Es el resbalón más incómodo de la trayectoria pública de Letizia , una mancha que que no terminó de borrarse en el currículo de la reina, aunque exista el consenso general de cubrirlo con un tupido velo. Hablamos del famoso incidente entre la reina Letizia y la reina emérita Sofía a la salida de la catedral de Palma de Mallorca, en abril de 2018. No podemos catalogarlo ni como talón de Aquiles: es tan obvio como arma potencialmente dañina, que mencionarlo se ha convertido en algo muy parecido a un golpe bajo contra la reina. Es lo que sucede en 'Mon Roi déchu' (algo así como 'Mi rey caído'), el libro en el que la escritora franco-venezolana Laurence Debray expresa su admiración fan hacia Juan Carlos I, en un texto en el que colabora el mismo rey emérito. No solo ha concedido declaraciones a Debray, sino que ha tenido la última palabra sobre el texto mismo.
La animadversión de Laurence Debray por la reina Letizia es comparable a la de la princesa Marie Chantal Miller, esposa del príncipe Pablo de Grecia, primo y amigo personal del rey Felipe. Si esta exclamó en las redes que Letizia había «mostrado sus verdaderos colores» en el incidente de Palma, Debray apostilla que fue «una reunión amistosa que acabó en una pelea». Debray describe así el episodio: «La reina Letizia se opone a la reina emérita Sofía, la abuela preferida de los españoles, emblema irreprochable de la realeza, que intenta posar en dos ocasiones con sus dos nietas ante los fotógrafos. (…) Decididamente, la familia real, como el país, ya no es funcional. (…) Humillar públicamente a la irreprochable reina Sofía será siempre imputable».
Continúa Laurence Debray cantando las obvias alabanzas a la reina emérita, pero sin perder oportunidad de despreciar a la reina Letizia por comparación. «La perfecta reina emérita Sofía quien, a pesar de todo, con su fascinante sentido del deber, continua recogiendo desechos en playas españolas integrada en un grupo de voluntarios. A los 82 años y bajo un sol abrasador. Una mujer que no ha cometido daños, que no ha querido nunca seducir a los españoles con bonitos vestidos sino únicamente con sus actos. Es la encarnación de la dignidad y la benevolencia».
Una de las razones por las que el incidente no se ha borrado de la memoria colectiva, ni del repertorio de críticas a Letizia, es la opacidad que continúa rodeando a aquella escena de alta tensión. Recordemos: la reina impidió que la emérita Sofía se fotografiara con sus nietas saliendo en primer lugar del templo, sin esperar a la foto de grupo que debía inmortalizar a toda la familia: Felipe VI, Letizia, la infanta Sofía, la princesa Leonor y el rey emérito Juan Carlos. Se barajaron muchas teorías acerca del incidente, desde una mera pugna por el control protocolario del evento a un posible cordón de seguridad de Letizia, empeñada en proteger a sus hijas.
Las infantas Cristina y Elena ya habían salido de la foto debido al encarcelamiento de Iñaki Urdangarín, pero los reyes eméritos aún ejercían unidos, en un ambiente cada vez más difícil por la investigación fiscal y la sombra de Corinna Larsen. Visto con perspectiva, aquel gesto de Letizia pudo ser la expresión descontrolada y emocional de las graves decisiones que, con posterioridad, tendría que hacer públicas el rey Felipe VI en relación a su familia: renunciar, en su nombre y en el de su hija, a la herencia de Juan Carlos I, retirarle la asignación anual (192.000 euros) y censurar su salida de España. De hecho, desde que el rey emérito está en Abu Dabi, el encaje de Sofía en la agenda oficial de los reyes es impecable. Es más, la Reina Letizia le hace guiños de admiración sutiles que solo unos pocos reconocen, como recuperar algunos de los looks icónicos de Sofía en sus propias salidas a eventos oficiales.
Llama muchísimo la atención en la estrategia narrativa de Laurence Debray la manera en la que la escritora trata de enfrentar a Letizia y Sofía, perpetuando una tensión que, si no se ha limado ya, ha quedado en el 'backstage' por el interés mayor de la estabilidad institucional. De hecho, enfrentar a dos mujeres para que libren públicamente una batalla que transcurre en instancias más decisivas es una vieja treta del sexismo y el machismo. De esta forma, son ellas las que reciben el daño público a cuenta de las tensiones internas, un daño que, además, tienen difícil cicatrización porque no puede ser contextualizado, explicado y disculpado sin aludir a la cuestión mayor.
Pese a quien pese Sofía y Letizia tienen mucho en común, aunque una lleve a gala su rancio abolengo y la otra tenga que cargar con la etiqueta de 'plebeya'. Ambas han demostrado que son capaces de cruzar los límites de lo políticamente correcto por sus hijas: la reina emérita, al mantenerse inamovible al lado de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín; y la reina, al defender, incluso saltándose el protocolo, su autoridad a la hora de proteger a sus hijas. Son, ante todo, madres, y ese es un lugar de encuentro que ningún relato más o menos interesado va a poder cerrar.
20 de enero-18 de febrero
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