Su marca personal es indestructible. En su 83 cumpleaños, la reina Sofía puede celebrar una salud y una presencia inmejorable, un papel en la agenda oficial de casa real cada vez más relevante y, sobre todo, una profesionalidad a prueba de bomba. Ninguna de las crisis por las que ha pasado la monarquía española en los últimos años ha disminuido en lo más mínimo su legendaria capacidad de servicio a la Corona y al rey Juan Carlos. Es más: en las encuestas no oficiales pero puntualmente filtradas aparece como el miembro más querido de la familia real, prueba del reconocimiento que la ciudadanía le brinda no solo a la reina, sino a la mujer y a la madre. Dicen que su hijo Felipe no solo es su favorito, sino el que más se parece a ella: ninguno de los dos trasluce un particular esfuerzo para desenvolverse con perfecto autocontrol. Sencillamente les sale solo.
La figura de la reina emérita es, a la vez, discreta y omnipresente, una paradoja que explica cierta polarización de opiniones críticas o definitivamente a su favor. Entre sus biógrafas, el lugar de la crítica suele ocuparlo Pilar Eyre, la periodista especializada en casa real y escritora de varios superventas que señala la frialdad que sigue existiendo con la reina Letizia e incluso la escenificación de una actitud cariñosa con la princesa Leonor y la infanta Sofía que no tuvo, por su rígida y regia educación, con sus propias hijas. A propósito de la última aparición familiar en la gala de entrega de los premios Princesa de Asturias, Eyre escribió: «No sé cómo decirlo sin que se ofenda nadie, pero creo que a estos actos tan importantes solo deberían ir los reyes y sus hijas. No veo justificada la presencia de Sofía».
Que la discreta pero siempre presente figura de la reina emérita requiera justificación tiene mucho que ver con sus cuentas pendientes, sobre todo de índole familiar. Mantiene intactos sus lazos con sus hijas y con el rey emérito Juan Carlos, pero continúa teniendo una presencia importante en la agenda de casa real. Al menos de puertas afuera, la reina Sofía se mantiene en el ambiguo territorio de una neutralidad que puede resultar complicada de entender, sobre todo en un núcleo familiar que trata de protegerse a toda costa. Juega a su favor su proverbial profesionalidad, una virtud que sí destaca Carmen Enríquez, periodista especializada en realeza que ha escrito la única biografía que ha contado con declaraciones de la misma de Sofía de Grecia: 'Sofía. Nuestra reina' (2018).
«La reina deja el mejor de los legados, porque ha tenido comportamientos admirables que se han ganado el prestigio, el cariño y la admiración por parte de todo el mundo», sostiene Carmen Enríquez. «Ha sido una señora que ha tenido que bregar con situaciones muy complicadas y que lo ha hecho de una manera absolutamente admirable. Jamás le ha hecho sombra al rey y ha tenido la inteligencia de crear una fundación como herramienta para cumplir con sus obligaciones solidarias y de representación en el mundo. No lo olvidemos: sigue siendo el miembro de la familia real más valorada en las encuestas a pesar de que tiene un papel muy secundario. Ha cumplido con creces su labor, sobre todo en momentos muy complicados como los últimos años del rey Juan Carlos al frente de la jefatura del Estado. Es una mujer intachable».