La infanta Elena, primogénita del rey Juan Carlos I y la reina Sofía /
La infanta Elena es el verso suelto de la familia real española, la única que hoy por hoy ha sabido lidiar con las tensiones familiares y lo mismo visita a su padre el rey Juan Carlos de Borbón en Abu Dabi, que llama a su madre la reina Sofía , visita la Zarzuela, el hogar de su hermano el rey Felipe VI (casado con Letizia Ortiz), o consuela a su hermana la infanta Cristina en su peor momento.
Pero antes de convertirse en la eterna figurante en segundo plano de la Casa Real y la madre de una aristócrata/influencer, la infanta Elena podría haber heredado un destino más ambicioso: como primogénita de los reyes de España podría haber sido la heredera del trono, pero su padre decidió que no. ¿Qué sucedió?
A pesar de ser considerada el ojito derecho del rey Juan Carlos, fue su propio padre quién alejó a su primogénita del trono desde el mismo momento de su nacimiento. Al tiempo que celebraba la llegada al mundo de su hija ante los periodistas que se reunieron en la clínica de Nuestra Señora de Loreto, Juan Carlos aprovechó la ocasión para dejarles claro que la niña jamás sería su heredera. De hecho afirmaba que prefería que su primer hijo hubiera sido niña porque él mismo había sido segundo hijo y era mucho mejor que su heredero llegara el segundo para seguir su estela.
El nacimiento de Elena, el 20 de diciembre de 1963 no tuvo lugar en la mejor de las circunstancias políticas. Por un lado la pareja destinada a convertirse en los reyes de España eran aún príncipes, todo el mundo rumoreaba que su matrimonio no superaría ese año, y su lugar en el centro de poder de España estaba lejos de estar asegurado. Acababan de instalarse en el Palacio de la Zarzuela y se pasaban el día intentado complacer a Franco, quien decidía su futuro.
El bautizo de la infanta fue un ejemplo de esta tensa situación: la única oportunidad en la que Franco permitió que el legítimo heredero del trono español, el padre de Juan Carlos, pisara suelo español desde 1931. La ceremonia se celebró ocho días después del nacimiento en el palacio madrileño sin permitir paradas intermedias para evitar apoyos monárquicos a Don Juan y, eso sí, con padrinos de lujo (María de las Mercedes de Borbón, condesa de Barcelona, y el Alfonso de Orleans) y una buena selección de nombres regios: Elena (por su madre), María (por su abuela), Isabel (por los Borbones) y Dominica de Silos (porque era el santo del día de su nacimiento).
La infanta Elena /
Por ser la primera en llegar la infanta Elena gozó de algunos «privilegios», como el de tener como número de DNI el 12, justo por detrás de su madre la reina Sofía. Pero en 1968 llegó al mundo su hermano Felipe y toda su infancia giró en torno a que entendiera que nunca heredaría el trono (inexistente incluso en el momento del nacimiento del príncipe de Asturias). «Las dos hemos vivido una situación idéntica -explicaba la reina Sofía años más tarde-. Cuando nació Felipe, mi marido no era rey, ni siquiera había sido designado heredero. Pero ya desde niñas las infantas van sabiendo que el día que su padre reine, el inmediato sucesor será su hermano varón. Es lo mismo que yo viví desde pequeña«.
¿Pero quién decidió en última instancia que la situación de la infanta Elena fuera la de mantener toda su vida un discreto plano? Pues, de principio a fin, de su padre. Tras la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975 los acontecimientos se precipitan: el 27 de noviembre Juan Carlos I se convierte en rey en la iglesia de San Jerónimo de Madrid. Una de sus condiciones para apoyar al nuevo gobierno constitucional, parlamentario y monárquico fue que Elena no reinara.
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La periodista Pilar Eyre retrata a menudo la escena: el rey Juan Carlos discutiendo acaloradamente con el presidente Adolfo Suárez para imponer en la Constitución la superioridad dinástica masculina sobre la primogenitura femenina, un artículo que contradecía a la propia Carta Magna que en su artículo 14 afirma que se «garantiza la igualdad de los españoles ante la ley sin que pueda prevalecer discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión».
A pesar de que Adolfo Suárez intentó abogar por «los nuevos tiempos» ante el rey, este no cedió y contestó categórico: « ¡Una mierda para los nuevos tiempos! ¡Elena no puede respirar y punto en boca! ¡No tengo que dar más explicaciones!». Nunca las dio, y Elena, la hija que siempre le visita en su «exilio» en Abu Dabi se quedó para siempre sin corona.