Quién es Jesús Herrera, el desconocido pintor español que ha pintado el retrato oficial de Mary de Dinamarca para celebrar su 50 cumpleaños

«Es un gran placer poder anunciar finalmente el retrato de S.A.R. la princesa heredera Mary de Dinamarca en el que he tenido el placer de trabajar durante todo este año pasado». Así ha anunciado en su perfil de Instagram un hito máximo en la carrera de cualquier pintor. Jesús Herrera Martínez, un joven pintor nacido en 1976 Petrer (Alicante), se va a convertir en uno de los artistas de cabecera de Mary Donaldson , preparada para celebrar su 50 cumpleaños con una obra del español.

Este encargo va a disparar, sin duda, su valoración en el mercado del arte y de la influencia digital. Aunque ha desarrollado su carrera en ciudades tan dispares como Roma, La Paz, Río de Janeiro o Holguín (Cuba), Herrera no supera los 1500 seguidores en Instagram y tiene presencia en las ferias alternativas que giran alrededor de ese gran trasatlántico comercial que es Arco. Todo eso puede cambiar a partir de mañana, cuando se desvela su retrato, el primero que la familia real de Dinamarca presenta desde el polémico encargo de la reina Margarita a Thomas Kluge.

De momento, el cuadro en el que Jesús Herrera retrata a la princesa Mary de Dinamarca es un misterio absoluto. Solo han trascendido algunos detalles nimios, como que lleva el pelo recogido, viste de blanco y luce dos anillos que simbolizan los colores de la bandera danesa: un aguamarina y un gran diamante. El público podrá dar su veredicto sobre el trabajo del pintor alicantino mañana, visitando la exposición Mary: 1972-2022, en el Frederiksborg Castle. La responsabilidad es máxima, pues se visibilizará cómo ha tenido que reconciliar los deseos de la princesa danesa con las expectativas de la ciudadanía y su propio y distintivo estilo personal, muy dedicado a explorar los resortes estéticos y filosóficos de la representación e inspirado en la tradición barroca. De hecho, ha expuesto sus series de paisajes bucólicos, autorretratos, jardines botánicos o trípticos portátiles en prestigiosas galerías internacionales.

Jesús Herrera admite en su pintura 'tics barrocos', pero explica que su intención es convertir cada elemento en una unidad de lenguaje. Sus obras plantean un relato que el espectador debe adivinar, un planteamiento que probablemente no esté presente en el retrato de Mary de Dinamarca, donde los significados deben aparecer de la manera más clara posible. Sin embargo, sería raro que Herrera no echara mano de la simbología para darle esa esa capa extra de sentido que suelen tener sus pinturas. De hecho, su rutina de trabajo parte siempre de un argumento. «Mi proceso de trabajo siempre se estructura por proyectos, donde planteo una tesis sobre la que voy a trabajar», ha desvelado en una entrevista reciente para el website elemmental. «Suelo desarrollar cada proyecto a lo largo de un año hasta crear una serie compacta de obras que mostrar».

Jesús Herrera se trasladó a Copenhague en 2015 y allí ha establecido su estudio desde entonces. «Tengo un ritmo de trabajo muy organizado y necesito ir prácticamente todos los días al estudio», ha explicado. Al vivir en Dinamarca, las rutinas varían drásticamente de otoño-invierno a primavera-verano. Pasamos de anochecer a las 15.30 en invierno a amanecer en verano a las 4.00 y tener luz hasta las 23.30. Siempre he sido muy muy nocturno, pero evidentemente aquí necesito aprovechar las horas diurnas, por lo que he cambiado mi ritmo, lo que se llama A-menneske». Su relación con la monarquía danesa no es casual. Parece que varios miembros de la familia real visitaron en 2019 su exposición Todo el conocimiento parcial del mundo, en el Museo de Historia Nacional de Dinamarca, y quedaron impresionados con su trabajo.

Aunque la responsabilidad del pintor alicantino es grande, cuenta a su favor con un precedente polémico que es difícilmente superable. En 2009, la reina Margarita encargó por primera vez en 125 años un retrato familiar que pasara a la posteridad. El artista elegido fue el pintor danés Thomas Kluge, un enamorado de los claroscuros a veces siniestros de Caravaggio o Rembrandt. Cuando tuvo que presentarla cuatro años después el escándalo fue estruendoso. Tanto, que la web oficial de casa real danesa tuvo que explicar que el retrato proponía «una especie de realismo mágico» para reflejar un «universo alternativo» en el que el espectador «se ve retado por representaciones de lo humano que no buscan precisamente agradar».