Joanna Preysler Francisco es familia de la mismísima Isabel Preysler y toda una celebrity aunque su feed de Instagram no se encuentre entre tus favoritos. Joanna puede presumir de dos cosas: de ser la mayor de los sobrinos de Isabel Preysler y hablar con ella por teléfono a menudo y de ser tan conocida en Filipinas como Tamara Falcó en España.
Aunque ahora pueda presumir de su poder como galerista e influencer y de posar en portada de revistas míticas como Tatler, Joanna Preysler no lo ha tenido fácil en la vida. De hecho, su existencia se vio sacudida durante su infancia por una de las dos grandes tragedias que han sacudido a la familia Preysler: la muerte accidental y prematura de su padre, Enrique Preysler, cuando tenía solo 25 años.
Muchos quieren ver en la soltura con la que Joanna se desempeña en su vida pública el mismo carisma que poseía su propio padre, que además de ostentar el tristísimo récord de ser el primer hijo de Beatriz Arrastia en fallecer en trágicas circunstancias, también era el miembro más popular de la saga en aquel momento para los medios asiáticos. Pero su muerte por inhalación de monóxido de carbono en un hotel de Hong Kong marcó para siempre a la familia, tanto es así que Isabel Preysler quiso bautizar a su hijo Enrique con el nombre de su hermano para rendirle un homenaje.
Aunque nació en Filipinas fruto de la relación entre Ricky Preysler y Arlene Dorfii, Joanna vivió alejada del ruido mediático que despertaba su apellido durante buena parte de su vida porque creció en la ciudad de San Francisco en Estados Unidos. Fue cuando comenzó su educación en el instituto cuando retornó a Manila, ciudad donde reside en la actualidad y donde ella es la reina de corazones (y de los negocios).
Ahora que ya ha superado la barrera de los 50 se puede afirmar que Joanna posee una trayectoria profesional relacionada con el mundo del arte, la moda y el wellness que más quisiera para sí Gwyneth Paltrow. En el país asiático no hay otra como ella, capaz de crear seis firmas de moda diferentes (solo en 2015 era presidenta y directora ejecutiva de un holding que poseía cuatro marcas de moda exclusiva) al tiempo que funda hoteles de lujo en el centro de Manila o un par de galerías de arte única en las que se puede comprar moda de lujo vintage y piezas artísticas a la vez (también idea suya). Por supuesto, también vende productos orgánicos y sostenibles en su tienda Sunday Morning Food Store.
Y todo esto sin perder la sonrisa, la línea y el feed de Instagram, que alimenta con reportajes que le hacen en las revistas nacionales, fotos con su segundo marido Raúl Francisco y sus tres hijos Mónica, Emilio y Diego y referencias veladas a la rama española de las Preysler. Se la ha visto llevando prendas diseñadas por Ana Boyer y dedicándole piropos a su tía Isabel en igual medida que se la ha visto hacer deporte al nivel Elsa Pataky junto a su esposo (lo cual tiene mérito porque se llevan ocho años de diferencia de edad). Afirma que preparar maratones y bucear juntos en más de 250 inmersiones les ha ayudado a seguir adelante como un equipo tanto en su pareja como en sus negocios.
No está mal para una mujer que tuvo que empezar de cero tras su primer divorcio del que salió completamente arruinada, aunque nunca se rindió. ¿Su mayor preocupación entonces? Montar picnics en el suelo de su pequeño apartamento y fiestas de disfraces para que sus hijos no se dieran cuenta que no tenían mesa del comedor ni televisor. ¿Su mayor preocupación ahora? Montar cenas familiares donde poder disfrutar de su familia perfecta mientras canta al karaoke. ¿Será este el futuro que le espera a su prima Tamara Falcó?