La reina Letizia sujetando una copa de vino en 2012 luciendo su anillo de compromiso y su alianza. /
Es quizá la joya menos apreciada por la reina , a pesar de que fue la primera que recibió como regalo del rey Felipe. Extendiendo la mano, la mostró a la cámara en la pedida celebrada en el palacio de El Pardo, el 6 de noviembre de 2003. Todos pudimos ver entonces, completando el inolvidable traje blanco de Armani de Letizia Ortiz, el anillo de diseño denominado «amor eterno», de oro blanco y dos filas de diamantes talla baguette.
Por su parte, doña Letizia le regaló al entonces príncipe de Asturias unos gemelos de oro blanco y zafiros. Han pasado algo más de 19 años desde entonces. Y aquel anillo de pedida, moderno y clásico a un tiempo, que la novia lucía con orgullo, hace tiempo que desapareció del dedo anular de la mano izquierda de la Reina. No debió ser fácil para ella deshacerse de él, dado su valor sentimental. Debe ser la única royal que no luce anillo de pedida. ¿Cuál es la razón?
La razón se llama Iñaki Urdangarín y se apellida caso Nóos. Doña Letizia decidió quitarse aquella alianza en 2011, poco después de que surgieran las primeras dudas sobre la implicación de su cuñado en el escándalo más grave que había atravesado la familia real española. Luego llegarían otros más. Pero, en aquel momento, el objetivo de don Felipe y doña Letizia fue formar un cortafuegos para evitar que el caso Noós les perjudicara. El problema es que había sido el exjugador de balonmano quien había comprado el anillo en la joyería Suárez del Paseo de Gracia de Barcelona.
Felipe VI lo escogió por catálogo y lo encargó a distancia y parece que Iñaki Urdangarín acudió al establecimiento a recogerlo, acompañado de su entonces socio, Diego Torres, que animó al marido de la Infanta Cristina a pagarlo con la tarjeta de Noós. Iñaki rechazó la devolución de aquel dinero, que ascendía a 3.000 euros, cuando don Felipe insistió en pagarle la compra. El anillo fue, pues, un regalo de Urdangarín y doña Letizia se deshizo de él en cuanto estalló el escándalo. Un precio alto por mantener la imagen intachable de su matrimonio y su familia, frente a la corrupción de su cuñado.
Hay otra pieza que la reina tampoco luce desde hace mucho tiempo: su anillo de casada. La razón, en este caso, no está clara. Ha sido la propia reina quien ha confesado, en alguna ocasión, que el anillo le producía heridas cuando debía dar la mano a mucha gente. Sin embargo, podía, quizá, habérselo cambiado de mano para evitarlo.
¿Por qué decidió prescindir de él? En lugar de ambos anillos, la reina luce, desde 2019, un anillo de plata que le regalaron sus hijas, diseño de la joyera Karen Hallam. Un símbolo, sin duda, de la nueva vida de la familia real, que refleja el amor de una madre y de una reina que cuida el futuro.