Puede que la princesa Leonor solo esté dando sus primeros pasos fuera del nido familiar, pero si hay algo que aprendimos de la educación de príncipes y princesas es que se planea con años de antelación, incluso se hereda. En este esquema de cosas, su destino estaría prácticamente cerrado desde su nacimiento: la escuela de confianza de la Casa Real (el colegio Santa María de los Rosales, donde estudiaron Felipe, Elena y Cristina), secundaria en un internado ( el colegio UWC Atlantic College de Gales, mucho menos estricto que el de su padre, el rey Felipe, en Canadá), un año de instrucción militar (como Elisabeth de Bélgica) y estudios universitarios en una universidad española con master en el extranjero. Sin embargo, la generación centennial está llena de sorpresas y es capaz de ser disruptiva hasta en una Casa Real.
La noticia no ha caído como una bomba en Noruega ni tampoco supuso una sorpresa máxima en Holanda, pero en España sería algo inconcebible. ¿Qué pensaríamos si la princesa Leonor o incluso la infanta Sofía decidieran probar la experiencia de un trabajo normal, digamos que durante un verano? No solo porque sería una misión imposible para la seguridad de la heredera al trono o su hermana, sino considerarse una extravagancia innecesaria para una futura reina o miembro de la Casa Real. No es una exageración: es noticia que Leonor no podrá utilizar su título de princesa en el UWC Atlantic College de Gales, donde el trato igualitario es obligado. Y, sin embargo, en el norte de Europa a nadie le extraña que sus princesas, futuras reinas, trabajen… de camareras.
No hubo ninguna pista durante el verano, pero en septiembre llegó a los periódicos noruegos que la princesa Ingrid Alexandra de Noruega, de 17 años, ha trabajado este verano de camarera en un restaurante italiano de la capital, Oslo. De hecho, se encargó más de lavar platos que de servir y limpiar mesas para no tener tanta exposición pública y poder preservar en lo posible su identidad. Así, el primer empleo de la princesa y futura reina de Noruega habrá sido el de camarera, que casualmente también fue uno de los que desempeñó su madre, la princesa consorte Mette-Marit, y una de las razones por las que su compromiso con el príncipe Haakon de Noruega levantó tantas suspicacias en 2000.
Ingrid Alexandra de Noruega no es la única princesa y futura reina europea que ha trabajado, a tiempo parcial, como camarera. Amalia de Holanda también sirvió y limpió mesas en una cafetería de la costa sur holandesa el verano pasado. Amalia no logró el anonimato de Ingrid de Holanda y, de hecho, no tuvo problema en c onfirmar a algunos clientes su identidad. Su caso sí que es algo inédito en la Corona holandesa: ningún heredero al trono de la familia Orange ha desempeñado un trabajo común hasta este momento. Solo un sobrino de la princesa Beatriz, el príncipe Maurits, trabajó como camarero una corta temporada. Allí conoció a su actual esposa, Marilène van den Broek.