Laurent de Bélgica, el príncipe que se pelea con su familia en la prensa, dice que habla con los muertos e intenta acallar los rumores de divorcio enviando fotos a los periódicos

La casa real belga no se libra de tener su propia oveja negra. Aunque en los últimos años parecía haber aprendido la lección, el príncipe Laurent, hijo menor de la reina Paola y el rey Alberto II ha vuelto a la carga con sus declaraciones desafortunadas en la prensa. esta vez el motivo ha sido intentar acallar los rumores de divorcio.

Retrato del príncipe Laurent de Bélgica. / gtres

Silvia Vivas
Silvia Vivas

No es fácil ser un «segundón», como definió Joaquín de Dinamarca a su posición como hermano menor del futuro rey del trono, y el príncipe Laurent de Bélgica parece saberlo bien. Desde que su hermano el rey Felipe subió al trono en 2013, parece que las ganas de polemizar del hermano pequeño del monarca habían desaparecido… pero parece que han resurgido. Los rumores de divorcio entre el príncipe y su mujer, la princesa Claire, que se desataron tras la ceremonia de celebración del último día nacional de Bélgica (esa en la que debutó la princesa Delphine ) han finalizado de la forma más absurda: con el propio príncipe filtrando a la prensa fotos de él y su mujer de vacaciones. Pero no es la primera vez que el príncipe Laurent mete la pata en la prensa nacional.

Todas las veces que el príncipe Laurent ha sido polémico en los medios

A toda monarquía que se precie le toca su heredero díscolo y ese papel fue cumplido con creces por el príncipe Laurent durante su juventud. Famoso por sus multas de tráfico por exceso de velocidad (una manía muy principesca) nunca le quedó claro cuál era el papel que debía cumplir en el organigrama familiar. Se rumorea que sus apariciones espídicas en la prensa nacional, sus declaraciones explosivas y sus cambios de carácter se deben a que, en realidad, el príncipe padece un trastorno bipolar del que nadie sabe si está recibiendo tratamiento o no.

El príncipe Laurent y su esposa la princesa Claire. / gtres

Sea como fuere hay dos verdades incuestionables: durante el reinado de su padre Laurent fue casi desterrado de palacio porque concedía entrevistas sin mediar con nadie de palacio y que lo que el príncipe desea por encima de todo es ser un exitoso hombre de negocios. Pero su objetivo fue frustrado de raíz porque cuando se forma parte de la Corona, la Corona es el negocio (los Windsor dixit).

Como representante de la familia real belga el príncipe tiene una asignación económica que depende del Estado belga y una serie de reglas que cumplir, la más importante de todas es que no puede tomar iniciativas económicas ni políticas por su cuenta. En 2015 quedó muy claro que Laurent había intentado incumplir ambas reglas durante años.

Como «venganza» Laurent concedió una entrevista explosiva en la que afirmaba que su propia familia boicoteaba todas sus iniciativas en el mundo de los negocios y que su tío y su padre eran la Stasi mientras que su hermano se había aliado con las fuerzas que pretendían dañarle y evitar que fuera el exitoso emprendedor que él cree que es a pesar de que sus empresas quebraron.

Vídeo.

El día que al príncipe Laurent le recortaron la paga estatal

En 2017 pagó las consecuencias de saltarse las normas. El año anterior, por su cuenta y riesgo, el príncipe se reunió con el primer ministro de Sri Lanka, ese mismo año acudió de uniforme a la embajada China para la conmemoración de la creación del ejército chino y no contento con eso lo subió a Twitter. También fue interceptado en un viaje a la República Democrática del Congo.

El primer ministro belga llevaba meses advirtiendo al príncipe que el presupuesto estatal de más de 300.000 euros anuales por sus labores como representante del país dependían de que cumpliera las reglas, entre ellas que no se reuniera ni hablara con mandatarios extranjeros sin conocimiento del Ministerio de Exteriores. Tras la amenaza del ministro, el príncipe intentó reunirse en privado con el presidente de Turquía.

Al final, entre los desaires a la corona y a los políticos de su propio país, el príncipe Laurent lo único que logró fue crearse enemigos, quedarse solo… y que le recortaran su presupuesto. Ahora se queja de que su sueldo «no le llega» y que para ahorrar los gastos de peluquería su esposa, la princesa Claire, no puede acudir a todos los eventos programados. «Si obtengo menos dinero también doy menos a cambio», afirmó en la televisión.

Días más tarde declararía que tras pasar por una experiencia de coma inducido era capaz de hablar con los muertos. Y este mismo verano ha intentado acabar con los rumores de crisis en su matrimonio mandando fotos de sus vacaciones con su mujer a la prensa. Alguien le recordará en breve que en las familias de royals ni se pueden usar los privilegios para hacer negocios ni se tiene libertad de expresión.