las principales familias reales europeas, Marie-Chantal escogió un vestido entallado de terciopelo verde, sobrio pero arrebatador, con cuello barco plisado, firmado por Marc Jacobs para Louis Vuitton. Pero Marie-Chantal llamó la atención también por otro motivo. El diseño dejaba brillar en todo su esplendor la histórica tiara prusiana, de diamantes, que perteneció a Sofía de Grecia, bisabuela paterna de su marido, Pablo de Grecia, que se convirtió en reina de los Helenos en 1913. Fue un regalo del emperador alemán Federico III a su hija Sofía, cuando se casó con el príncipe heredero Constantino Hacía 48 años que nadie la lucía, se llegó incluso a dar por perdida. La última en lucirla fue la reina Federica en la boda de Constantino y Ana María, en 1960. Era una joya personal de la reina Federica y dejó dicho en su testamento que la tiara debería custodiarla sucesor al trono, en este caso Pablo de Grecia, el marido de Marie-Chantal.
Marie-Chantal siente devoción por Valentino, que confeccionó su traje de novia, y al que le une una gran amistad. En 2001 acudieron juntos a la inauguración, en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, de la esposición «Jacqueline Kennedy: los años de la Casa Blanca». La princesa escogió para ese momento un vestido en forma de larga túnica asimétrica, confeccionada en raso color verde agua y bordada con pedrería a lo largo de uno de los laterales. Era un modelo casi idéntico a uno que estrenó Jackie en su viaje a Camboya en 1967, que pertenecía a la colección otoño-invierno de Valentino Alta Costura de ese año. Fue su homenaje a la elegancia de la ex Primera Dama.