Clotilde Courau, la actriz que acabó convertida en princesa de Saboya gracias a alberto de Mónaco sin renunciar a su carrera de actriz como hizo Grace Kelly

Clotilde Courau es actriz en la alfombra roja de Cannes y princesa consorte en Italia. La esposa de Manuel Filiberto de Saboya, nieto del último rey italiano, y princesa de Venecia y Piamonte, posee todo lo que siempre soñó la madre de Alberto de Mónaco, Grace Kelly: ser un referente royal sin dejar la interpretación.

Manuel Filiberto de Saboya y su mujer, la actriz-princesa consorte Clotilde Courau. / gtres

Silvia Vivas
Silvia Vivas

La historia de amor entre la actriz francesa Clotilde Courau y el príncipe sin corona Manuel Filiberto de Saboya tiene datos sorprendentes: como un celestino de lujo, el único hijo de Grace Kelly Alberto de Mónaco, y un duelo a espada. Era el año 2001 y ambos competían en Mónaco en una prueba deportiva Vip y benéfica de esgrima. Alberto de Mónaco les puso juntos mientras el cantante Johnny Halliday, íntimo del italiano, le guiñaba el ojo al príncipe dando su ok al flechazo que el heredero del extinto trono italiano sintió en cuanto vio a la estrella de cine francesa.

Pero ese flechazo no fue mutuo. La futura royal italiana y madre de toda una princesa influencer de la talla de Victoria de Saboya no estaba en aquel momento por la labor de dejarse llevar por la idea de vivir un cuento de hadas moderno. Acababa de salir de una relación complicada y tormentosa con Guillaume Depardieu, hijo de Gérard Depardieu que moriría dramática y prematuramente tiempo después y, sobre todo, temía que le pasara como a Grace Kelly y que las obligaciones palaciegas la alejaran por siempre de las alfombras rojas de los festivales de cine.

Quizá su cercanía con el príncipe Alberto, a cuya boda con una plebeya acudiría mucho tiempo después como invitada, (y dando la nota de color con un vestido naranja de Giambattista Valli), la advirtió de lo incompatible que fue para la actriz norteamericana combinar principado y ceremonias de los Oscar. Advertida por su ejemplo Clotilde Courau deció decirle «ciao» al príncipe italiano.

Clotilde y su hija Victoria de Sanoya, la princesa influencer / instagram

Más de un año le costó Manuel Filiberto convencer a la actriz de que cediera a sus encantos y más de dos conseguir que su padre, Victor Emmanuel IV, diera el ok a su relación. Nacida en Levallois-Perret en 1969, Clotilde Courau no tenía ni una molécula de sangre azul corriendo por sus venas pero sí una carrera como actriz exitosa.

Su crianza itinerante siguiendo a su padre, ingeniero de profesión, por todo el planeta condujeron a la Clotilde adolescente a buscar un rumbo propio en su vida a través de la interpretación. Sin duda, la mejor elección que podía haber hecho. Acabó debutando a los 20 años en el teatro y a los 21 ya ganó su primer reconocimiento internacional en el festival de cine de Berlín.

Pero el amor se cruzó en su vida y contra viento y marea, y con un embarazo de por medio, al final Clotilde y Manuel Filiberto se acabaron casando el 25 de septiembre de 2003 en una boda de 1200 invitados. Un evento social que, por supuesto, fue retransmitido por televisión y en el que sorprendió la felicidad de la embarazadísima novia llegando al altar vestida de Valentino. Entre los testigos de la ceremonia estaba, por supuesto, el príncipe Alberto de Mónaco, el mismo que en 2001 había propiciado en la primera edición del pentatlón monegasco el encuentro de los amantes. Su presencia allí fue aún más significativa al contemplar el vacío que las casas reales europeas reinantes y no reinantes le hicieron a la ceremonia. El evento se anunció con tan solo 15 días de preaviso y de todos los reinantes europeos solo Alberto de Mónaco se acercó hasta Roma aquella soleada mañana. Clotilde Courau le devolvería el favor desde entonces cada vez que el protocolo monegasco se lo permitía: estuvo en Mónaco para ver cómo el príncipe ascendía al trono en 2005, acudió a la ópera en su honor y también acudió el día de su boda en 2011.

Clotilde, princesa de Saboya, es una habitual en los desfiles parisinos de alata costura / instagram

Tras la boda quedó claro que Clotilde Courau no iba a ser una princesa de Venecia y el Piamonte al uso. «No quiero ser reducida a «esposa de». Llevo más de 25 años haciendo películas», declaró en una entrevista y cumplió a rajatabla lo que tenía en mente: respeto a la historia y el linaje de su marido, sí, pero no a cambio de su carrera. Apenas tres meses después de la boda llegó su primera hija, Victoria de Saboya, y tres años más tarde la segunda, Luisa.

Y eso es todo lo convencional que ha hecho esta pareja de príncipes europeos desde que están juntos. Ella ha continuado con sus papeles en el cine y sus nominaciones en los premios César franceses. Él montando negocios a lo largo y ancho del planeta. Ella vive en París con sus hijas. Él entre Mónaco, Italia y Los Ángeles. En 2013 llegaron los rumores de divorcio y crisis. Manuel Filiberto llegó a confesar públicamente una infidelidad. Pero a pesar de todo siguen juntos y bien avenidos.

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Sin una agenda institucional real con la que cumplir, Clotilde Courau continúa con su carrera, la crianza de sus hijas y su asistencia puntual a los desfiles de alta costura de París. Y si en algún momento se tiene que enfundar los tacones y el vestido de gala para acudir a un evento royal, lo hace con la misma soltura con la que pasea por la alfombra roja de Cannes. Pero sin duda el papel que más disfruta es el de contestar a las críticas y despejar las dudas sobre cómo debe ser la unión entre un príncipe y una plebeya. Como ella misma no esconde, vive lejos de su marido, ¿y qué? «¿Acaso el amor es estar juntos todo el tiempo?», responde en los medios al mismo tiempo que nos recomienda que maduremos un poco «la vida no es un cuento de hadas». Dos buenas respuestas que seguro que Alberto de Mónaco acabará usando si le siguen interrogando sobre dónde está Charlène y por qué no viven juntos.