Por qué se empeñan en convertir a Sofía de Wessex en la nueva Diana de Gales si es la royal más aburrida y soporífera de la casa real británica

Desde que Meghan Markle volase del nido real, la reina Isabel II quiere que Sofía de Wessex, su nuera favorita, ocupe su lugar. Su melena rubia, sus ojos azules y su delicadeza recuerdan a la princesa Lady Di. Sin embargo, a Sofía le falta carisma y presencia.

La vida de la Reina Isabel II de Inglaterra, en fotos./collage: luca lópez

La vida de la Reina Isabel II de Inglaterra, en fotos. / collage: luca lópez

María Jiménez
María Jiménez

Ser miembro senior de la familia real británica no es fácil. Kate Middleton lo sabe, Camilla de Cornualles lo sabe, Meghan Markle lo supo y ahora la reina Isabel II quiere que Sofía de Wessex lo experimente asumiendo un rol que, hasta ahora, le estaba vetado: el de brillar por sí sola.

Casada desde 1999 con el príncipe Eduardo, la que ha sido siempre la nuera favorita de Isabel II estaba relegada a un segundo plano. Raras veces la veíamos en público (solo en actos oficiales) y en contadas ocasiones su escasa agenda royal trascendía a los medios de comunicación. Sin embargo, con la salida de los duques de Sussex del mapa royal británico, su suegra ha decidido que es hora de sacarla del banquillo enviándola a un viaje oficial de cuatro días a Nueva York ella sola. ¿Por qué?

Dos son los motivos que habrían llevado a la monarca a tomar esta inusual decisión. El primero es que quiere borrar todo rastro de la molesta figura de Meghan Markle, sobre todo tras la entrevista que el príncipe Harry y ella concedieron a Oprah y en la que dibujaron a una familia real de corte racista y prepotente. El segundo, y el más evidente, es que la reina necesita una nueva figura en la que recaigan algunas de las obligaciones que antes ostentaba Meghan Markle.

Ni icono de estilo ni efecto Sofía de Wessex

Que la esposa del príncipe Eduardo parte con una desventaja abismal con respecto a las otras nueras de la reina Isabel II es más que un hecho. Su vestuario no ocupa portadas de revistas, poco o nada se sabe de sus aficiones o de sus amistades, y jamás se ha filtrado ningún mínimo escándalo sobre ella, su marido o sus allegados más cercanos. Es decir, ni frío ni calor. Y eso, en términos de proyección mediática, no es bueno.

Quizá por eso el equipo de comunicación y de imagen de la Casa Real británica se ha tomado muy en serio la visita de Sofía de Wessex a los Estados Unidos de América, refugio y hogar de los duques de Sussex. Haber enviado a Kate Middleton hubiese sido demasiado arriesgado y Camilla de Cornualles hubiese tenido que ir acompañada del príncipe Carlos; así pues, solo quedaba Sofía.

Una visita en la que, aunque no lo parezca, todo ha sido planificado a la perfección. Incluido su vestuario. Poco dada a deslumbrar con sus elecciones estilísticas, Sofía de Wessex ha sorprendido a todos con la versatilidad de sus looks para pisar la Gran Manzana. Aunque han sido dos los que sin duda han hecho que hasta la revista People se fije en ella.

El primero era un vestido de cuero de Loewe y el segundo un diseño fluido arty de la diseñadora británica Victoria Beckham. ¿Estaba guapa? Sí. ¿Elegante? Sí. ¿Podemos hablar de 'efecto Sofía de Wessex'? No.

Por no mencionar que este viaje a Estados Unidos de Sofía lanzaba un claro mensaje a Meghan Markle: se acabó el acudir sola a organizaciones tales como Naciones Unidas a hablar de mujeres, paz, educación y desarrollo. Porque recordemos que la por entonces royal dio sendos discursos en la ONU en 2015 y 2018. Un hecho que no se repetirá o por lo menos no en calidad de miembro de la realeza.

Sofía de Wessex, la eterna secundaria

Que la salida de los duques de Sussex de Buckingham Palace trastocó la hoja de ruta de la reina Isabel II es innegable. Sin embargo, el sacar de las sombras a Sofía de Wessex y a su marido (al que también acaba de enviar en viaje oficial a Kenia) es una estrategia que está abocada al fracaso y, sentimos decirlo, la reina Isabel II es la responsable de ello.

La razón es que los ha mantenido tan al margen del ojo público durante tanto tiempo que ahora resulta imposible mostrarlos al mundo como algo que no son: relevantes. De hecho, dos detalles marcan el hecho de que ni siquiera juegan un papel fundamental dentro de la monarquía. El príncipe Eduardo es el único hijo de la reina Isabel II que no cuenta con un ducado y tampoco puede presumir de cuenta oficial en Instagram como si lo hacen los duques de Cambridge y el príncipe Carlos y Camilla.

Así pues, lo que intenta la reina Isabel II es un milagro que, a todas luces, no va suceder. Es imposible que Sofía de Wessex se convierta de la noche a la mañana en la nueva Lady Di o pase a ser la sustituta de Meghan Markle. Sofía es una secundaria de lujo, pero pasarla a primera línea es un arriesgado movimiento que la monarca británica podría pagar muy caro. ¿Conseguirá que sus súbditos hagan un hueco en sus corazones a los condes de Wessex?