Dicen que es un tópico, pero convendremos que los clichés populares han de contener algo de verdad para instalarse tan fuertemente en el imaginario colectivo. Hablamos de la proverbial enemistad entre suegras y nueras, una rivalidad que no tiene por qué ser automática, pero tampoco negarse automáticamente. La que habría enfrentado a Naty Abascal (79 años), mítica de la moda española y todopoderosa del estilismo fashion nacional, con Laura Vecino (43) tiene todos los ingredientes de un 'fashion feud' legendario.
Vecino, una muchachita de Bilbao sin título ni credencial de estilo, robó en XX el corazón del niño de los ojos de Naty, su hijo mayor Rafael Medina (43 años y su viva imagen además), y hasta se quedó con el título de su amores, duquesa de Feria, en 2001. Hay que reconocerle a Laura Vecino valor y coraje: no debió de ser fácil enfrentarse a una suegra descomunal, superlativa, como Abascal.
Parece que el primer gran encontronazo entre Naty Abascal y Laura Vecino se produjo en los preparativos de la boda, celebrada en 2010. Es cierto que Laura ya no era la joven abrumada por los medios de comunicación que conocimos al anunciarse su noviazgo con Rafael Medina, pero tampoco se había convertido aún en la genia de la moda y el estilismo que es hoy, probablemente una de las mujeres más elegantes de España, aunque su presencia como celebrity en las revistas del ramo sea cada vez menor. Ante la ingenuidad mediática de su nuera, se entiende que Naty Abascal quisiera tomar las riendas de una boda que debía ser inolvidable: no en vano se casaba el duque de Feria y su primogénito querido, el que heredó punto por punto su cara y su elegancia. El detalle más importante del ceremonial tenía que pasar por sus manos. ¿A qué nos referimos? Al vestido de novia.
Naty Abascal quiso que uno de sus mejores amigos, su cómplice en el mundo de la moda y su compañero de yate de siempre, diseñara el vestido que debía llevar Laura Vecino. Hablamos de Valentino, un nombre que pocas novias se permitirían el lujo de rechazar. De hecho, son muy pocas las que logran que el diseñador italiano se ponga a los lápices para confeccionar un diseño único que lleve su nombre. En este momento clave se fraguó el distanciamiento que ha suscitado los rumores de una mala relación entre ambas: Laura Vecino, sin favores que pagarle al viejo establisment de la moda, quería un vestido a su medida, no a la de su suegra. Su sueño era un vestido de Giambattista Valli, modisto de muchas celebrities que entonces aún no había logrado entrar en la Cámara de la Moda de París con una colección de alta costura. Valli y Vecino se confirmaron mutuamente: sorprendieron con un vestido regio inspirado en María Antonieta con una falda brocada de ensueño.
El vestido de novia fue la demostración de que Laura Vecino no iba a aceptar un tutelaje por parte de Naty Abascal, ni siquiera en el terreno de la moda donde esta ha ejercido como una especie de Anna Wintour a la española. Sin embargo, la relación entre ambas no ha sido tan destemplada como se suele contar, más aún desde el nacimiento de los mellizos Laura y Rafael en 2012 y el despegue profesional de las carreras de su hijo y nuera. Ha sido precisamente el éxito de Laura Vecino como estilista el que ha provocado nuevos rumores de enemistad entre suegra y nuera, aunque más que una mala relación estaríamos ante los lógicos celos de una diva en retirada.
Vecino sustituyó a Abascal como estilista estrella de la revista Hola, un cargo que Naty siempre criticó por estar mal pagado (se rumorea que se embolsaba 6.000 euros más dietas por cada producción de moda que diseñaba), pero que le proporcionaba un acceso a los ricos y famosos y una influencia sobresaliente. Al menos desde 2019 es Laura Vecino quien se encarga de los estilismos estrellas de la publicación, pero mucho antes ya fue señalada como la sucesora y heredera del imperio de estilo de Naty. Apostamos a que no le hizo nada de gracia la perspectiva de tener un recambio.
20 de enero-18 de febrero
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