La verdad es que la coincidencia tiene su curiosidad: en cuestión de días, la reina Sofía y su nieta, Victoria Federica, han aparecido radiantes luciendo bolsos de la misma marca, la española Loewe. No es ninguna sorpresa, pues tanto la reina emérita como la infanta Elena han lucido insistentemente los bolsos de la casa del lujo español por excelencia (aunque desde 1987 sea propiedad del conglomerado francés LVMH). De alguna manera, los bolsos de Loewe se han convertido en una seña de identidad espectacular que pasa de generación en generación en las mujeres de la familia Borbón, y de hecho la reina Letizia lució durante sus primeros años de matrimonio varios bolsos de esta exquisita firma de marroquinería. La vimos con al menos cuatro, entre ellos el T Pouch en azul marino y un Amazona de tamaño mediano en color camel combinado en negro. Cierto es, sin embargo, que desde hace años los tiene relegados a su fondo de armario.
Tiene sentido, por tanto, que Victoria Federica herede el gusto de su abuela y su madre por los bolsos de Loewe, aunque los diseños que suele lucir sean radicalmente distintos a los que elige la reina Sofía. En las últimas semanas hemos visto a la influencer y sobrina del rey Felipe VI con el modelo Balloon, perfecto para una cita de mañana en la feria de arte Arco, y con el espectacular modelo Bracelet, un diseño convertible que se puede llevar a modo de pulsera o brazalete. Se trata de una pieza muy vanguardista y juvenil, pensada precisamente para las generaciones que van buscando originalidad y movilidad, nada que ver con el estilo clásico de la reina Sofía, en la que sería impensable ver un bolso de estas características. Sin embargo, lo que explica las diferencias entre los bolsos que luce Victoria Federica y los que luce su abuela no es solo generacional. Hay algo más y más importante.
Aunque el apellido Borbón nos remita inevitablemente a Casa Real, no se nos puede olvidar que Victoria Federica es una mujer joven que no tiene vinculación alguna con las tareas de representación propias de la familia real. De hecho, trabaja como influencer, haciendo publicidad de marcas de moda que le ceden la ropa y los bolsos que debe lucir. El trabajo de las influencers exige mostrar lo último de las marcas, como mujeres anuncio que son, y no se nos puede olvidar que la hija de la infanta Elena está trabajando por un salario, como casi todas, y se debe a quien la contrata.
La reina Sofía, sin embargo, no se debe a ninguna marca ni existe firma que pueda alquilar su comparecencia. Su relevancia institucional le permite ponerse al servicio únicamente de su agenda oficial, en funciones de representación de la Casa Real o de las múltiples causas benéficas que patrocina. No necesita llevar última moda para validarse ni su papel pasa por representar los intereses de ninguna marca.
Los bolsos que luce la reina Sofía no son préstamos o cesiones, sino que forman parte de su propia colección. Algunos, como el Amazona mini en color plateado que tanto ha llamado la atención (y que tan mal han entendido nuestras queridas millennials y centennials), son ya clásicos que forman parte de la pequeña historia de la moda de la firma española, un valor añadido que jamás tendrán los bolsos de última hornada al alcance de Victoria Federica. El tiempo, ese factor que en tantos órdenes de la vida consideramos en negativo, opera en la moda actual como un vector de revalorización.
Diseños de archivo, vintage o descatalogados son ya más poderosos que cualquier pieza recién llegada, al alcance de cualquiera por un determinado precio. Hoy, la historia, el tiempo, es el intangible que más pesa en el terreno del estilo. En ese sentido, los armarios de la reina Sofía y de la infanta Elena guardan tesoros. ¿Cuánto tardará en darse cuenta Victoria Federica?