Sin trono pero con corona

Marie Chantal Miller reaparece más royal que nunca con la tiara de diamantes que debería ser de la reina Letizia

Marie Chantal Miller, la reina griega sin trono, ha vuelto a recordarle a la reina Letizia que ella tiene algo que la asturiana no posee: una tiara de diamantes de la reina Federica.

Marie Chantal Miller junto a Pablo de Grecia en la celebración del cumpleaños de Christian de Dinamarca. / GETTY

Silvia Vivas
Silvia Vivas

Lo ha vuelto a hacer en la corte que más le gusta (la danesa) y al estilo que más le gusta (con tiara): Marie Chantal Miller , la rica heredera multimillonaria reconvertida en reina consorte del extinto trono griego, ha vuelto a caminar del brazo de Pablo de Grecia por los pasillos del palacio de Christiansborg engalanada con la tiara desaparecida de la reina Federica, madre de la reina Sofía y supuesta herencia nunca recibida de la reina Letizia.

La estampa, de puro repetitiva, se está convirtiendo en un clásico: sonrisa perfecta, recogido de melena rubia y tiara de diamantes son el dress code favorito de la norteamericana cada vez que pisa Dinamarca.

El hecho de que Christiansborg se haya convertido en el escenario en el Marie Chantal Miller luce siempre los diamantes de la reina Federica , fue interpretado durante décadas como uno de esos sutiles zascas que la mujer de Pablo de Grecia le dedicaba en el pasado a la reina Letizia.

Y aunque ambas mujeres hayan escenificado las paces en el entierro del rey Constantino de una manera más o menos convincente, para muchos, el hecho de que esa tiara forme parte de su ajuar y no del de nuestra soberana sigue siendo todo un misterio.

La tiara de diamantes que podría haber sido para Letizia

A la joya en cuestión se la conoce por el nombre de tiara de la reina Sofía, no en honor de nuestra emérita, sino en el de su antecesora, la reina Sofía de Prusia. La espectacular pieza, de diamantes y con diseño floral, data del siglo XIX y se cree que fue un regalo del kaiser Guillermo II a su hermana, la entonces princesa Sofía, con motivo de su compromiso y boda con el heredero del trono griego, el rey Jorge.

A pesar de que el reinado de Sofía no fue precisamente una balsa de aceite, la soberana consiguió conservar la tiara para legarla a sus herederos hasta llegar, de mano en mano, hasta el príncipe Pablo de Grecia que se casó con la mujer que más partido le sacaría a la joya (con permiso de Marie Chantal): la reina Federica.

No nos equivocamos si afirmamos que la tiara de Sofía era una de las joyas favoritas de la reina Federica. La llevó en tantos eventos y retratos oficiales como pudo hasta los años 50, salvaguardando la joya incluso durante el exilio africano de la familia real griega durante la Segunda Guerra Mundial.

La última vez que se la vio con la tiara puesta fue el 1966, en una gala en el Teatro Real madrileño. Pero en 1967 llegó la debacle de los royals helenos, la huida definitiva de Grecia y Federica y Federica y su tiara se instalaron en Madrid junto a la reina Sofía . Nadie volvió a ver la joya sobre la cabeza de reina alguna.

De aquella desaparición nacieron dos hipótesis: la primera que el rey Constantino, en la ruina, había vendido la joya para poder instalar a su familia en Londres. La segunda que, lógicamente, la reina había legado la tiara a la reina Sofía y había pasado a formar parte de las joyas de la corona española . Pero ni una cosa ni la otra.

La sorprendente reaparición de la tiara de la discordia

Todo sucedió en 2012, cuando la reina Letizia aún era princesa de Asturias y Marie Chantal Miller aún no había opinado sobre ella en Twitter. La mala relación entre ambas royals aún no era pública, pero no hacía falta ser un lince para saber que muchas cosas habían cambiado entre el príncipe Felipe y su familia griega desde que Letizia estaba en su vida.

De ser uña y carne con Pablo de Grecia se pasó al silencio administrativo, y con inteligencia calculada y gran sentido del drama y la escenografía, Marie Chantal MIller quiso dar el do de pecho de la reconversión de una plebeya en royal «como dios manda» acudiendo al Jubileo de Rubí de la reina Margarita de Dinamarca con la cabeza coronada con la tiara más espectacular del joyero griego.

Marie Chantal y Pablo de Grecia en el Jubileo de Rubí de la reina Margarita de Dinamarca. / GETTY

El detalle llamó la atención de los medios por varios motivos. En primer lugar porque la joya llevaba 46 años en paradero desconocido. En segundo porque a ese evento también acudió Ana María de Grecia , una auténtica reina (depuesta, pero reina) que iba mucho más discreta que su multimillonaria nuera. Y tercero porque este fue uno de los múltiples saraos royal en los que Letizia ni estuvo ni se la esperaba. La tiara y la sonrisa de Marie Chantal fueron interpretadas como un «zasca» palaciego a la española desde el otro lado de Europa.

Desde 2012 hasta ahora, Marie Chantal desempolva la tiara favorita de la reina Federica cada vez que pisa un palacio nórdico. Afortunadamente nuestra soberana y la consorte de Pablo de Grecia parecen haber enterrado sus diferencias y ahora importa poco quién se ponga el qué en la cabeza. Pero hubiera sido un detalle que la reina Letizia hubiera podido llevar una tiara con tanta historia a su propio viaje danés el próximo mes de noviembre.

20 de enero-18 de febrero

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