Las amistades peligrosas de la princesa Charlène de Mónaco: su asesor más cercano, acusado de un grave delito en Estados Unidos

Más problemas para la imagen de la princesa Charlène de Mónaco: su confesor durante años está arrestado y en espera de juicio en Estados Unidos por tenencia de pornografía infantil.

La princesa Charlène tampoco ha acertado a la hora de escoger confesor. / gtres

Silvia Vivas
Silvia Vivas

La vida de la princesa Charlène de Mónaco y de su marido el príncipe Alberto II es una caja de sorpresas con novedades semana tras semana. En menos de un mes el gobernante del principado se ha contagiado de coronavirus (por segunda vez), se ha recuperado, ha lidiado ante los medios con un ataque en redes contra sus colaboradores más cercanos capaz de desestabilizar su gobierno, ha asistido a un torneo de tenis, ha hecho un viaje por Italia y, como no, ha hecho frente (de nuevo) a los insistentes rumores de divorcio.

Por su parte la desaparecidisima princesa Charlène ha pasado por Mónaco para hacer un posado familiar de Pascua que no ha logrado acallar los rumores sobre que no vive en Mónaco sino en Córcega y, de colofón, ahora debe digerir que el padre William McCandless, su asesor más cercano y confesor personal durante años está acusado de un delito de pornografía infantil y puede ser condenado hasta una pena de 60 años de prisión en los Estados Unidos.

Desafortunadamente para la princesa triste a la que todo le sale rana no es la primera vez que las personas de su círculo más íntimo se encuentran en el ojo del huracán. Ella misma ha confesado en sus entrevistas que no ha hecho demasiadas amistades en La Roca (a pesar de que lleva allí diez años) y que solo confía en su familia y dos o tres personas escogidas. Su favoritismo por los Wittstock ha hecho que a su todopoderoso y omnipresente hermano Gareth Wittstock se le conozca en Mónaco con el sobrenombre de «el conde de Mónaco» y las malas lenguas le critiquen a menudo por cómo ha engordado su patrimonio desde que su hermana es princesa.

Pero no solo su propia familia ha sido criticada. El Paris Match denunció en su día que Charlène había apostado todo su remanente de confianza en una única persona de dudosas intenciones: una mujer llamada Dawn Earl cuyo único currículum era que estaba especializada en numerología y que formó parte durante un tiempo de una turbia secta australiana.

Ahora el problema es otro y afecta de forma penal y dramática al confesor de Charlène durante años, el padre William McCandless. El religioso era un habitual del palacio monegasco, asesor de la princesa, testigo del nacimiento de sus dos hijos e incluso el sacerdote que casó a su hermano Gareth en su boda monegasca.

Actualmente el sacerdote se encuentra en arresto domiciliario en Filadelfia y en espera de juicio (que comenzará en junio) acusado de descargar miles de fotografías de pornografía infantil y llevarlas de Mónaco a Estados Unidos. Queda claro que aunque para Charlène Mónaco es un lugar poblado de «hienas y tiburones» ella misma no ha sabido rodearse de las mejores compañías.