La discreta vida de Rafael Medina con Laura Vecino después del escándalo con Karolina Kurkova: se separaron por la modelo, volvieron juntos, se casaron y ahora viven felices

Rafael de Medina , hijo mayor de Naty Abasca, Duque de Feria , y experto en moda, vuelve a dar que hablar por un nuevo proyecto profesional. Discreto y emprendedor, esta es la única razón por la cual, tanto él como su esposa Laura Vecino , creadora de una marca de bañadores, suelen aparecer en los titulares de la prensa. En esta ocasión, Rafael ha vuelto al foco mediático para presentar WOW, un nuevo y ambicioso proyecto encabezado por Dimas Gimeno, expresidente de El Corte Inglés, que pretende instaurar una nueva forma de comprar y de disfrutar del shopping.

La labor de Rafael se ha centrado en la captación de marcas nacionales e internacionales. WOW nace en un espectacular local de 5.000 metros cuadrados ubicado en plena Gran Vía madrileña. Es una concept store con lo último en tecnología, belleza, moda, deporte o diseño de hogar. Pero lo que convierte en pionera esta idea comercial de Dimas Gimeno es su carácter phygital, es decir, que ofrece la posibilidad de una experiencia de compra tanto física como digital, con las marcas exclusivas más interesantes para los trendsetters. Para ello utiliza la realidad virtual, la tecnologíal 3D o las pantallas interactivas e incluirá sesiones de DJ, art performances y, en unos meses, una innovadora oferta de restauración.

A sus 43 años, Rafael de Medina se ha labrado una prestigiosa carrera en el mundo de la moda. Empezó con la creación de Scalpers y al poco tiempo se trasladó a Barcelona para formar parte del equipo de diseño de Inditex, en el equipo de sastrería masculina de Massimo Dutti, hasta convertirse en director creativo de la marca. Tras seis años en Cataluña, el Duque de Feria regresó a Madrid, con su esposa, Laura Vecino, y sus mellizos de nueve años, Rafael y Laura, en el verano de 2020. En julio de ese año, Rafael anunciaba en sus redes sociales que dejaba su puesto en Inditex y que comenzaba un nuevo proyecto.

Rafael, hijo mayor de la modelo y socialité Naty Abascal y de Rafael de Medina, hijo de la Duquesa de Medinaceli , Victoria Eugenia Fernández de Córdoba, nació en Madrid en 1978, aunque pasó su infancia en Sevilla. Estudió, junto a su hermano Luis, en el exclusivo colegio Alminar de Sevilla. Los hermanos se llevan dos años y ambos pasaron por varios internados en Badajoz –San José de Villafranca de los Barros, de jesuitas– y en Londres y Nueva York.

A continuación, Rafael y Luis se matricularon en la Kiski School, un prestigioso y exclusivo colegio masculino en Pensilvania. Durante las vacaciones iban a visitar a Carolina Herrera y a su marido, íntimos amigos de su madre, en Nueva York. Fue una época difícil para ambos porque coincidió con el divorcio de sus padres y, más tarde, con la entrada en prisión por corrupción de menores y tráfico de drogas de su padre, Rafael de Medina, Duque de Feria . Su madre quiso alejarlos de los trágicos problemas de su progenitor, víctima de un trastorno bipolar, y del acoso de los medios de comunicación.

Rafael continuó sus estudios en Estados Unidos y se licenció en Gestión y Administración de Empresas en la American University of Washington. Como él mismo ha contado, sacaba algún dinero, en aquella época, trabajando como portero de la discoteca Babylon. A su vuelta a España, empezó a trabajar en la división de banca privada de Crédit Suisse. Ese mismo año, fallecía su padre, en agosto de 2001, por una sobredosis de barbitúricos, y él se convertía en Duque de Feria, Grande de España, y en marqués de Villalba, un título que cedió más tarde a su hermano Luis, y en uno de los solteros de oro de la aristocracia española. Tenía 23 años.

Pero tardó todavía varios años hasta disolver el sufrimiento de su infancia y adolescencia, que se acentuaba porque Naty nunca quiso contarles nada a sus hijos, a pesar de sus preguntas Rafael estuvo sin ver a su padre seis años. Rafael se había convertido en el hijo modelo, mientras su hermano Luis se enfrentaba a su madre. Y eso le había llevado a estudiar y a trabajar lo que su madre quería para él. Aguantó cuatro años en banca. Luego se impuso su espíritu emprendedor y su verdadera pasión, la moda, heredada de Naty.

Su vida profesional también daba un vuelco. Dejaba el banco para fundar, junto a su amigo Borja Vázquez, Scalpers, en 2007. «Empezamos de la nada, haciendo mercadillos en mi casa», explicaba a la revista Vanity Fair. «Yo vendía corbatas en el banco... no teníamos dinero a mansalva para invertir, ni a papá y a mamá detrás. Es un orgullo haber levantado esta marca con la ayuda de nuestros socios capitalistas, cuando ni nuestras familias creían en nosotros».

La marca fue un gran éxito, en una época en la que no era fácil encontrar ropa masculina de calidad a precios asequibles. Su emblema era las slippers, unos zapatos de terciopel ispirados en el calzado de estar por casa de los aristócratas del siglo XIX. Flavio Briatore, Lapo Elkann, Andrea Casiraghi, Jaime de Marichalar o el artista Julian Schnabel se hicieron asiduos a estas exquisitas pantuflas. Poco tiempo después, Rafael aceptó la oferta de Inditex y se instaló con su familia en Barcelona, tras ceder sus acciones de Scalpers a su mujer.

Rafael siempre ha tenido que luchar contra los estereotipos. Asimismo, su esfuerzo en el trabajo no se correspondía con ninguno de los clichés que el rodeaban por pertenecer a una de las familias ducales más importantes de España, tampoco la realidad de su vida privada se correspondía el tópico de «dandy». La realidad es que Rafael de Medina se casó con su novia de toda la vida. Había empezado a salir, a los 25 años, con Laura Vecino, perteneciente a una importante familia bilbaína, hija de Laura de Acha y Satrústegui y de Ramón Vecino Gay, y nieta de Laura de Satrústegui Figueroa.

Tras una ruptura, durante la cual rafael salió con la modelo Karolina Kurkova, la pareja se comprometió y se dio el «sí quiero» en una ceremonia, en octubre de 2010, en el Hospital de Tavera, perteneciente al Ducado de Medinaceli, ante 700 invitados, que se convirtió en una de las bodas más importantes de la aristocracia, de aquel año. La novia lució un exquisito diseño de Giambattista Valli y una tiara vintage que perteneció a la Duquesa de Medinaceli. En noviembre de 2012 llegaban al mundo sus mellizos, Rafael y Laura. Los Duques de Feria comparten también su amor por la moda. Laura abrió recientemente una tienda en la calle Claudio Coello, de Madrid, con su marca de bañadores y de bodys.

La familia suele pasar las vacaciones de verano entre Mallorca o Sotogrande, con su velero «Feria», y hacer escapadas de esquí a Baqueira y a Gstaad. A pesar de que Rafael es un modelo de elegancia masculina, con más de 40.000 seguidores en Instagram, y pertenece a la aristocracia, él su esposa, Laura, siempre han destacado por su discreción. «La elegancia está en pasar desapercibido», ha dicho en más de una ocasión.

Poco dados a frecuentar fiestas y reuniones de la alta sociedad, se han concentrado en sus profesiones y en su vida familiar. Deportista –es un consumado ciclista– y comprometido con varias causas humanitarias, el Duque de Feria siempre se ha mantenido al margen de comentarios malintencionados y especulaciones sin fundamento. Si algo ha mostrado siempre, a lo largo de estos años, ha sido su talento y su profesionalidad y que nada de lo que ha conseguido en el mundo laboral ha sido sin esfuerzo y trabajo. «Si crees en algo, ve a por ello, inténtalo, la actitud vence a cualquier curriculum», explicaba hace unos meses en unas jornadas en el ISEM Fashion Business School, de la Universidad de Navarra.