Mary Lilian Baels, la «arpía sin corazón» que se casó en secreto con el rey Leopoldo III de Bélgica, fue acusada de incesto (con su hijastro Balduino) y jamás llegó a ser reina

Lilian Baels, princesa de Réthy, debería haber ostentado el título de reina tras su boda secreta con el rey Leopoldo III, pero pasó a la historia retratada como una mujer ambiciosa, incestuosa, y como su propia hija la denominó, una auténtica «arpía sin corazón».

Retrato de la princesa de Réthy, la segunda esposa de Leopoldo III de Bélgica, Lilian Baels. / Instagram

Silvia Vivas
Silvia Vivas

El rey Leopoldo III de Bélgica, padre de Balduino, fue un rey sin suerte. Sus propios súbditos le apodaron «el traidor» y entre las desgracias a las que sobrevivió se encuentra la de que sus súbditos jamás aceptaron a Mary Lilian Baels , la mujer que escogió para sustituir a su primera esposa la reina Astrid .

La historia de Lilian Baels, princesa de Réthy por obra y gracia de su matrimonio con el rey Leopoldo III de Bélgica, tiene muchos puntos en común con la de Camilla Parker. Ambas mujeres fueron escogidas como amantes por una cabeza coronada y las dos fueron despreciadas por el pueblo que se supone que debía aceptarlas como consortes del rey. Pero existe una gran diferencia entre ellas, parece que finalmente Camilla de Cornualles va a abandonar el título de «mujer más odiada de Reino Unido» que ha ostentado desde los tiempos de Diana de Gales y con el beneplácito de la mismísima reina Isabel II acabará convertida en reina cuando Carlos de Gales sea coronado rey, una hazaña que Lilian Baels jamás consiguió.

Cómo se conocieron Lilian Baels y el rey Leopoldo III

Lilian había nacido en Londres en 1916. Aunque sus padres eran belgas su formación fue 100% british, tanto que hasta celebró su puesta de largo en el palacio de Buckingham. A pesar de que su familia estaba bien posicionada (su padre era político y llegó a ostentar el cargo de gobernador en Bélgica), Lilian siempre fue considerada por los belgas como una arribista, una mujer fría de ambición desmedida.

El primer encuentro oficial entre Lilian Baels y su futuro esposo se produjo en un torneo de golf dos años después de que el rey enviudara, pero el idilio no comenzaría realmente hasta 1940, en plena ocupación nazi del país. Mientras los ministros presionaban al rey Leopoldo para que huyera del país y formara un gobierno en el exilio, Lilian Boels acudió a una audiencia con el monarca para pedirle un favor y darle un motivo de peso para quedarse en Bélgica, ella misma. La reunión acabó con el monarca concediendo su perdón al padre de Lilian por haber huido ante los nazis y las malas lenguas comenzaron a fraguar la historia del rey colaboracionista que sentía predilección por la hija de otro colaboracionista.

En 1941 la relación entre el rey y Lilian Baels era notoria y evidente, sus visitas al castillo de Laeken, donde Leopoldo III era custodiado por los alemanes y ella ejercía de «niñera» de los tres retoños reales, eran constantes, y el asunto se tornó en un folletín romántico cuando la pareja de amantes decidió celebrar dos bodas secretas, primero una civil y después otra religiosa, algo que contravenía todas las leyes del país.

Que Leopoldo III y Lilian Baels celebraran la boda religiosa antes que la civil y en secreto no sentó bien a los ciudadanos belgas. / Instagram

Con la celebración de ambas ceremonias la niñera de los príncipes Balduino, Alberto y Josefina ascendió socialmente, pero no pudo ser reina: como premio de consolación su marido le concedió el título de princesa de Réthy Por supuesto ambas bodas fueron secretas y precipitadas porque Lilian Baels se casó embarazada. Con los hechos más que consumados no quedó otra que hacer público el nuevo matrimonio del rey y las críticas de la sociedad belga fueron feroces. Pero vendrían tiempos aún peores.

La caída en desgracia de Lilian Baels (y el rey Leopoldo III)

En 1942 Lilian dio a luz a su primer hijo ( el príncipe Alejandro de Bélgica) y en 1944 la familia real fue deportada a Alemania en un exilio forzoso que supondría el principio del fin para el reinado de Leopoldo III. Las acusaciones de haber favorecido a los nazis y a su amante le impidieron volver a reinar cuando la guerra acabó y las tropas norteamericanas le liberaron.

Finalmente, tras no conseguir el apoyo de su propio pueblo, en 1951, (el mismo año en el que Lilian Baels da a luz a la princesa María Cristina de Bélgica), Leopoldo III abdicó cediéndole el trono a su hijo el príncipe Balduino. Fue su último intento de poder llevar una vida tranquila en Bélgica junto a su mujer. Pero lo de la jubilación tranquila no pudo ser, al menos para la princesa de Réthy. Desde 1946 hasta 1954 un nuevo rumor cobró fuerza en la sociedad belga y era tan jugoso que se negaron a renunciar a él: Lilian Baels fue señalada como la amante de su hijastro, el inexperto y veinteañero rey Balduino.

Por su parte Lilian tenía tan claro que jamás le caería bien a los belgas que decidió desafiarlos de 1001 formas distintas, como por ejemplo usando las joyas de la adorada reina Astrid (a pesar de no ser reina) o vendiendo obras de arte sin consentimiento de nadie o viajando a solas por Europa con su hijastro a pesar de que eso ponía de los nervios al primer ministro y todo su gabinete. El grifo se cerró en 1960, cuando Balduino y Fabiola se casaron y el gobierno obligó a Lilian y su esposo a retirarse a una propiedad estatal en Argenteuil para que la madrastra dejara de ejercer su influencia sobre Balduino, el hombre al que declaraba delante de su escolta privada «soy tuya»..

Las memorias que su propia hija la princesa María Cristina publicó en 2004 en las que describía a su madre como una persona cruel, una auténtica arpía capaz de encerrarla en su habitación a los 18 años para encubrir que la habían violado, acabaron de poner la puntilla a la mala fama que tuvo la segunda esposa de Leopoldo III. La mala sintonía de Lilian y los belgas se dejó notar hasta el momento mismo de su entierro. Falleció en 2002, 19 años después que su esposo y, en contra de sus deseos, la enterraron junto a la primera esposa de Leopoldo III.