La estrategia del príncipe Rafael Orleans-Braganza, el primo brasileño de Felipe VI, para no convertirse en plebeyo

Ya sea por haber perdido el trono, como le sucedió a Simeón de Bulgaria , o porque han heredado un reino que no existe desde hace siglos, como le sucede al pretendiente eterno al trono francés, Luis Alfonso de Borbón , Europa está llena de reyes sin corona. Pero en otros lugares más exóticos también figuran pretendientes a reinos extintos. Es el caso de Brasil, que desde hace unos días cuenta con un nuevo príncipe imperial en la figura de Rafael Orleans-Braganza.

A sus 38 años, el aristócrata residente en Londres se ha convertido en delfín de una monarquía que en el populoso país sudamericano se abolió en 1899, tras el golpe de Estado que derrocó al emperador Pedro II. Rafael ha llegado a este puesto tras el fallecimiento de su padre, Antonio Orleans-Braganza, el pasado 8 de noviembre a los 74 años. Este era primo lejano del rey Juan Carlos, ya que María Antonieta de Borbón-Dos Sicilias fue bisabuela de ambos.

A su funeral, que tuvo lugar en la localidad de Vassouras, en el estado de Río de Janeiro, acudió el principie imperial acompañado de sus dos hermanas, Amelia y María Gabriela. «Como príncipe de Grão-Pará, renuevo mi compromiso de dedicar toda mi vida a Brasil y trabajar para los brasileños en cualquier ámbito y cuando me lo pidan», declaró el joven royal en ese momento.

El actual jefe de la familia imperial brasileña es el príncipe Bertrand, que a sus 86 años no está casado ni ha tenido hijos. Por eso su descendiente directo era su hermano Antonio y ahora ese puesto pasa al príncipe Rafael. El octogenario saltaba a los titulares hace unos meses, cuando se posicionaba en contra de Lula da Silva en las últimas elecciones en Brasil. En un comunicado aseguraba sentirse «en la obligación, como príncipe católico y brasileño», de pedir a sus compatriotas que no votaran «por esos que pretenden traer de vuelta una agenda roja que hasta hace unos años tanto daño le hizo a nuestra querida y sufriente patria».

Aunque creció y vivió en Brasil, el príncipe Rafael ha establecido su residencia principal en Londres. El tercero de los cuatro hijos que tuvieron el príncipe Antonio de Orleans-Braganza y la princesa Christine de Ligne se graduó en Ingeniería, pero ha orientado su vida profesional hacia la consultoría, fundando una empresa en la capital británica. Pese a su vivir a miles de kilómetros de su país de origen, mantiene una estrecha conexión con él y es presidente de la Juventud Monárquica de Brasil.

Su vida personal ha estado sobre todo marcada por la trágica muerte de su hermano mayor, Pedro-Luiz, tras el accidente del vuelo 447 de Air France en el que perdieron la vida 228 personas. Este desgraciado suceso lo convirtió en príncipe imperial, aunque su título no tenga validez oficial.

El aristócrata tiene dos hermanas, ambas arquitectas. La mayor, Amelia, trabaja en un estudio madrileño y se casó hace diez años con un sobrino nieto del exministro español Antonio Garrigues, el escocés y plebeyo Alexander James Spearman, con quien ha tenido dos hijos. La pequeña, María Gabriela, de 35 años, está soltera.

Con su recién estrenada condición de príncipe imperial, la difícil misión de Rafael Orleans-Braganza es encontrar una esposa de sangre azul si quiere conservar sus derechos dinásticos en el (poco factible) caso de que Brasil vuelva a tener un emperador en el futuro. La causa de esta cláusula es el matrimonio morganático que rige en esta dinastía, por el cual todo príncipe que se casa con una plebeya queda automáticamente excluido de ella, como le ha ocurrido a su hermana Amelia.

Aunque Rafael Antonio Maria José Francisco Miguel Gabriel Gonzaga de Orléans e Bragança e Ligne, su largo nombre completo, ha expresado en declaraciones anteriores su deseo de casarse con una mujer que sea parte de «la realeza y la alta nobleza católica», lo cierto es que de momento no se le conocen noviazgos de sangre azul. El único de sus noviazgos que de momento ha trascendido es el que mantuvo hace años con la actriz Talita Vaccaro.

A falta de un reality televisivo que se titule 'Príncipe busca princesa', el aristócrata brasileño deberá rastrear el Gotha para encontrar a su futura esposa. Lejos de nuestra intención hacer de casamenteros, pero hace tan solo unos días la princesa María Carolina de Borbón-Dos Sicilias dejaba claro que estaba buscando novio con estas palabras: «Espero que llegue un príncipe azul para darme una serenata». Ahí lo dejamos.