No va a ser un cumpleaños feliz el de Miguel Urdangarin (uno de los nietos favoritos de la reina Sofía). El hijo mediano de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín cumple 20 años en plena guerra fría familiar que se acompaña de una tormenta mediática perfecta. Desafortunadamente para Juan Valentín, Pablo Nicolás, Miguel e Irene, la vigilancia de los medios de comunicación permite contemplar situaciones penosas que salpican, precisamente, a los hijos. En el último partido de Pablo, estrella del equipo de balonmano del Barcelona, Urdangarin impuso su presencia (la infanta Cristina había pedido no coincidir) y obligó a sus hijos a hacer bandos. Mientras Cristina asistió al partido de su hijo influencer sentada junto a Irene, su hija pequeña, Iñaki se quedó al lado de Miguel, con el había pasado unos días en Vitoria. Qué destino más incómodo para estos jóvenes, testigos innecesarios de una batalla que va para largo.
En el reparto de papeles entre los hijos de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, Miguel ha salido bien parado. Juan Valentín, el mayor, es la gran incógnita: nadie sabe qué es exactamente de su vida ni aparece en las fotos familiares que podemos ver en la prensa del corazón. Sí ha aceptado aparecer en la famosa foto con su abuelo a Abu Dabi, para gran sorpresa general. El joven vivió con más dureza que sus hermanos el escándalo del caso Nóos y el posterior encarcelamiento de su padre. Muy religioso como su familia paterna, estuvo un año en Camboya como cooperante de la ONG que dirige el jesuita Enrique Figaredo. Luego marchó a Essex, en el Reinu Unido, apra estudiar Relaciones Internacionales. A su vuelta, se le vio con la infanta Elena, sus primos Froilán y Victoria Federica y la reina Sofía, pero desde hace meses, nada. Pablo es la estrella mediática de la familia, eso está claro. Y Miguel, el mediano, nada entre dos aguas. Aunque, de momento, parece que opta por la formalidad.
Miguel vive en Londres, donde estudia Ciencias del Mar: es un apasionado de los océanos y la biología marina. Siempre ha sido retratado como un estudiante responsable y dejó muy buena impresión en su paso por el Liceo Francés de Barcelona (cuando la familia aún vivía en España) y en Ecolint, la exclusiva escuela de Ginebra donde terminó sus estudios obligatorios. Por hacer una comparación fácil, diríamos que es todo lo contrario a su primo Froilán de todos los Santos, por otro lado primo favorito con el que compartió muchos juegos en su infancia. De hecho, ambos tienen fama de bromistas y de tener un gran sentido del humor. Solo que Froilán lo canaliza en la noche y el ocio y Miguel prefiere aplicarse a los estudios. Chico listo.
No es fácil seguirle la pista al cambio físico que ha dado en los últimos años, pues no se deja ver tanto como desearíamos. De hecho, en sus últimas visitas a España y en la famosa foto de Abu Dabi con su abuelo ya podemos ver a un joven altísimo, como sus padres, con un gran parecido físico con su madre, la infanta Cristina, y por tanto con su abuelo. Es el más Borbón de los hijos de Iñaki Urdangarín. Poco sabemos de su vida privada, más allá de que le gusta el deporte, como a toda la familia, especialmente los que tienen que ver con el mar, como el surf, y también el tenis.
Miguel Urdangarín estudió durante varios años piano, con lo que podemos asumir que la música es otra de sus grandes aficiones. Más allá de estas notas de carácter, probablemente opte a su vuelta a España por una presencia pública tan discreta como la de su hermano Pablo. Y eso que, por su planta y su simpatía, podría ser un nuevo Jacques Cousteau en el panorama mediático español y dedicarse, por ejemplo, a la recuperación del castigado Mar Menor. Seguro que es una causa que le interesa.