Sofía junto a Cari Lapique en una fiesta en los años ochenta. /
Fue una estrella de las revistas del corazón españolas a principios de los años ochenta y salió durante un tiempo con Philippe Junot , lo que aumentó el interés de los lectores. Frecuentaba todas las fiestas de Marbella y las de la Alta Sociedad madrileña. Su belleza y su estilo sofisticado y «effortlesly» fascinó a todos en aquel momento de estilismos barrocos. Había trabajado como modelo para marcas como De Beers y Valentino y fue la portada del primer número de Vogue España. Llegó a Madrid con veinte años, donde floreció su carrera de modelo, mientras trabajaba también como diseñadora de joyas, para Suárez , y como decoradora con el interiorista Pascua Ortega.
También hizo colaboraciones como presentadora radiofónica y periodista para la revista ¡Hola!. Entrevistó a Mick Jagger, al Sultán de Omán, a Don Johnson, a Arnold Scharzenegger o Richard Gere, con quien trabó una íntima amistad, un romance según dicen algunos. Trabajó también para proyectos de solidaridad como la organización Aldeas Infantiles SOS, a la que estaba vinculada su abuela y que dio a conocer en España. Sofía ha contado que sus padres no le daban dinero de bolsillo y eso le hizo desarrollar un instinto para los negocios y le hizo entrar en contacto con círculos distintos de los de la realeza. De ahí que se dedicara a múltiples profesiones, y siempre con éxito, aunque siempre destacó su amor por el diseño.
La archiduquesa Sofía Franziska Maria Germaine de Austria, nacida en enero de 1959 en París, está emparentada con casi todas las casas reales europeas. Sus padres eran el archiduque Fernando de Austria y la archiduquesa Helena. Por parte de su padre, está es familia de la casa de Hohenlohe-Waldenburg- Schillingsfurst y, por parte de su madre, de la princesa Elizabeth de Grecia y Dinamarca. En 1918, la familia real austriaca tuvo que huir de Austria y renunciar a imperio intacto durante cincuenta y un años. El abuelo de Sofía era el único hermano de Carlos I, el último emperador Habsburgo y el último rey de Hungría. Fue beatificado en 2004.
Sofía es la segunda de tres hermanos –su hermana mayor es la archiduquesa Elizabeth y su hermano pequeño, el archiduque Maximiliano–. Se crió en la capital francesa, y se educó en internados en Inglaterra. Habla cinco lenguas. En París estudio diseño de interiores en la prestigiosa escuela Comondo. Trabajó durante varios años con el icónico decorador David Hicks, y desarrollo una carrera como modelo para obtener dinero extra, aunque ella era muy tímida y no se sentía como el prototipo de maniquí. En aquellos años conoció por dentro Ungaro, Courrèges, Rochas o Versace. Y a los veinte años decidió viajar a Madrid, donde asistió a todas las fiestas importantes del momento y ocupó decenas de portadas.
En 1990, se casó con el príncipe italo-austriaco Hugo Windisch-Graetz, embajador de la orden de Malta, gentilhombre del Papa y productor de mozzarella de Buffala. Se habían vuelto a encontrar en 1989, tras 10 años sin verse. El era su primer amor. Se conocieron en una fiesta en Marbella por el 25 aniversario del Marbella Club, fundado por Alfonso de Hohenlohe. Pasaron diez años hasta que sintieron que eran el uno para el otro. En la ceremonia ella llevó un vestido de su amigo Valentino y una impresionante tiara familiar de brillantes que habían llevado la gran duquesa Elena Vladimirovna, bisabuela de Sofía, su abuela la princesa Marina de Grecia, o la condesa Helena de Törring-Jettenbach, su madre. Tras casarse, el matrimonio se instaló en el «palazzo» romano de la familia Windisch-Graetz.
Tuvieron tres hijos, los príncipes Maximilian, Alexis y Larissa. El mediano falleció en un trágico accidente de coche en 2010, con solo 18 años, un hecho que a Sofía le costó superar. Su marca recién nacida entonces la ayudo a ocupar sus días. Animada por amigos y familiares, la sacó adelante, a pesar de sus dudas. Hoy Sofía vive una vida tranquila, dedicada a sus diseños, en los que colabora su hija Larissa, que ha estudiado en la Escuela Marangoni de diseño, y apartada de los focos de la vida social, salvo para eventos relacionados con su marca o acontecimientos como la celebración de su sesenta cumpleaños en uno de los clubes más exclusivos de Roma, hace dos años, junto a 700 invitados, a la que acudió casi toda la aristocracia europea. Confiesa que los días de Marbella acabaron agotándola, siempre perseguida por los paparazzi, y que nunca retomaría aquella vida, que le provocó una crisis. Los fines de semana la familia se retira a otro «palazzo», ubicado en el campo, en la localidad de Sant'Angelo d'Alife, cerca de Nápoles, donde pasaron el confinamiento.
Desde hace doce años se ha convertido en una exitosa diseñadora de bolsos, bajo la marca Sophie Habsburg, que lucen Máxima de Holanda o Sofía de Wessex, la esposa del príncipe Eduardo de Inglaterra. Su estilo es clásico renovado, colorista, con materiales de gran calidad. «La idea es que, llevados con un sencillo vestido negro, transformen por completo el conjunto», explicaba hace unos años a Vogue Italia. «Mis clientas buscan algo diferente, especial, con un precio justo y la calidad «made in Italy»». La jardinería y la orfebrería son dos de sus pasiones y se reflejan en sus diseños. El amor por el detalle es su firma. Los bolsos se venden en Japón, donde es muy conocida la marca Habsburg, Alemania, Austria, Londres, Nueva York. Fue pionera en el desarrollo del comercio electrónico. Sigue teniendo el mismo estilo elegante, pero sencillo que la hizo célebre. Adora Valentino para la noche y confiesa que Zara le encanta para mezclar con piezas más sofisticadas y de mayor calidad.