«Es improbable que Virginia Giuffre acepte un acuerdo puramente económico con el príncipe Andrés». El anuncio del abogado de Giuffre (38 años), en portada de los periódicos británicos, pone contra las cuerdas definitivamente al príncipe Andrés (61 años) y a la familia Windsor, cada vez más cerca de sentar a uno de sus miembros en el banquillo de los acusados por un delito de abuso sexual contra una menor. Isabel II debe tener ya muy pocas esperanzas de evitar la fatídica foto. De hecho , ha despojado a su hijo favorito todos sus títulos militares (en ocho regimientos británicos) y tendrá que renunciar también a sus funciones en los mecenazgos vinculados a la reina. El duque de York mantendrá de momento su título nobiliario, pero no podrá utilizar el tratamiento de «su alteza real» y defenderá su caso ante la justicia norteamericana «como un ciudadano privado». Podría terminar en la cárcel.
Virginia Giuffre asegura que el difunto magnate Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell abusaron sexualmente de ella y que le obligaron a mantener relaciones sexuales con el duque de York a los 17 años. Por eso, el 9 de agosto presentó una demanda contra el príncipe, denunciando violencia (tres casos de abuso sexual y violación) y daños emocionales. Los abogados del príncipe Andrés alegaron que un acuerdo extrajudicial entre Giuffre y Epstein protegía a su cliente frente cualquier demanda. El acuerdo, que fue desvelado el 3 de enero, concedía a Giuffre 500.000 dólares. Sin embargo, el juez Lewis Kaplan ha estimado que no existe tal protección. La demanda de Giuffre sigue adelante. Se abre, de nuevo, la posibilidad de un acuerdo, aunque esta vez parece que no va a ser tan barato ni tan fácil.
«Creo que para Virginia Giuffre es muy importante que esta cuestión se resuelva de manera que se vindique a las víctimas y a ella misma», ha confirmado David Boies, abogado de Giuffre. Además, ha aclarado que de momento no existe ningún tipo de contacto de cara a una negociación de algún tipo de acuerdo extrajudicial, ya que cuando él mismo hizo una propuesta de mediación los abogados del duque de York no quisieron saber nada sobre el asunto. «Estamos a la espera de ver si han cambiado de opinión o no», ha explicado. «De momento, la actitud del príncipe Andrés o de su equipo legal ha sido negar, negar y negar a Virginia, culpar a Virginia, criticarla, atacar su carácter y su credibilidad moral. Veremos cómo juega sus cartas cuando esté bajo juramento».
Lo cierto es que la biografía de Virginia Giuffre encaja milimétricamente en el perfil favorito de Ghislaine Maxwell, la mujer condenada por captar las menores que violaba Jeffrey Epstein: pobres, sin familia, desamparadas. Virginia Giuffre (California, 1983) vivió una infancia terrible después de haber sido abusada sexualmente por un amigo de la familia a los 7 años y escaparse de casa a continuación. Vivió en varias casas de acogida para niños desamparados e intermitentemente en la calle, donde pasó hambre y sufrió, de nuevo, abusos. En 2000, tratando de salir de esa miseria, conoció a Maxwell mientras trabajaba de camarera en el resort de Donald Trump en Mar-a-Lago. La millonaria le ofreció la posibilidad de formarse como masajista terapéutica, pero en realidad la instruyó para masajear a Jeffrey Epstein, que terminó abusando también de ella.
En una entrevista en la BBC, Virginia Giuffre relató cómo los amigos de Epstein se la pasaban «como a un plato de fruta» en las vacaciones, fiestas y viajes en jet privado en los que la embarcaban. En 2001, con 17 años, Epstein le ordenó que «le hiciera al príncipe Andrés lo mismo que le hacía a él». El duque de York abusó de ella tres veces en distintos lugares (un club nocturno, un piso en Londres y en las Islas Virginias). En 2003, siempre según el relato de Giuffre, Epstein se cansó de ella: era demasiado mayor y había perdido el interés. Por suerte pudo convencerle para que financiara su formación como masajista profesional en Tailandia, aunque con la condición de que a su vuelta del país asiático trajera con ella una chica de la que Epstein se había encaprichado.
Por suerte, Virginia Giuffre tuvo la buena fortuna de conocer en aquel mismo viaje a un hombre del que se enamoró y con el que se casó diez días después. Se mudó a Australia y formó una familia (tiene tres hijos), con la que hoy vive felizmente en Perth. Parte de su recuperación tiene también que ver con una organización sin ánimo de lucro llamada Speak Out, Act, Reclaim (SOAR) que fundó ella misma para luchar contra el tráfico de menores. Su lucha judicial no es solo por ella misma. Es por todas las víctimas.