La historia de la princesa Mary: precursora de Diana de Gales, una mujer activa y de fuerte personalidad que luchó contra los estigmas

Una reciente biografía la considera la precursora de Diana de Gales, la Duquesa de Cambridge o la Duquesa de Sussex. Mujeres activas, de fuerte personalidad y fuertemente implicadas con la sociedad de su tiempo.

Elena Castelló
Elena Castelló

Ella redefinió el papel de princesa en el siglo XX. Sin embargo, la princesa Mary, vizcondesa Lascelles y condesa de Harewood, es uno de los personajes menos conocidos de la realeza británica. Era la hija de un rey, Jorge V, y la hermana de dos más, el rey Eduardo VIII (más tarde el duque de Windsor, tras renunciar al trono por Wallis Simpson) y el rey Jorge VI (el padre de la reina), con los que tenía una muy estrecha relación. Sus hermanos menores eran el príncipe Jorge, Duque de Kent , Enrique, Duque de Gloucester, y Juan, enfermo de epilepsia.

Mary era una persona tímida y reservada, a la que no le gustaba ser el centro de atención y quizás por eso muchos de sus logros han pasado desapercibidos. Era la tercera y única hija de los seis vástagos del rey Jorge V y la reina María de Teck. Vino al mundo en el palacio de Sandringham, en 1897, cuando todavía vivía la reina Victoria. Fue bautizada como Victoria Alexandra Alice Mary.

Recibió una educación con institutrices, pero su formación estuvo muy por encima de las de las princesas de su tiempo. Hablaba alemán y francés con fluidez. Era una gran jinete y desarrolló un gran interés por los caballos y la equitación, además de practicar gimnasia. En 1914, cuando comenzó la Primera Guerra Mundial, Mary, con apenas 17 años, acompañaba a menudo a su madre a los hospitales para visitar a los soldados heridos.

Desde el comienzo de su vida pública, se esforzó por hacer que su labor como princesa tuviera sentido, utilizando su posición para ayudar siempre a los menos afortunados y desafiando las convenciones que ataban a una mujer de su época. Destacó pronto como uno de los miembros más trabajadores de la Familia Real, conocida por su sensatez. Fue la primera en muchas cosas: la primera mujer rectora de una universidad en Reino Unido (la de Leeds), la primera mujer general honorario del ejército británico y la primera hija de un monarca en formarse y trabajar como enfermera. Fue una firme defensora de la necesidad de que las niñas y las mujeres recibieran educación, especialmente superior.

Las guerras marcaron su vida profundamente. No pudo presentarse como debutante debido a la Primera Guerra Mundial. Pero, a cambio, utilizó su imaginación para servir a los soldados y marineros aliados. Propuso que los dos millones y medio que estaban en el frente recibieran una caja de regalo de su parte en la Navidad de 1914, con cigarrillos, tabaco, una pipa y un encendedor. A pesar de las dificultades logísticas, lo consiguió.

En 1918, cuando cumplió veintiún años, le pidió a su padre un regalo bastante inusual; que le permitiera formarse y trabajar como enfermera pediátrica. El rey se lo concedió y todas las mañanas un carruaje la llevaba a Great Ormond Street, a la escuela de enfermería. Su hermano David, el mayor, decía que era «una pena que no fuera la heredera del trono, ya que es mucho más inteligente que yo».

A los veintiún años Mary le pidió a su padre que le permitiera formarse y trabajar como enfermera pediátrica- / Getty images

Su matrimonio con el vizconde Lascelles, conde Harewood, en 1922, resistió la prueba del tiempo, a pesar de que se llevaban 15 años. Anteriormente, Lascelles le había propuesto matrimonio a Vita Sackville-West (creadora de los jardines de Sissinghurst y amante de Virginia Woolf), pero ella se había negado. Le pareció feo y poco simpático. El matrimonio de la princesa Mary fue, sin embargo, un ejemplo de compañerismo. Ambos disfrutaban de muchas actividades comunes como las carreras de caballos, la jardinería –sentían pasión por los rododendros–, el arte y la cultura. La madre de Isabel II fue una de sus damas de honor y su boda fue la primera boda real que apareció en Vogue. Tuvo dos hijos George y Gerald.

Mary podría haberse retirado de la vida pública y asumir el papel de esposa de un aristócrata adinerado (especialmente a medida que descendía en el orden de sucesión), pero tenía un fuerte sentido del deber y eso le hizo continuar con sus compromisos públicos durante los siguientes 40 años. Era una gran escritora de cartas y mantuvo siempre un íntimo contacto con sus hermanos a través de ellas. Su favorito era David, Eduardo VIII, y sus cartas reflejan de forma vívida las tensiones que su abdicación causaron en la familia real. A ella le provocó una gran contradicción entre la lealtad a su hermano y el deber hacia la corona, pero siempre le mostró su apoyo, a diferencia del resto de la familia. Con frecuencia, fue el pegamento que unía a los demás.

Fue tan leal a su hermano mayor, que se dice que no asistió a la boda de Isabel II con Felipe Mountbatten en protesta porque no habían invitado al duque de Windsor. Pero Parece que la verdadera razón fue que estaba de luto, ya que su esposo había fallecido seis meses atrás y no se sentía con fuerzas. A fines de la década de 1950 y principios de la de 1960, sin la compañía de su esposo, la vida pública de Mary pareció cobrar cierta nueva fuerza. Representó a la Reina en las celebraciones de la Independencia de Trinidad y Tobago, en 1962, y de Zambia, en 1964. Su conocimiento de las tradiciones y ceremonias reales era tal que a menudo se la consultaba para pedirle consejo. Murió en 1965 mientras caminaba por los terrenos de Harewood con su hijo mayor y sus nietos.