en qué cree la reina sofía
en qué cree la reina sofía
Si la muerte del dictador Francismo Franco disparó el destape erótico en la mayoría de los españoles, en la reina Sofía propulsó su afición a lo paranormal. De hecho, el mismo año que Arias Navarro anunciaba en televisión 'Españoles, Franco ha muerto', la aún no coronada Sofía de Grecia descubría a J.J. Benítez a través de su libro 'Ovnis: S.O.S. a la Humanidad'. Quedó atrapada.
Poco después, en 1978, los reyes viajaron a China junto a un grupo de periodistas acreditados de relumbrón: Iñaki Gabilondo, Miguel de la Cuadra Salcedo o el inevitable Jaime Peñafiel. Embarcados en otro avión, los informadores vieron una luz cegadora que terminó despertando a los pasajeros que iban dormidos. Tal era su fulgor, más fuerte que el del sol. Lo contó Peñafiel a Iker Jiménez, en 'Cuarto Milenio'.
Evidentemente, la monarca enseguida quiso ver en aquel fenómeno la prueba de la existencia extraterrestre, aunque los periodistas apuntaran al paso de alguna nave soviética. En noviembre de ese mismo año, en viaje oficial de los reyes a Perú, una impresionable Sofía conoció a J.J. Benítez, entonces aún periodista en activo, y se enfrascaron en una amistad basada en el amor a lo paranormal. Visitaron juntos las famosas líneas de Nazca, obra extraterrestre según una leyenda que fructificó en los 70.
El mismo J.J. Benítez contó en El Español una de las anécdotas más hilarantes acerca de esta pasión extraterrestre de la reina Sofía. En un encuentro en Lima con el ufólogo Carlos Paz, la monarca le preguntó si ella podría ver un ovni. «¿Cuándo quiere usted verlos?», inquirió Paz. «Pues en navidad, que estamos toda la familia», contestó generosa la reina.
El mismo rey Juan Carlos, famoso por su carácter guasón, se burló de la pasión de la reina por lo extraterrestre. Pilar Eyre cuenta en 'La soledad de la Reina' (Ed. Esfera de los libros) otra anécdota significativa. A la vuelta de aquel viaje a Perú, los periodistas embarcados le regalaron a la monarca una piedra de tres mil kilos, supuestamente enviada por los incas desde otro planeta, con una inscripción.
Según cuenta Eyre, el personal de Zarzuela instaló la piedra en la piscina, donde sigue a día de hoy. Cuando llegó el rey Juan Carlos, la reina Sofía, ilusionada, le señaló la roca animándole a observar las interesantes inscripciones. Ni corto ni perezoso, el rey se acercó, se fijó en los garabatos y le dijo a su esposa: «¿Sabes lo que pone, Sofi? ¡Beba Coca-Cola, Sofi! ¡Beba Coca-Cola!».
Sin embargo, la pasión de Sofía de Grecia por lo desconocido no nació de la nada, sino que es herencia directa de su madre, otra gran amante de lo paranormal. Sabemos que creía firmemente que los muertos hablaban con los vivos y, de hecho, Federica de Hannover, la reina de Grecia, aseguraba hablar con su esposo, Pablo de Grecia, mucho tiempo después de su fallecimiento.
Pilar Eyre novela las creencias espirituales que se vivían en la familia real griega de una manera muy expresiva. Pone en boca de la reina Federica la siguiente declaración: «En mi familia no creemos ni en el infierno ni en el demonio. También pensamos que Dios está en nosotros y en todas partes y que en cada vida nos reencarnaremos en alguien mejor hasta acercarnos a Él. Desde la ameba hasta Dios. Lo que pienso es lo que vuelve a mí. Si pienso cosas buenas, el universo me envía cosas buenas».
Federica creía que las hadas gobernaban el destino, una fe que le traspasó a su hija. Solo abandonó el mundo mágico al conocer la física cuántica y pasar a predicarla como una auténtica conversa. «Llegó a ser tan experta en esta materia que pudo discutir de tú a tú con grandes científicos mundiales como Heisenberg», desvela Eyre en su libro. «Federica dedujo que el mundo, Dios y lo invisible estaban dentro del alma humana y que la mente da forma al mundo». En este sentido la reina de Grecia fue una adelantada a su tiempo.
Esta fe en el poder de la mente de Federica explica la afición de la reina Sofía a las teorías new age, la autoayuda o los libros de Rhonda Byrne, que toman elementos de lo cuántico. De hecho, las creencias religiosas de la emérita demuestran su manga ancha en cuestiones de espiritualidad.
Lo cuenta, de nuevo, Pilar Eyre. «Cuando ocurrió el accidente de Botsuana, se dijo que la reina estaba celebrando la Pascua ortodoxa en Grecia. Todos nos asombramos mucho, porque creíamos que era católica. No solo eso. Sabemos que suele acudir con frecuencia a una iglesia evangélica en Madrid. Y que ha organizado seminarios sobre la migración de las almas del budismo».
Al respecto del catolicismo, la autora de 'La soledad de la Reina' cuenta otra anécdota que retrata el desprecio que el rey emérito Juan Carlos tenía por la credulidad en lo espiritual de su esposa. Ocurrió en una cena a la que acudió Pitita Ridruejo, famosa por relatar y defender las apariciones marianas en distintos puntos de la geografía española. En esta cena en cuestión, Pitita describía las apariciones de Garabandal, en Cantabria, y la reina Sofía repetía: «¡Yo quiero ir, yo quiero ir!».
Harto de la escena, desde el otro lado de la mesa, el rey Juan Carlos zanjó la cuestión con uno de sus famosos 'bramidos': «¿Te quieres callar?», gritó a Pitita Ridruejo. «¿No ves que se lo cree todo?». Se hizo un silencio, claro, y una incomodidad. Pronto, a la reina Sofía dejó de importarle lo que Juan Carlos pensara de ella. Siempre admiró a su madre y su hermana Irene por vivir para la meditación en un 'ashram' en Madrás y continúa llevando todo tipo de amuletos.
«Ella va cargada: un ojo de tigre, contra el mal de ojo, por la unión de la familia… Todo lo que lleva al cuello tiene significado -nos cuenta Pilar Eyre-. Supongo que todo ese mundo es un escape ante su desdichada vida conyugal. De hecho, ella alimenta todas estas creencias junto a su hermana Irene, porque no tiene otra compañía. Creo que esas creencias les sirven a ambas de refugio».