Ya es 8 de noviembre y lady Louise Windsor estrena su mayoría de edad con titulares en todos los medios británicos. La hija del príncipe Eduardo y Sofía de Wessex se ha convertido en la última obsesión de los medios británicos, ese tipo de prensa que ensalzó en otra lady, Diana Spencer, para después perseguirla y detsrozar su vida. Pero esa es otra historia y forma parte de la crónica negra más trágica de los Windsor. De momento, a la jovencísima lady Louise solo le esperan cosas buenas: es la nieta favorita de la reina Isabel II, era la preferida del desaparecido Felipe, duque de Edimburgo, y la opinión pública de su país la respeta y favorece al mismo tiempo que esperan de ella cosas importantes, por ejemplo, que dé un paso al frente, pida el título de princesa que le corresponde por nacimiento y sustituya a Enrique de Sussex ahora que el hijo menor del príncipe Carlos va a perder su cargo de consejero de Estado. ¿Pero cómo ha conseguido lady Louise Windsor acaparar tantas esperanzas en tabn poco tiempo?
No deja de ser sopreedente la capacidad de la prensa británica para elevar a los altares a cualquiera con un apellido ilustre (aunque a veces, después, lo defenestren). La realidad es que la joven lady no tiene un curriculum especialmente fascinante: es una joven que se ha prodigado poco en los actos de relumbrón, que nació de forma prematura y con problemas de salud (de hecho la tuvieron que operar hasta en tres ocasiones de uno de sus ojos durante la infancia de un problema derivado de su prematuridad), le gusta practicar deporte, estudia en un colegio privado femenino a cinco minutos de su casa (el St Mary's School Ascot)... y ya está casi todo contado.
La intrahistoria de por qué en el Reino Unido la tienen tanto aprecio deviene de que se la ha considerado desde siempre como una de las protegidas de la reina Isabel II. Todo se remonta al mismo día de su nacimiento hace ya 18 años: su madre, Sofía de Wessex, sufrió durante el embarazo un grave caso de placenta previa que casi hace que fallezca al dar a luz a Louise. Saltándose todo el protocolo que los Windsor suelen seguir en estos casos, la mismísima reina de Inglaterra se personó en el hospital para cuidar de su nuera en tan difícil momento. Los especialistas en la familia rel británica aseguran que desde entonces tanto la reina como su esposo, Felipe de Edimburgo, cobijaron bajo su ala tanto a la madre enferma como a su frágil bebé.
Esa protección ha cristalizado décadas más tarde en el hecho de que hoy por hoy Sofía de Wessex es uno de los pilares de la reina de Inglaterra y su única hija en una de las «armas secretas» de los Windsor. Esta misma semana en un medio británico se dedicaron a anlizar el lenguaje corporal de la joven adolescente para intentar deducir si está interesada en obtener un título y un papel oficial en la familia real o no.
Y por lo visto, según estos expertos, contrariamente a la historia oficial, que hablaba de una niña tímida, la joven actual es mucho más «lanzada» de lo esperado y, de hecho, para muchos es la digna heredera de la actitud serena y un tanto mordaz de la princesa Ana o el mismísimo duque de Edimburgo. Esa actitud segura de sí misma es la que exhibió en el documental que la BBC realizó recientemente en homenaje al desaparecido duque de Edimburgo (ese que nos ha descubierto que al duque le gustaba «disparar» mostaza al techo de palacio para disgusto de la reina) y el que llamó la atención de los medios brtiánicos incrementando el interés por su futuro papel en The Firm. Quizás el hecho de que haya rehuído la atención de los medios hasta este momento ha marcado un contraste seductor cuando la comparan con sus muy mediáticas primas las princesas de York.
Mientras lady Louise crecía en un entorno lo más anónimo y normal que un Windsor puede digerir, en el seno de una de las pocas parejas estables que han tenido los hijos de Isabel II, sin dar un mal escándalo y sin títulos de por medio (entendiendo esto como que podría ser princesa pero sus padres decidieron por ella que mejor no lo fuera hasta que ella misma pudiera decidir si era eso lo que deseaba), marca un contraste evidente con las princesas de York.
Parece que la imagen de su padre, el príncipe Edudardo, está en alza para la prensa birtánica, y en esa vorágine se ha visto arrastrada la adolescente. Desde la muerte del duque de Edimburgo todo el cotilleo royal se ha encargado de desempolvar antiguas rencillas y competiciones de popularidad entre los hijos de Isabel II. Ni qué decir tiene que el que va perdiendo en todos los rankings es el príncipe Andrés.
Pero el príncipe de Gales tampoco es que esté en lo más alto de su popularidad, no solo por la lucha intestina que vive su propia familia desde el Megxit, sino también por su actitud hacia su hermano Eduardo. Los medios llevan meses intentando justificar porqué el príncipe Eduardo aún no ha recibido el título de paterno de duque de Edimburgo. Ante la supuesta actitud prepotente del príncipe de Gales, que se ha quedado el título para sí mismo de momento, las declaraciones moderadas al respecto de Eduardo han sido bien recibidas por la opinión pública.
En este marco buenrrollista y favorable a los Wessex el descubrimiento de lady Louise, jovencísima (y sin ningún escándalo a su espalda), hablando con cariño de su abuelo sobre cómo le enseñó a conducir carruajes ha ablandado aún más el corazón de la sociedad británica deseosa de huenas noticias sobre sus royals. Para muchos una adolescente contando cómo se le iluminaban los ojos a su abuelo al hablar de carruajes fue lo mejor del documental de la BBC. Se podría decir que en aquel momento nació una estrella. Una que de momento solo es lady, pero que a partir de hoy puede decidir ser princesa... que tiemblen los York y Enrique de Sussex.