El pasado 3 de diciembre falleció una de las amigas íntimas de la reina Isabel II : la duquesa de Grafton Ann Fortune FitzRoy. Entre sus múltiples títulos la anciana señora centenaria de la que se ha despedido Buckingham ostentaba el trabajo por el que todas las damas de compañía de la reina británica suspiran: el de «mistress of the robes», algo así como «la dama de los ropajes (o de las túnicas o los vestidos)«, un cargo con un gran prestigio que te facilita un acceso directo a la reina y muchos puntos para conseguir convertirte en su mejor amiga. ¿Pero en qué consiste realmetne este secreto trabajo con tantos beneficios?
Ann Fortune FitzRoy no llegó a palacio y se convirtió en la dama de los ropajes sin más, comenzó a trabajar para la casa real en 1953 como dama de la alcoba y no fue hasta 1966, cuando la reina le concedió el privilegio de ser la «jefa» de sus damas de compañía. A lo largo de su extenso reinado Isabel II solo ha tenido dos mistress of the robes y la duquesa ha sido la segunda de ellas y la más longeva, porque a pesar de morir con 101 años jamás renunció a su cargo.
El título en de mistress of the robes se remonta al reinado de Isabel I, en el siglo XVI, y en teoría, el cargo solo hace referencia a que es la dama que se encarga del cuidado de los vestidos de la reina, especialmente los de las ocasiones ceremoniales, y el joyero real, algo que parece poco pero que, en realidad, escondía mucho porque sus beneficiarias se elegían por pura política para favorecer a una casas nobles sobre las otras.
Sobre la gran influencia que una mistress of the robes podía llegar a ejercer sobre la reina giraba la película de Yorgos Lanthimos «La favorita» que mostraba a la reina Ana completamente dependiente para tomar cualquier decisión (guerras incluidas) de su mistress Sarah Churchill, la duquesa de Malborough (hasta hay quien cree que ambas mujeres eran amantes).
La decisión de que la reina escogiera de motu propio a su mistress en vez de que se la escogieran no cambió las cosas. La reina Victoria, por ejemplo, eligió ella misma a Harriet Sutherland-Leveson-Gower, duquesa de Sutherland como su dama de los ropajes por pura afinidad, pero esta decisión acabó transformándose en un temporal político. A la crisis que nació de aquella decisión se la conoce como la crisis de la alcoba de 1839 y se produjo cuando la reina se negó a despedir a sus damas por considerarlas sus amigas y no las esposas de destacados políticos y nobles conservadores de la época. El gobierno exigió a la reina que se deshiciera de algunas de ellas porque temían que influyeran en sus decisiones, pero la reina se mantuvo firme en su negativa provocando un conflicto con su gobierno que no se resolvería hasta 1841.
Ser la mistress of the robes tiene por lo visto poco que ver con los vestidos y mucho con la reina. De hecho en la actualidad es la más importante de sus damas de compañía, la persona encargada de organizar los turnos de las demás damas y tiene un destacado papel como asistente de la reina en actos oficiales, viajes al extranjero incluidos. La desaparecida duquesa de Grafton fue otra de las mistress anómalas porque accedió a su cargo cuando solo era condesa (una irregularidad), pero tras su papel en la coronación de Isabel II la reina ya no quiso renunciar a ella.
Elegante, discreta, con excelentes modales y completamente blindada a hablar con biógrafos y prensa, la duquesa se convirtió en íntima de la monarca y una defensora de los Windsor capaz de alzar una ceja tras ver un capítulo de The Crown y preguntar con sorna «¿Y la gente puede ver esto?». No sabemos si la reina conseguirá otra dama de los vestidos igual.
20 de enero-18 de febrero
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